¿Alguna vez has oído la expresión: “Estabas destinada a estar allí”? No creo que realmente nunca entendiera lo que eso significaba hasta que asistí a la conferencia Por Qué Servir del 2014. Espere, tal vez debería decir hasta que FINALMENTE asistí a la conferencia Por Qué Servir del 2014. Verá, hace unos años, cuando vivía en Dakota del Norte, dos personas, el Canónigo John Floberg y el fallecido reverendo Terry Star me la mencionaron. En sus propias palabras me dijeron: “Melissa, usted debiera asistir a la conferencia Por Qué Servir cuando tenga la oportunidad. Realmente le gustará”. Así fue cómo comencé mis aventuras de nuevo en la Iglesia Episcopal; entonces cumplía con el criterio de edad. ¡La próxima vez que pensé en asistir a la conferencia, me di cuenta de que era demasiado vieja! Lo que no me impidió desear y querer asistir. Mientras escuchaba a los demás compartir sus historias o sus experiencias sobre asistir a esta gran conferencia, pensé en lo maravilloso que sería asistir a esta, para poder crecer espiritualmente, y conocer a otras personas como yo.
¡Mi deseo se hizo realidad! (Gracias a la Diócesis de Dakota del Sur y a la Sra. Sarah Eagle Heart) finalmente asistí a la conferencia Por Qué Servir (aquí es donde la danza feliz tuvo lugar y todos gritamos ¡hurra!). Tengo que decir que mi tiempo pasado en California, en el Seminario de Teología del Pacífico, en mi mente, supera toda palabra, y en cierta manera que me dejó muda, en asombro. No fue hasta que recibí la confirmación de los planes del vuelo / alojamiento / conferencia cuando me di cuenta que en realidad iba. Una vez que lo comprendí, me tomé un segundo para dejarlo asentar. Derramé lágrimas de felicidad y tristeza; compartí con mi familia y amigos esta oportunidad; como siempre alentaron y apoyaron mis aventuras. También me acordé de mi pariente y amigo, el fallecido reverendo Terry Star, y recordé las muchas ideas, pensamientos y conversaciones que compartimos. Deseé poder compartir esto con él: “¡Mírame Terry! Por fin voy a ir a Por Qué Servir y no soy demasiado vieja (el asunto de la edad era una broma en curso entre nosotros)”. Fue desgarrador cuando entré a bordo del avión, y estoy segura de que cualquier evento futuro en la Iglesia será de esa manera pues Terry fue para mí una gran parte de la Iglesia Episcopal. Decidí en ese mismo momento que iba a ser más abierta a crecer y aprender todo lo que pudiera en los pocos días que estuviéramos allí. Fui con la mentalidad de “¿qué puedo traer de vuelta a los demás, el territorio indígena y nuestra juventud?” Después de todo, siento que he logrado eso. (Siento que mi cuaderno, lleno de ideas y pensamientos, totalmente afirman eso – ha-ha.)
A veces, durante la conferencia, nos reuníamos en grupos más pequeños para hablar; en las sesiones de trabajo en grupo, me sentía reacia a participar o discutir algunos temas (pero lo intenté). En algunos de los temas que no tenía ni idea de qué decir o me preguntaba si tenía la “respuesta correcta” y debía compartir (y compartí). Luego, otros temas eran tan fáciles y me sentí como si estuviera hablando con mis amigos de toda la vida sobre nuestra vida cotidiana; sabía que, no importaba lo que compartiera, yo estaba en buena compañía. También me di cuenta de lo mucho que me agradó el ser lectora; me encanta poder compartir las lecturas. No me encuentro lo suficientemente cómoda para “predicar” o tener mi propio sermón para el pueblo, pero estar involucrada con la iglesia de esta manera es para mí una buena opción.
Si tuviera que resumir mi experiencia, iría de esta manera: “California es un hermoso estado y el tiempo pasado en el CDSP fue una buena forma de pasar mi primera visita en la zona de San Francisco /Oakland. He crecido más en mi vida personal y espiritual. Conocí a mucha gente, tanto en la conferencia como en la comunidad. Vi los programas de llegar a la gente y la forma en que trajeron a las diferentes culturas a su iglesia; estuvo bien el ver los diferentes proyectos que han realizado con otros. Algunos me hicieron llorar; participé en una discusión de grupo, en la cual el grupo en que estaba enseñó a los lugareños quiénes éramos y de dónde veníamos. También tomé un tiempo para charlar con los otros miembros del grupo; escuché lo que otros están haciendo en sus propias comunidades, y también intercambié ideas para llevar a nuestras propias comunidades. Sé que puede sonar cliché, pero estoy verdaderamente bendecida por haber tenido esta experiencia y sé que estaba destinada a estar allí este año”.