Filmed on Palm Sunday during his visit to the Holy Land, Episcopal Church Presiding Bishop and Primate Michael Curry delivered his Easter 2018 Message while standing outside of St. George’s Cathedral in Jerusalem.
“Hatred does not have the last word,” the Presiding Bishop said. “Violence does not have the last word. Bigotry does not have the last word. Sin, evil do not have the last word. The last word is God, and God is love.”
The Presiding Bishop is traveling in the Holy Land during Holy Week.
The Festive day of Easter is Sunday, April 1.
The following is the text of the Presiding Bishop’s Easter 2018 Message:
Hello on Palm Sunday from St George’s Cathedral in Jerusalem.
There is a passage in the 27th Chapter of Matthew’s gospel where religious leaders, political leaders come together once again after Jesus has been crucified and executed, after he had been buried in the tomb. Once again they come together to seal the tomb, to make sure not even a rumor of his resurrection will happen. And this is what some of them say:
Therefore command the tomb to be made secure until the third day. Otherwise, his disciples may go and steal him away and tell the people he has been raised from the dead. And the last deception will be the worse than the first.
It is easy to overlook, and sometimes convenient to forget, that Jesus was executed, Jesus was crucified by an unholy alliance of religion, politics, and economic self-interest.
Politics represented in Pontius Pilate, governor of the Roman Empire, representative of that very empire and all of its power.
King Herod, who heard Jesus at one of the trials, representative of the Herodian and economic self-interest at the time.
The Chief Priest, representative of religious aristocracies who had a vested interest in the status quo.
These three powers came together – economic, religious and political – to crucify the one who taught love the lord your God, love your neighbor, and actually live that way.
The truth is the message of Jesus was unsettling to the world then as it is unsettling to the world now. And yet that very message is the only source of hope in life for the way of the cross, the way of unselfish living, the way of sacrificial living, seeking the good, the welfare of the other before one’s own unenlightened self-interest. That way of the cross is the way of love. That is the nature of love. And that way is the only hope for the entire human family.
The reality is the way of Jesus was a threat to the way that the world is, and hope for the way the world can and will be.
But on that third day after the crucifixion, when by the titanic power of God, by the power of the love of God, Jesus was raised from the dead. God sent a message and declared that death does not have the last word. Hatred does not have the last word. Violence does not have the last word. Bigotry does not have the last word. Sin, evil do not have the last word. The last word is God, and God is love.
On our pilgrimage here, we stopped and spent two days in Jordan. In Amman, Jordan, we were able to spend some sacred and blessed and painful time with Iraqi Christians. These are Christians, many of whom are Anglican, who have fled their country in Iraq because of war and violence and hatred and desecration. They have given up everything, refusing to renounce their faith in Jesus Christ. And there in Jordan, with the help of the Anglican Church there and many other relief agencies, they are at least safe, hoping to find safe and permanent homes in other countries.
In the course of our conversations, and listening to them, at one point I found myself quoting a hymn, a song that many folk have heard around Easter, certainly in our country. And I didn’t expect a response. You probably know how it goes – it says, “because he lives,” referring to Jesus and his resurrection, “because he lives, I can face tomorrow.” When I quoted that song, those who have lost their homes, people who have lost everything except life itself, those who have lost loved ones, actually responded to the words of that song. When I said, “Because He lives I can face tomorrow.” When I said Jesus is alive, He’s been raised from the dead, I saw them lift up their heads and respond with the words amen, hallelujah.
My brothers and sisters, evil could not stop him. Death could not stop him. Violence could not stop him. For the love of God, the heart of God, the reality of God is stronger than anything else. And Jesus really rose from the dead on that first resurrection morning.
God love you. God bless you. And, may this Easter season be the first day of the rest of our lives.
Amen.
The Most Rev. Michael B. Curry
Presiding Bishop and Primate
The Episcopal Church
Mensaje de Pascua 2018 del obispo primado Curry desde Tierra Santa
“El odio no tiene la última palabra. La violencia no tiene la última palabra. La intolerancia no tiene la última palabra. El pecado y el mal no tienen la última palabra. Dios es la última palabra y Dios es amor”.March 26, 2018
El obispo presidente y primado de la Iglesia Episcopal Michael Curry leyó su mensaje de Pascua 2018, de pie frente a la catedral anglicana de San Jorge [St. George] en Jerusalén. [El mensaje] fue filmado el Domingo de Ramos durante su visita a Tierra Santa.
“El odio no tiene la última palabra. La violencia no tiene la última palabra. La intolerancia no tiene la última palabra. El pecado y el mal no tienen la última palabra. Dios es la última palabra y Dios es amor”.
El Obispo Primado está recorriendo Tierra Santa durante la Semana Santa.
