Propio 20 (C) – 2013
September 23, 2013
Este domingo el evangelio nos presenta el tema de nuestra relación con el dinero. Y para empezar quiero preguntarles ¿quién no tiene problemas con el dinero? Creo que todos tenemos que ver con esto porque todos quisiéramos tener un poco más de lo que tenemos y quizás algunos que tienen suficiente, siguen pensando qué hacer con lo que tienen.
Así como lo es hoy, el dinero ha sido un problema en todos los tiempos y, por lo mismo, en el tiempo de Jesús lo era también. El evangelio termina con una frase que nos sirve de guía para nuestra vida diaria: “Ningún siervo puede servir a dos patrones, porque necesariamente odiará a uno y amará al otro…ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero”. Con esta frase nos preguntamos: ¿quién es nuestro patrón? ¿A quién le dedicamos nuestro mayor tiempo y le entregamos nuestro corazón? ¿Quién se convierte en regidor de mis sueños y de mis esfuerzos? En nuestra respuesta a estas preguntas tenemos que re encontrarnos con la jerarquía de valores que aceptamos.
No cabe duda que el dinero forma parte de nuestra vida diaria y no podemos vivir sin él, esto nos hace estar en relación con el dinero. El evangelio nos dice que esta relación no puede ser la de patrón de nuestra vida; entonces nos preguntamos ¿cómo debe de ser nuestra relación con el dinero?
Lucas, al escribir este evangelio, ha presentado un tema central que va a estar detrás de todo lo que dice, y este es el tema del “reino de Dios” como un nuevo orden de todas las cosas en donde las relaciones de las personas tienen prioridad y estas relaciones son basadas en el amor de unos a otros, en relaciones de igualdad en donde nos tratamos con justicia y en donde se crea una paz duradera.
Lucas nos presenta a Jesús anunciando el reino y podríamos decir que está al servicio del reino de Dios, esto rige su vida, sus acciones y su mensaje. Así que en Jesús encontramos con claridad quién es el patrón de su vida, ya que su vida está consagrada a hacer presente el reino de Dios. Y es a partir de su dedicación al reino de Dios donde encontramos su relación con el dinero.
Recordamos frases como: “Busca primero el reino de Dios y su justicia y todo lo demás se te dará por añadidura” (Mateo 6:33; Lucas 12:31). Cuando Jesús envía a sus discípulos les dice: “No lleven bolsa, ni alforja ni sandalias…al entrar a cualquier casa bendíganla…y coman de lo que les ofrezcan pues el obrero merece su salario” (Lucas 10:7; Mateo 10:9-10). Si se busca el reino de Dios y se trabaja por el reino de Dios, no faltará lo necesario. La jerarquía de valores es clara, primero es Dios. Él es el patrón de nuestras vidas y en Él tenemos sentido y dirección. Desde esta perspectiva entonces podemos analizar nuestra relación con el dinero. Y podemos decir que es una relación en la que buscamos lo necesario para vivir.
Lucas, el evangelista de este texto de hoy, reúne dos parábolas en una: la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30; Lucas 19:11-27) y la parábola del administrador de la viña (Mateo 20:1-16). Para explicar la relación con el dinero nos habla de un administrador, que, en el texto de hoy, es un abusador y desobligado que ha estado estafando a su patrón, pero el patrón le pide cuentas de su administración porque va a ser despedido. Y en este momento de desesperación realiza algo extraño, pues les rebaja la deuda a los que le debían a su patrón, por lo que recupera dinero que estaba perdido y al mismo tiempo entabla contacto con los deudores, buscando que ellos lo puedan ayudar cuando se vea sin trabajo. Por esta acción el patrón termina alabándolo. “Utilicen el dinero sucio haciéndose amigos para que cuando les llegue a faltar, los reciban a ustedes en las moradas eternas” (v.9).
Lo primero que resalta es la palabra de administrador: esto significa que el dueño es otro. En el texto de hoy es un rico para quien el administrador trabaja. En nuestra vida actual el dueño de todo es Dios y nosotros somos sus administradores. Se nos encomienda lo que tenemos, para cuidarlo y usarlo pero el dueño sigue siendo Dios a quien le tenemos que reportar todo lo que nos ha encomendado. Y aquí entonces encontramos ya la dimensión de nuestra relación con el dinero, solamente somos administradores que tenemos que cuidar de ese dinero. El dinero nos obtiene cosas elementales para vivir y aquí es importante resaltar lo que es necesario.
En las palabras de Jesús, lo necesario vendrá si buscamos el reino de Dios y su justicia, es decir, si vivimos haciendo el bien. Por ello, lo primario de nuestra vida son las relaciones que tenemos con los demás. Cuando nos ayudamos, compartimos y somos justos unos con otros entramos en la dimensión del reino de Dios. Se manifiesta entre nosotros una manera de vivir no basada en el dinero sino en las relaciones fraternas de apoyo y confianza. Esto es lo que significa esa frase de “utilicen el dinero sucio, para hacerse amigos…” v.9. Quiere decir que aún el dinero se convierte en instrumento de algo más noble que serán las relaciones humanas.
Cuando Dios es nuestro patrón y buscamos el reino de Dios como lo primario en nuestra vida, entonces la prioridad son las relaciones humanas. Por ello, tenemos que aprender a vernos como hermanos y hermanas y tratarnos con ese respeto y dignidad. El misterio entonces es que no nos faltará lo necesario cuando hacemos esto.
En el evangelio, el patrón termina alabando al administrador por lo que hizo, ya que recobra parte del dinero y ve que el administrador ha entablado nuevas relaciones con los deudores. Ha sacado provecho de sus relaciones sociales que en realidad es la finalidad y el dinero solo el medio. Pero de esta manera ha cumplido con el patrón. Y termina diciendo: “que el que ha sido digno de confianza en cosas sin importancia, será digno de confianza también en las importantes; y el que no ha sido honrado en las cosas mínimas, tampoco será honrado en las cosas importantes”.
Como conclusión: ante la pregunta de ¿cuál es nuestra relación con el dinero? Respondemos que es solamente un medio que está al servicio de cada uno de nosotros, que se nos ha encomendado como administradores y como tal lo tenemos que usar y cuidar. Nosotros, como Jesús, estamos al servicio del reino de Dios en el que las relaciones humanas son la prioridad y en donde encontraremos nuestra mejor felicidad y satisfacción. Y desde nuestra relación con Dios y desde Él nos relacionamos con todo lo demás incluyendo al dinero. Por lo que decimos que no servimos a dos patrones, sino que nuestro patrón y guía es Dios y desde Él usamos todo lo demás como administradores.
“Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al dinero”.
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