Presiding Bishop Michael Curry: Statement in support of the advocacy of the people of Standing Rock Sioux Reservation
Episcopal Church Presiding Bishop and Primate Michael Curry has issued the following statement in support of the advocacy of the people of Standing Rock Sioux Reservation.
“Water is a gift from the creator, respect it, and protect it.” I was deeply moved by these words printed on the sign of a person standing with hundreds of others to protect the Missouri River. In the Episcopal Church, when we baptize a new follower of Jesus Christ, we pray these words over the water of baptism. “We thank you, Almighty God, for the gift of water.” We then recall how God used water to bless his people in the Bible, from the story of creation in Genesis, the emancipation of Hebrew slaves in Exodus, to the baptism of the Lord Jesus in the River Jordan. Indeed, “Water is a gift from the creator.” To sustain it and to protect it is to “safeguard the integrity of God’s creation,” and therefore to protect human and other forms of life created by Almighty God. That work warrants our full and prayerful support.
The people of Standing Rock Sioux Reservation, standing in solidarity with hundreds of other indigenous nations and allies, are calling us anew to respect and protect this sacred gift of God, and in so doing to respect and protect God’s gift of human life. In protesting the construction of the Dakota Access Pipeline, they recognize the gift of water to all of us, a gift given to us by our Creator. The Sioux remind us “mni wiconi” or “water is life.” This God-given resource courses through our mighty rivers and our human veins, working to renew and reinvigorate all of creation.
We are called to do our part to urge decision makers to recognize and honor the efforts to protect the sacred water and burial grounds threatened by the Dakota Access Pipeline. The Pipeline, if completed, would stretch over one thousand miles and transport 540,000 barrels of crude oil through hallowed North Dakota burial grounds every day. A rupture in its infrastructure could wreak untold havoc on the Sioux and catastrophically pollute the Missouri River, a sacred tributary that the Sioux people depend upon for their daily water.
I stand with the people of Standing Rock in their efforts to respect and protect the Missouri River. We know that the right to clean water is an internationally recognized human right and that all too often indigenous communities, other people of color, and our most vulnerable communities throughout the world are the ones most at risk of losing access to clean water. As we join the people of Standing Rock, we also recognize that their stand is one that joins the fight for racial justice and reconciliation with climate justice and caring for God’s creation as a matter of stewardship.
This stand of men, women and children is also an important moment in the life of indigenous people. The Sioux people’s advocacy efforts to protect the Missouri River and the sacred burial grounds threatened by the oil pipeline is truly historic. Leaders of Standing Rock observe that it’s been over 140 years since such a unified call for respect and justice has been made. The Episcopal Church has a long record of advocating that government, corporations and other societal players respect the treaty rights of Native peoples. Standing alongside our Sioux brothers and sisters, we continue this legacy today.
The people of Standing Rock Sioux Reservation are calling us now to stand with Native peoples, not only for their sakes, but for the sake of God’s creation, for the sake of the entire human family, and for the children and generations of children yet unborn. The legendary Sioux Chief Sitting Bull reminds us: “Let us put our minds together and see what life we can make for our children.” There is the urgent need of this calling.
So, while we cannot all physically stand in the Camp of Sacred Stones today, let us hold, both in spoken word and silent prayer, the aspirations of the Sioux people and urge our policymakers to protect and responsibly steward our water, the sacred gift from God that sustains us all.
+Michael B. Curry
Presiding Bishop and Primate
The Episcopal Church
Declaración del obispo primado Michael Curry en apoyo de la campaña del pueblo de la reserva sioux de Roca Enhiesta
August 25, 2016
Michael Curry, obispo presidente y primado de la Iglesia Episcopal, ha emitido la siguiente declaración en apoyo de la campaña del pueblo de la reserva sioux de Roca Enhiesta [Standing Rock].
