Day of Ascension – Global Episcopal Mission Network
Are you feeling high and lifted up, in this rarefied air, at the end of a stimulating and encouraging conference? It’s a good day to celebrate Ascension. Yet we have to recognize that the band of disciples who hung around Jerusalem after Jesus’ execution didn’t always feel terribly inspired or hopeful. They had a few encounters with the risen one, but they didn’t always recognize him, and even when he told them who he was, they weren’t always certain. Now he’s physically gone from their midst, and they’ve been told to wait in Jerusalem until they get some strength and comfort. How long will they wait? Who knows?
Well, friends, I think you’ve found some powerful assurance in these last few days. For one, you’re not alone. There is quite a team gathered here, and it represents a much larger network of missioners and disciples. This body is like the handful of disciples watching Jesus rise into the clouds. There are some wonderful old paintings and stained-glass windows that show just his feet, hanging out from under the cloud into which he’s disappeared. Those feet are here, along with Jesus’ hands and heart and spirit. In a very real sense, those disciples couldn’t get to work until Jesus left – while he was there, they wanted him to fix everything. He kept telling them, “you feed them” and “you heal them,” but they never really got started until he was no longer there to do it for them.
Did you notice what they say to him? “Lord, is this the time when you will restore the kingdom to Israel?” They want to know if it’s all over, if they can knock off work and go fishing, or take a vacation because everything’s been fixed. And Jesus goes on to tell them that nobody but God knows when the work will be finished, but strength and power is coming in the form of Holy Spirit. And when that happens it’ll be time to really get to work – telling the world about what God is doing, and not just here, but everywhere, all across the known world!
This gathering has been a way to equip that band of witnesses – with hope, courage, and the boldness of the holy spirit – a reminder that no one goes alone, and that we are an community of solidarity, interdependent in all we are and do. We share a vision of healed world where no one is hungry, ill, oppressed, or excluded from the blessings of creation or abundant life, because we are created to live in a community of justice and peace. We’ve been given a great fount of wisdom and blessing in this interconnected body, infused with resurrection hope. The only question is whether we’re willing to put that fund of hope and blessing to work.
The body gathered here has learned new skills, made new connections, seen remarkable mission in action, and built and strengthened relationships for God’s work of healing. As you return home filled with hope and possibility, remember to share these new gifts with other partners who weren’t here in person, and to keep learning from others out there in the global mission field. Some are laboring in the field of human trafficking, some teach others to grow food or harvest water more effectively, some plot economic development for the poorest, and some figure out how to fund all of it. Others are waging peace in Korea, Pakistan, South Africa, or the Middle East. In some parts of the world, those who vaccinate children or educate girls or liberate the poor are offering their very lives out of this audacious and holy hope. In all those labors we believe that God has given us what is necessary. We believe this underlies efforts toward self-sustainability.
God can use your gifts, whatever they are. God can use your gifts, if you’re willing to connect with other witnesses to resurrection hope. God can use your gifts, your skills, and your life, and will use them as soon as you know the power of Holy Spirit. Recognize the boldness that is coming with tongues of fire, and use it in every part of God’s global mission field. Jesus is risen and ascended, and his body remains here, healing, teaching, feeding the hungry, delivering prisoners, and laboring for justice. Together Christ’s body can and will reconcile and heal this world. ¡Si, se puede!
Día de la Ascensión – Red de Misión Episcopal Global
¿Se siente tan grande y elevado, en este aire enrarecido, al final de una conferencia estimulante y alentadora? Es un buen día para celebrar la Ascensión. Sin embargo, tenemos que reconocer que la banda de discípulos que colgaba alrededor de Jerusalén después de la ejecución de Jesús no siempre se siente terriblemente inspirado o llena de esperanza. Ellos encontraron algunas veces con el Resucitado, pero no todavía lo reconocen, e incluso cuando les dijo quién era, ellos no siempre tenían confianza. Ahora se ha salido físicamente de entre ellos, y el les ha dicho que deberían esperar en Jerusalén hasta que consiguen algo de fuerza y consuelo. ¿Cuánto tiempo van a esperar? ¿Quién sabe?
