Almighty God, heavenly Father, you have blessed us with the joy and care of children: Give us calm strength and patient wisdom as we bring them up, that we may teach them to love whatever is just and true and good, following the example of our Savior Jesus Christ. Amen.
Book of Common Prayer, pg. 829
Children are a gift from God. They add light and optimism and color to our lives. Their closeness to God can be observed in their warm smiles, their infectious laughter, and the hugs and kisses they share with loved ones. Caring for children is one of the most sacred obligations we have as adults. Yet, compared to other highly developed nations, the United States lags in terms of its support for the well-being of children.
According to the “State of America’s Children” report by the Children’s Defense Fund, minors under the age of 18 are the poorest age group in the country. This high poverty rate disproportionately affects American children of color, since nearly half of our children, and most of our children under age 5, are nonwhite. As a result of poverty, children face severe challenges in the spheres of housing security, nutrition and hunger, health, child welfare, and education.
The impact of poverty-related challenges reverberates for children throughout their lives. A child that grows up without enough food to eat, in an unsafe home environment, or with a lackluster education is statistically more likely to end up incarcerated, unable to maintain healthy relationships, and with fewer skills to achieve gainful employment. Children facing the same challenges in low- and middle-income countries experience similar results. These outcomes impact all our lives. The more trauma a child experiences, the more challenging it is for them to overcome these obstacles and live a healthy, flourishing life.
This series will explore the challenges facing America’s kids and children the world over, as well as some of the policies aimed at addressing the obstacles we face to ensure children receive the best start they can in life. There are areas where we have seen some success, and we will probe those as we seek to encourage our policymakers to invest more in our children. As Christians, we seek to imitate the Savior who said, “suffer the little children to come unto me, and forbid them not: for of such is the kingdom of God.” We want a world in which all children can thrive, achieve their wildest dreams, and live in the dignity and fullness for which God created them.
Next in the Series:
EPPN Series on Children: Child Poverty: A Terrible Status Quo
Dios todopoderoso, Padre celestial, que nos has bendecido con el gozo y el cuidado de los niños: Danos fortaleza serena y sabiduría paciente al criarlos, a fin de enseñarles a que amen todo lo que es justo, verdadero y bueno, siguiendo el ejemplo de nuestro Salvador Jesucristo. Amén. Libro de Oración Común, pág. 720
Los niños son un regalo de Dios. Añaden luz, optimismo y color a nuestras vidas. Su cercanía a Dios se puede observar en sus cálidas sonrisas, su risa contagiosa y los abrazos y besos que comparten con sus seres queridos. El cuidado de los niños es una de las obligaciones más sagradas que tenemos como adultos. Sin embargo, en comparación con otras naciones altamente desarrolladas, Estados Unidos está rezagado en cuanto a su apoyo para el bienestar de los niños.
Según el informe del Fondo para la Defensa de la Infancia “State of America’s Children”, los menores de 18 años son el grupo de edad más pobre del país. Esta alta tasa de pobreza afecta de manera desproporcionada a los niños estadounidenses de color, ya que casi la mitad de ellos, y la mayoría de los niños menores de 5 años, no son blancos. Como resultado de la pobreza, los niños enfrentan severos desafíos en las esferas de seguridad de vivienda, nutrición y hambre, salud, bienestar infantil y educación.
El impacto de los desafíos relacionados con la pobreza repercute en los niños durante toda la vida. Un niño que crece sin suficientes alimentos para comer, en un entorno familiar inseguro o con una educación deficiente tiene estadísticamente más probabilidades de terminar encarcelado, ser incapaz de mantener relaciones saludables y con menos habilidades para lograr un empleo remunerado. Los niños que enfrentan los mismos desafíos en países de bajos y medianos ingresos experimentan resultados similares. Estos resultados impactan todas nuestras vidas. Cuanto más trauma experimenta un niño, más difícil es para ellos superar estos obstáculos y vivir una vida saludable y próspera.
Esta serie explorará los desafíos que enfrentan los niños estadounidenses y los niños de todo el mundo, así como algunas de las políticas destinadas a abordar los desafíos profundos que enfrentamos para garantizar que los niños reciban el mejor comienzo posible en la vida. Hay áreas en que hemos visto algunos éxitos, y las investigaremos mientras tratamos de alentar a nuestros legisladores a que inviertan más en nuestros niños. Como pueblo cristiano, buscamos imitar al Salvador que dijo: “Dejad a los niños que vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios”. Queremos un mundo en el que todos los niños prosperen, alcancen sus sueños más fantásticos y vivan en la dignidad y plenitud que Dios creó para que ellos la vivan.
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