Día de Navidad – 25 de diciembre de 2024
December 25, 2024
LCR: Propio III: Isaías 52:7–10; Salmo 98; Hebreos 1:1–4, (5–12). Juan 1:1–14
¡Feliz Navidad!
Mientras celebramos esta Navidad nos encontramos rodeados de luces, colores y el bullicio que caracteriza la temporada. En las calles, tiendas y casas de aquellos que celebran y los que no, todo brilla con el espíritu festivo de la Navidad. Pero lo que realmente brilla no son sólo los adornos, ni los árboles llenos de luces, sino el regalo más grande que la humanidad ha recibido: el nacimiento de Jesús, el hijo de María, quien vino a traer esperanza a un mundo que, a menudo, parece estar sumido en la oscuridad.
Esta buena noticia debe llegar a todos: a quienes tienen la dicha de tener cerca a sus seres queridos, a aquellos que han recorrido largas distancias, cruzado fronteras o trabajado en condiciones extremas para lograr una vida mejor, a quienes han visto partir a los suyos y añoran verlos con todas sus ansias. Este mensaje es para todos los que con esperanza ponen su fe en el hijo de María.
La Navidad es una oportunidad para recordar que Dios no vino sólo a los ricos y poderosos, sino a los más necesitados, humildes y marginados: ” Aquel que es la Palabra se hizo hombre y vivió entre nosotros”. Esta frase de Juan es la que debe llenarnos de alegría y esperanza, porque significa que el Dios de todo el universo decidió hacerse uno de nosotros, vivir en medio de nuestras luchas y compartir nuestra vida. ¡Éste es el regalo más grande! Dios no vino a los palacios o grandes templos, sino a un humilde pesebre, a una familia pobre, a un mundo que lo rechazaba, a un pueblo que lo ignoraba. A los suyos vino, pero “los suyos no le recibieron”. Ésas son las palabras de la Navidad: la historia de un amor que llega, que se ofrece y que, aún hoy, está disponible para todos, sin excepción ni condición.
A veces, en medio de nuestras luchas diarias, cuando el trabajo parece nunca terminar y las preocupaciones sobre el futuro nos consumen, nos olvidamos de lo esencial. La Navidad no es sólo una festividad de luces y regalos materiales, es una invitación a recibir el mayor regalo que Dios ha dado a la humanidad: Jesús. Ese niño, nacido en un establo de Belén, vino para todos, para los que tienen mucho que ofrecer y para los que tienen el corazón abierto para recibir.
Es fácil pensar que porque no tenemos grandes riquezas o porque luchamos día a día por sobrevivir estamos lejos de la bendición de Dios, pero ésa es precisamente la belleza de la Navidad: Dios vino también a los pobres, a los que nada tienen, a los que sufren y los que son olvidados. Jesús nació en la pobreza y humildad. Él se identifica con nosotros, con los inmigrantes, obreros, los más humildes, con los que no tienen más que fe y esperanza en el futuro que él ha prometido.
Jesús nació en Belén, pero tuvo que huir a Egipto con sus padres para escapar de la violencia del rey Herodes. Fue un refugiado y, a través de su vida, nos muestra que Dios no se olvida de los que sufren, los que luchan por sobrevivir en tierras extranjeras, los que sienten que no tienen lugar en este mundo. Quienes se sientan solos, quienes hayan tenido que dejar atrás tu tierra, amigos y sueños para buscar una vida mejor, deben recordar que Jesús estuvo allí; Él les entiende y ama.
¿Qué hacer con este regalo? Hoy, más que nunca, en medio de todo el estrés de la temporada, la presión por los regalos, la cena y todo lo que se espera en Navidad, podemos perder de vista lo que realmente importa. El regalo de Dios, que es Jesús, no se trata de lo que podemos ofrecer a cambio, sino de lo que Dios ha dado gratuitamente; y si algo aprendemos de la Navidad, es que Jesús no vino a ser adorado, sino a ser recibido en nuestros corazones. El amor de Dios está disponible para todos, sin distinción de raza, condición social, nacionalidad o historia personal; no importa si eres inmigrante o si vives en un barrio pobre de la ciudad. El regalo de Jesús es para ti, sólo tienes que abrir tu corazón y recibirlo.
El mayor peligro en la Navidad no es rechazar a Jesús, sino ignorarlo. Nos dejamos llevar por el frenesí de la temporada, la presión de los regalos, los compromisos y nos olvidamos de lo que realmente importa. Las distracciones son una de las maneras más efectivas que el maligno usa para alejarnos de Dios. No dejemos que las distracciones nos roben lo más valioso. La Navidad no se trata de dar y recibir cosas materiales; se trata de recibir al Rey de la paz que viene a sanar nuestras vidas.
Así que hoy la invitación es a recibir el regalo de Dios, a abrir el corazón y dejar que Jesús entre en la vida. La Navidad no es sólo para celebrarla de manera externa, sino para vivirla de manera interna profunda y espiritual. Es una fiesta para recibir, no para acumular cosas materiales, porque cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, nosotros también nos convertimos en portadores de ese amor y de esa luz.
Quienes están lejos de su país, han atravesado desiertos, cruzado fronteras y trabajan duro, día tras día, para apoyar a su familia, deben recordar que Jesús está en cada paso, lucha y sacrificio. No estás solos. Dios vino para todos. Y aunque el mundo muchas veces no vea el esfuerzo, Dios lo ve y nos ama profundamente. ¿Qué haremos con este Regalo? Detengámonos un momento y pensemos: ¿qué voy a hacer con este regalo de Navidad? ¿Voy a ignorarlo o voy a abrir mi corazón y aceptarlo con gratitud? El regalo más grande que Dios nos ha dado no depende de lo que hagamos o hayamos logrado. Es un regalo de amor que se ofrece a todos, especialmente a los que más lo necesitan.
La Navidad no es sólo un día, es una temporada (que irá hasta el 5 de enero). Así que mangamos el corazón abierto, la mente alerta y no dejemos que las ocupaciones del mundo nos distraigan de la verdadera razón de esta fiesta. Dejemos la luz brillar. Dios nos ama y lo ha demostrado al venir a este mundo a través de Jesús. Ése es el mensaje más claro de la Navidad. Así que ¿qué vamos a hacer con ese amor? ¿Lo vamos a recibir con alegría o lo vamos a dejar pasar de largo?
¡Feliz Navidad! Que el regalo de Jesús ilumine nuestras vidas, hogares, familias y corazones, y que este amor divino transforme todo lo que somos. Recibámoslo, aceptémoslo y dejemos que este amor cambie nuestras vidas para siempre.
El Rvdo. Andreis Díaz es Rector Asociado Principal en Christ Church, Ponte Vedra Beach. Diócesis de la Florida.
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