Sermones que Iluminan

Propio 8 (C) – 2010

June 27, 2010

Leccionario Dominical, Año C
Preparado por el Rvdo. Rafael Garcia

1 Reyes 19:15-16, 19-21; Salmo 16; Gálatas 5:1, 13-25; San Lucas 9:51-62

Hoy celebramos esta Eucaristía y nos reunimos como hermanos y hermanas en Cristo y como hijos e hijas de un mismo Dios. Para así dar gracias por todas las bendiciones recibidas y también para pedir al Señor por nuestras necesidades y las del mundo entero.

Hoy la iglesia celebra el quinto domingo después de la gran fiesta de Pentecostés, fiesta que acentúa y acrecienta nuestro compromiso de fe y nuestro testimonio como bautizados y miembros del Cuerpo de Cristo, la iglesia.

Cada celebración eucarística es para nosotros un Pentecostés, pues en ella somos fortalecidos por el Espíritu Santo y apoyados por la comunidad.

Para empezar hoy, es necesario escuchar desde dentro de nuestro corazón con atención y alegría la Palabra de Dios y, especialmente, el Evangelio de Jesús. Durante toda la semana hemos visto la televisión, hemos escuchado la radio y hemos leído la prensa. Por lo que frecuentemente vivimos aturdidos e invadidos  por toda clase de mensajes, voces, ruidos, noticias, información y publicidad. Por lo que hoy necesitamos escuchar otra voz diferente que nos relaje, nos restaure y nos cure por dentro. Una voz que nos anime y nos acompañe y nos dé fuerzas para seguir nuestro camino de la mano del Señor.

A lo largo de toda la historia del cristianismo, las primeras generaciones cristianas nunca olvidaron que ser cristiano es seguir a Jesús y vivir como él. Así de claro y sencillo.

Unos lo dejaron todo y lo siguieron, otros ofrendaron su propia vida.

Es penoso que a lo largo de los años muchas veces la iglesia olvide esto con tanta frecuencia, en el día de hoy escuchamos como Lucas nos recuerda y le da tanta importancia a tres dichos de Jesús que aún resuenan en nuestros oídos.

El hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.

Deja que los muertos entierren a sus muertos.
El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios.

Por lo que estos consejos evangélicos nos orientan y ayudan a encaminar nuestra vida a un encuentro con Jesús más pleno, absoluto y radical.

Caminando a Jerusalén, el maestro se encuentra con tres discípulos que dialogan con él y a su vez él se muestra muy exigente con ellos. En la peregrinación hacia el reino de Dios, Jesús pide una entrega total. El que mira atrás o hacia otros intereses, no vale para el reino. Jesús pide una gran libertad y una generosa entrega.

Según el Evangelio, cuando Jesús llegó a Nazaret acompañado por sus discípulos, todos  quedaron sorprendidos por dos cosas: la sabiduría de su corazón y la fuerza curadora de sus manos. Era lo que más atraía a la gente. Jesús comunicaba su experiencia de Dios, lo que creía y lo que vivía y enseñaba a vivir bajo el signo del amor.

“Miren cómo se aman”, decían de los primeros cristianos. Esa era su marca y su señal distintiva; el amor.

Jesús no era un líder autoritario que imponía su poder, hay una gran diferencia entre autoridad y autoritarismo: la autoridad te la da la gente, el autoritarismo lo impones tú, Jesús tenía autoridad.

Jesús es un curador que sanaba la vida y aliviaba el sufrimiento. Y no podemos verlo como algo pasado y lejano. Aún hoy, él sana nuestra vida y nos acompaña en nuestro caminar cotidiano, sosteniéndonos, aliviándonos y cuidándonos “…yo estaré con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo”. Como dice en San Mateo, capítulo veinte y ocho, versículo veinte.  (San Mateo 28:20).

Estos tres dichos de Jesús, que meditamos hoy, nos impulsan a seguir reflexionando lo que significa para nosotros ser miembros del Cuerpo de Cristo, ser partes de este gran pueblo que es la iglesia.

Ser cristianos es ser seguidores y no solo seguidores sino portadores de Cristo.

Cuando nos bautizamos fuimos sumergidos en las aguas, ésta es una invitación a sumergirnos en Dios uno y trino, en un Dios que es familia y comunidad, solo así se puede entender a Jesús. A él no se le puede entender desde fuera. Hay que entrar en contacto con él. Dejar que nos transforme, que nos renueve. Dejar que vaya introduciendo poco a poco en nosotros cosas tan decisivas como la alegría de vivir, la compasión por los demás, y el amor a la humanidad.

Poner nuestra vida en sus manos y dejar que nos quite todo los que nos sobra y nos ponga todo lo que nos falta. Dejar que nos enseñe a vivir en la presencia amistosa y cercana de Dios.

Y que esta experiencia nos lleve a decirle Padre Nuestro.

Cuando uno se acerca a Jesús, no se siente atraído por una iglesia o por una doctrina, sino invitado a vivir de una manera nueva.

Hoy al cabo de tanto tiempo Jesús nos sigue diciendo que  “No tiene donde reclinar la cabeza”.

Seguir a Jesús solo se aprende siguiéndole, los discípulos lo aprendieron en los caminos ásperos de Galilea, sin perderlo de vista, sin quedarse lejos de él.

Este es el tiempo y el momento de volver a Jesús y buscar primero el reino de Dios. Sólo así nos colocaremos en la verdadera perspectiva para entender y vivir la fe cristiana como él quería.

Seguir a Jesús es algo que pertenece al ahora, es una decisión para hoy.

Jesús va camino de Jerusalén, ¿irá contigo o sin ti?


—  El Rvdo. Rafael Garcia tiene 37 años de edad, es cubano, casado, tiene dos hijos, es sacerdote ordenado, es Licenciado en Teología del Seminario Ecuménico de Matanzas, Cuba, y actualmente es el Sacerdote Encargado de la Iglesia Holy Comforter (el Santo Consolador) en La Pequeña Habana, Miami, La Florida.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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