“El agua es un don del creador, respétenla y protéjanla”. Me conmovieron profundamente estas palabras impresas en el cártel que sostenía una persona, en medio de centenares de otras personas para proteger el río Misurí. En la Iglesia Episcopal, cuando bautizamos a un nuevo seguidor de Jesucristo, rezamos estas palabras sobre el agua del bautismo: “Te damos gracias, Padre Todopoderoso, por el don del agua”. Luego recordamos cómo Dios usó el agua para bendecir a su pueblo en la Biblia, desde el relato de la creación en el Génesis, pasando por la emancipación de los esclavos hebreos en el Éxodo, hasta el bautismo del Señor Jesús en el río Jordán. En verdad, “el agua es un don del Creador”. Para conservarla y protegerla hay que “salvaguardar la creación de Dios” y por tanto proteger la vida humana y otras formas de vida creadas por el Dios Todopoderoso. Esa labor justifica nuestro pleno y piadoso apoyo.
El pueblo de la reserva siux de Roca Enhiesta, en solidaridad con cientos de otras naciones indígenas y sus aliados, nos llama una vez más a respetar y proteger este sagrado don de Dios, y al hacerlo respetamos y protegemos el don de la vida humana dado por Dios. Al protestar por la construcción del llamado Oleoducto para el Acceso a las Dakotas [Dakota Access Pipeline], reconocen el don del agua para todos nosotros, un don dado a nosotros por nuestro Creador. Los sioux nos recuerdan que “mni wiconi”, es decir, que “el agua es la vida”. Este recurso dado por Dios corre a través de nuestros majestuosos ríos y nuestras venas humanas, esforzándose por renovar y revitalizar a toda la creación.
Somos llamados a hacer nuestra parte al instar a los legisladores a que reconozcan y respeten los esfuerzos para proteger el agua sagrada y los cementerios [indígenas] amenazados por el Oleoducto para el Acceso a las Dakotas. El oleoducto, si llega a terminarse, se extendería a lo largo de más de 2.000 kilómetros y transportaría diariamente 540.000 barriles de petróleo crudo a través de los cementerios de Dakota del Norte. Una ruptura de su infraestructura podría causar indecibles estragos a los sioux y contaminar catastróficamente el río Misurí, un tributario sagrado del que el pueblo sioux depende para su consumo diario de agua.
Estoy con el pueblo de Roca Enhiesta en su empeño de respetar y proteger el río Misurí. Sabemos que el derecho al agua potable es un derecho humano reconocido internacionalmente y que con demasiada frecuencia las comunidades indígenas, otros pueblos de color y nuestras comunidades más vulnerables a través del mundo son las que corren mayor peligro de perder el acceso al agua potable. Al tiempo que nos solidarizamos con el pueblo de Roca Enhiesta, también reconocemos que su posición es la misma que nos une en la lucha en pro de la justicia y la reconciliación raciales en un clima de justicia y cuidado para la creación de Dios como una cuestión de mayordomía.
Esta posición de hombres, mujeres y niños es también un momento importante de la vida del pueblo indígena. Los empeños del pueblo sioux para proteger el río Misurí y sus sagrados cementerios amenazados por el oleoducto son ciertamente históricos. Los líderes de Roca Enhiesta apuntan que han pasado más de 140 años desde que se hiciera un llamado unificado en pro de la justicia y del respeto. La Iglesia Episcopal tiene una larga trayectoria de abogar porque el gobierno, las corporaciones y otros actores sociales respeten los derechos de los pueblos nativos reconocidos por los tratados. Al solidarizarnos con nuestros hermanos y hermanas sioux, continuamos hoy este legado.
El pueblo de la reserva sioux de Roca Enhiesta nos llama ahora a solidarizarnos con los pueblos nativos, no sólo en beneficio suyo, sino por el bien de la creación de Dios, por el bien de toda la familia humana, y por los niños y las generaciones de niños que aún no han nacido. El legendario jefe sioux Toro Sentado nos recuerda: “Juntemos nuestras mentes y veamos la vida que podemos hacer para [beneficio de] nuestros hijos”. Hay una urgente necesidad de este llamado.
De manera que, si bien no podemos estar todos hoy, físicamente, en el Campo de las Piedras Sagradas, sostengamos, tanto con palabras como en la oración silenciosa, las aspiraciones del pueblo sioux e instemos a los legisladores a proteger y administrar responsablemente nuestra agua, el don sagrado de Dios que nos sostiene a todos.
+Michael B. Curry
Obispo Presidente y Primado
de la Iglesia Episcopal