“Deeply embedded in the Christian faith, indeed deeply embedded in the Jewish tradition, which is the mother of the Christian faith, and deeply embedded in the faith and traditions and values of many of the world’s great religions, is a profound conviction in a sure and certain value and virtue that care for the stranger, the alien, the visitor, is a sacred duty, a sacred vow.”
I’m Michael Curry, Presiding Bishop of The Episcopal Church. It goes without saying that there is a humanitarian crisis at the southern border of the United States. It is a human crisis, a crisis that has deep and complex roots, sources, and origins. But it is a crisis, a crisis of the human children of God.
There is suffering and there is hardship.
There is complexity and difficulty.
But it is a crisis that we as nation, that we as a global community, must face and find a way forward for the sake of our brothers and our sisters, for the sake of us all.
Deeply embedded in the Christian faith, indeed deeply embedded in the Jewish tradition, which is the mother of the Christian faith, and deeply embedded in the faith and traditions and values of many of the world’s great religions, is a profound conviction in a sure and certain value and virtue that care for the stranger, the alien, the visitor, is a sacred duty, a sacred vow.
In the Hebrew scriptures in the book of Deuteronomy, the book writes and says you shall love the stranger, for remember you were once strangers in the land of Egypt.
In the 25th chapter of Matthew in the New Testament, Jesus in the parable of the last judgment says that when you welcomed the stranger, when you did it to these who are members of my family, you have done it to me.
When you welcome the stranger, you welcome Jesus. The book of Hebrews in the New Testament says those who have welcomed the strangers have sometimes welcomed angels unawares.
Welcoming the stranger, or as some translations call the alien, welcoming those who are visiting among us is a cardinal virtue and value in our Christian faith.
Jesus was talking to a lawyer once; the story is told in Luke’s gospel. And, when he was talking to the lawyer, the lawyer asked him what he must do to inherit eternal life. And Jesus said, what did Moses teach in the Hebrew scriptures? The lawyer said, well, Moses said you shall love the Lord your God and love your neighbor as yourself.
And Jesus said do that and you will find life.
But the lawyer went on and he asked, well, can we define neighbor more precisely? Who is my neighbor? And that’s when Jesus told what we now know as the Parable of the Good Samaritan where one person helped another person, a person who was completely unlike them, someone that person considered other, not my tribe, not my nationality, not my religion, not even my friend. And Jesus at the end of the parable said, who was the neighbor to the man who was in need? And the lawyer said, well the one who actually showed compassion.
And Jesus said, now go and do that likewise.
That parable of the Good Samaritan invites us, calls us, challenges us, to be neighbor to the neighbor.
Some of our neighbors are at the border and some of our neighbors are those who have immigrated to this country and are living right in our neighborhood or in our city or in our community, or our state. To show compassion to them is to obey Jesus. Go and do likewise.
Show compassion. Show mercy. Help the neighbor. Help the stranger. Love the Lord your God. And love your neighbor as yourself.
Find migration, refugee, and immigration information and ways you can take action on your own here (OGR/EPPN) and here (EMM).
Video: mensaje del Obispo Presidente “¿Quién es mi prójimo?”
July 15, 2019
“Hay algo muy arraigado en la fe cristiana y en la tradición judía (que es la madre de la fe cristiana) y arraigado en la fe, tradiciones y valores de muchas de las grandes religiones: La convicción profunda de que ayudar al extranjero y forasteros y visitantes es un deber y una promesa sagrada.”
Buenos días. Soy Michael Curry, obispo presidente de la Iglesia Episcopal. No cabe ninguna duda de que hay una crisis humanitaria en el sur de los Estados Unidos. Es una crisis humana. Sus causas y raíces son complejas. Es una crisis de las hijas y los hijos de Dios.
Una crisis de sufrimiento y penurias,
Una crisis ardua y compleja.
Pero como nación, como comunidad global debemos hallarle a esta crisis una salida por el bien de nuestras hermanos y hermanas, de todas y todos.
Hay algo muy arraigado en la fe cristiana y en la tradición judía (que es la madre de la fe cristiana) y arraigado en la fe, tradiciones y valores de muchas de las grandes religiones: La convicción profunda de que ayudar al extranjero y a forasteros y visitantes es un deber y una promesa sagrada.
En la escritura hebrea, en el Deuteronomio, dice: “Ustedes, pues, amen al extranjero, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto”.
En el capítulo 25 de Mateo, en el Nuevo Testamento, en la parábola del juicio
a las naciones, Jesús dice: “Cuando le dieron alojamiento al extranjero, lo que hicieron por estos miembros de mi familia, por mí lo hicieron”.
Cuando reciben al extranjero, reciben a Jesús. El libro de Hebreos en el Nuevo Testamento dice que los que han recibido a extranjeros, a veces han hospedado ángeles sin saberlo.
Acoger a los forasteros o extranjeros y darles la bienvenida a los visitantes es una virtud y un valor cardinal de la fe cristiana.
Dice Lucas que Jesús hablaba una vez con un maestro de la ley, o sea, con un abogado, que le preguntó qué debía hacer para obtener la vida eterna. Jesús le dijo: “¿Qué enseñó Moisés en la escritura hebrea?” Y el abogado le respondió: “Ama al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo”.
Y Jesús le dijo: “Haz eso, y vivirás”.
Pero el abogado le preguntó: “¿Quién es mi prójimo?” Él quería una definición
más precisa. “¿Quién es mi prójimo?” Y entonces Jesús relata la Parábola del Buen Samaritano: Una persona ayuda a alguien que es totalmente diferente, que no es ni de su tribu, ni nacionalidad, ni religión. Ni siquiera un amigo. Y al final de la parábola Jesús le preguntó: “¿Quién se hizo prójimo de aquel hombre necesitado?” Y el abogado dijo: “Bueno, él que [realmente] mostró compasión”.
Y Jesús le dijo: “Pues ve y haz tú lo mismo”.
La Parábola del Buen Samaritano nos invita, llama y desafía a hacernos prójimo de nuestros vecinos.
Parte de este prójimo está en la frontera y parte son los que han inmigrado a este país, y viven en nuestros vecindarios y ciudades, en nuestras comunidades y estados. Mostrarles compasión es obedecer a Jesús. Ve y haz tú lo mismo.
Muestra compasión. Muestra piedad. Ayuda a tu prójimo. Ayuda al extranjero. Ama al Señor tu Dios y ama a tu prójimo como a ti mismo.
Encuentre información sobre migración, refugiados e inmigración y formas en las que puede tomar medidas por su cuenta aquí y aquí.