Bueno, amigos y amigas, creo que ustedes han encontrado una poderosa garantía en estos últimos días. Por un lado, ustedes no están solo. Hay un buen equipo aquí reunidos, y representa una red mucho más grande, compuesto de misioneros y discípulos. Este cuerpo es como un bando de discípulos viendo a Jesús subiendo en las nubes. Hay algunas pinturas antiguas y ventanas con vidrios de colores que muestran sólo los pies de Jesús, colgando debajo de la nube en la que ha desaparecido. Pero los pies de Jesús están aquí, junto con sus manos y su corazón y el espíritu de Jesús. En el caso muy real, los discípulos no podían ir a trabajar hasta que Jesús dejó – mientras él estaba allí, querían que arreglar todo – en lugar de ellos. Siempre le decía a ellos, “les dan de comer” y “ustedes les sanen,” pero en realidad nunca se inició hasta que ya no estaba allí haciéndolo por ellos.
¿Se dieron cuenta de lo que le dijeron? “Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino de Israel?” Quieren saber si el trabajo es terminado, si se puede sentarse o tomar unas vacaciones, porque todo se ha arreglado. Y Jesús les dice a ellos que nadie más que Dios sabe cuándo estará terminado el trabajo, pero ellos van a recibir la fuerza y el poder que viene en forma de Espíritu Santo. Y cuando eso ocurre, será el momento para realmente llegar a trabajar – anunciando al mundo lo que Dios está haciendo, y no sólo aquí, sino en todas partes, en todo el mundo conocido!
Este encuentro ha sido una manera de dotar a esa banda de testigos – con la esperanza, coraje y el audaz del espíritu santo – un recordatorio de que nadie camina solo, y que somos una comunidad de solidaridad, interdependiente en todo lo que somos y hacemos. Compartimos una visión del mundo sanado donde nadie tiene hambre, nadie es enfermo, oprimido o excluido de las bendiciones de la creación o la vida abundante. Contamos en esa visión porque creemos que estamos creados para vivir en una comunidad de la justicia y la paz. Se nos ha dado una gran fuente de sabiduría y bendición en este cuerpo interconectado, impregnada de esperanza de la resurrección. La única pregunta es si estamos dispuestos a poner ese fondo de esperanza y bendición al trabajo por esa visión divina.
El cuerpo reunido aquí ha aprendido nuevas habilidades, ha establecido nuevas relaciones, visto ejemplos poderosos de la misión en acción, y ha fortalecida relaciones para avanzar hasta el sueño de Dios. Al regresar a casa llenos de esperanza y posibilidades, debemos no olvidar compartir estas nuevas con otros socios que no estaban aquí en persona. Debemos también seguir aprendiendo de los demás que hay en el campo de la misión global. Algunos están trabajando en la trata de personas, algunos enseñan a otros a cultivar alimentos o cosechar agua con mayor eficacia, otros están planeando el desarrollo económico para los más pobres, y también la manera de financiar todo esto. Otros están librando la paz en Corea, Pakistán, África del Sur, o el Medio Oriente. En algunas partes del mundo, los que vacunar a los niños o educar a las niñas o liberar a los pobres están ofreciendo sus propias vidas de su audaz y santo esperanza. En todo, creemos que Dios nuestro Señor nos ha dado lo que necesitamos para hacer esto. Confiamos que esa verdad es la fundación del esfuerzo de autosostenibilidad.
Dios puede usar sus dones, cualesquiera que sean. Dios puede usar sus dones, si usted está dispuesto a conectarse con otros testigos de esperanza de la resurrección. Dios puede usar sus dones, habilidades, vida, y va a usarlos tan pronto como usted sabe el poder del espíritu santo. Reconozcan la audacia que viene con lenguas de fuego, y le usa en cada parte del campo mundial de misión de Dios. Jesús ha resucitado y ascendido, y su cuerpo se queda aquí, compartiendo en la curación, la enseñanza, la alimentación de los hambrientos, la entrega de prisioneros, y el trabajo por la justicia. Junto, el cuerpo de Cristo puede reconciliar y sanar este mundo. ¡Si, se puede!