El feriado de Pascua se celebra el domingo 1 de abril.
A continuación, el texto del mensaje de Pascua 2018 del Obispo Primado:
Saludos este Domingo de Ramos desde la catedral de san Jorge en Jerusalén.
Hay un pasaje en el capítulo 27 del Evangelio de Mateo en que los líderes religiosos y políticos se vuelven a reunir después de la crucifixión y ejecución de Jesús, después de haberlo puesto en el sepulcro. Una vez más se juntan para sellar la tumba y asegurarse de que no se propague ni siquiera un rumor de su resurrección. Y esto es lo que algunos de ellos dicen:
Por lo tanto, mandé que se selle el sepulcro hasta el tercer día. No sea que vengan sus discípulos se roben el cuerpo y le digan al pueblo que él ha resucitado de entre los muertos. Y este último engaño sería peor que el primero.
Es fácil pasar por alto, y algunas veces cómodo olvidar, que Jesús fue ejecutado, que Jesús fue crucificado por una alianza impía de la religión, la política y los mezquinos intereses económicos.
La política encarnada en Poncio Pilato, gobernador del Imperio Romano, y, como tal, representante de ese imperio y de todo su poder.
El rey Herodes, que escuchó a Jesús en uno de sus juicios, representante de los herodianos y de los mezquinos intereses económicos de ese tiempo.
El Sumo Sacerdote representante de la aristocracia religiosa que tenía un interés particular en mantener el statu quo.
Estos tres poderes —económico, religioso y político— se juntaron para crucificar a quien predicó el amor al Señor tu Dios, el amor al prójimo y que vivió acorde a esas enseñanzas.
La verdad es que el mensaje de Jesús era perturbador para el mundo de entonces al igual que lo es ahora. Y sin embargo ese mismo mensaje es la única fuente de esperanza en la vida para el camino de la cruz, el camino para vivir una vida libre de egoísmos, el camino para vivir una vida de sacrificio que busca el bien y bienestar de los demás, [el camino] libre del enfoque egoísta de los intereses propios. El camino de la cruz es el camino del amor. Esa es la naturaleza del amor. Y esa senda es la única esperanza para toda la familia humana.
La verdad es que el camino de Jesús era una amenaza para el mundo como era y al mismo tiempo representa la esperanza de la manera en que el mundo puede y debe ser.
Pero en ese tercer día después de la crucifixión, cuando por el poder titánico de Dios, por el poder del amor de Dios, Jesús resucitó de entre los muertos, Dios envió un mensaje y declaró que la muerte no tiene la última palabra. El odio no tiene la última palabra. La violencia no tiene la última palabra. La intolerancia no tiene la última palabra. El pecado y el mal no tienen la última palabra. La última palabra la tiene Dios y Dios es amor.
En nuestra peregrinación pasamos dos días en Jordania. En Amán en Jordania pudimos pasar algún tiempo sagrado y bendito, pero también doloroso con los cristianos iraquíes. Estos cristianos, muchos de los cuales son anglicanos, han tenido que huir de su país, Irak por causa de la guerra, la violencia, el odio y la profanación. Han renunciado a todo por no renunciar a su fe en Jesucristo. Y allá en Jordania con la ayuda de la Iglesia Anglicana y de muchas otras agencias de socorro, están por lo menos a salvo y esperan encontrar hogares seguros y permanentes en otros países.
Durante nuestras conversaciones, y al escucharlos, en un cierto momento, encontré que estaba citando un himno, una canción que muchas personas han escuchado en Pascua, al menos en nuestro país. Y no esperé que contestaran. Ustedes probablemente saben cómo va, dice “porque él vive”, refiriéndose a Jesús y a su resurrección, “porque él vive puedo enfrentar el mañana” Cuando yo cité esa canción, aquellos que han perdido sus hogares, las personas que lo han perdido todo excepto sus vidas, los que han perdido sus seres queridos, respondieron a las palabras de esa canción. Cuando yo dije “Porque él vive puedo enfrentar el mañana”, cuando yo dije Jesús está vivo, que se ha levantado de entre los muertos, los vi alzar sus rostros y responder con las palabras amén y aleluya.
Mis hermanos y hermanas, el mal no pudo detenerlo. La muerte no pudo detenerlo. La violencia no pudo detenerlo. Porque el amor de Dios, el corazón de Dios, la realidad de Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Y Jesús se levantó de entre los muertos en esa primera mañana de resurrección.
Dios les ama. Dios les bendiga Y que esta estación de Pascua sea el primer día del resto de nuestras vidas.
Amén.
El Ilustrísimo Michael B. Curry
Obispo Presidente y Primado
de la Iglesia Episcopal