Propio 18 (C) – 2010
September 05, 2010
Leccionario Dominical, Año C
Preparado por el Rvdo. Vincent Schwahn
Jeremías 18:1-11 y Salmo 139:1-5, 13-17 (o Deuteronomio 30:15-20 y Salmo 1); Filemón 1-20; Lucas 14:25-33
Las cruces vienen en muchas y variadas formas, y muchas veces nos llegan cuando menos lo esperamos, sea una llamada por teléfono, un accidente, una noticia inesperada, así nos enteramos de muchas cosas, una enfermedad, la pérdida de un trabajo, la muerte de un ser querido, el divorcio o separación de una pareja, una deuda que se nos presenta… miles de cruces grandes y chicas que se nos cruzan en el camino…
La vida en sí… lleva siempre muchas sorpresas y momentos inesperados de una cruz que vamos a tener que cargar. A veces es por un tiempo corto, pero otras veces es algo que nos va a llevar mucho tiempo y mucha energía… y nos preguntamos… ¿podré aguantar el peso o no?
Cargando nuestras cruces para seguir a Jesús significa más que nada… que la cruz que cargamos es algo que no cargamos solos… sino que el que carga la Gran Cruz del Mundo… es Jesús… en otras palabras… en Jesús vemos al que ha cargado el peso de la humanidad, el sufrimiento del inocente, el dolor que lleva el siervo humilde en sí mismo para la salvación de otros. La Cruz… fue cargada por Jesús en su pasión y muerte… y nosotros compartimos con él la misma carga. Por eso Jesús le dice a sus discípulos…“Mi yugo es fácil, mi carga ligera”…. ¿Por qué fácil? ¿Por qué ligera? Porque nuestras cruces nunca se cargan solas sin el apoyo de Dios.
¿Qué debemos hacer cuando nos llega una cruz en el camino?
1. Encomendarnos a Dios.
Hay que confiar que Dios sabe bien la carga de nuestras cruces. Él entiende cuánto nos pesa y que difícil es la carga. Dios nos dará la fuerza y la sabiduría para cargar nuestra cruz por el tiempo que sea necesario. Así es que cuando nos enfrentamos a una situación difícil… cuando tenemos una cruz que cargar, nuestro primer asunto es buscar la ayuda de Dios.
2. Buscar el apoyo moral de otros.
Cuando tenemos que cargar una cruz, tenemos que buscar el apoyo moral de un amigo, de un familiar, o de una persona de confianza (un doctor, un sacerdote, un sicólogo o un consejero). No tenemos por qué cargar nuestras cruces solos; el hacerlo solos, muchas veces es lo que nos lleva a la depresión y a la desesperación. Una persona de confianza o un amigo o un familiar de confianza nos ayudan a sacar los sentimientos que tenemos adentro y se nos hace más manejable la cruz que estamos cargando.
3. Buscar apoyo espiritual.
Muchas veces cargamos nuestras cruces en secreto y no queremos compartirlo con nadie, cuando en realidad si tuviéramos una comunidad espiritual, una iglesia, los mismos miembros de la iglesia estarían ahí para ayudarnos a sentir que no estamos solos. Cuando se comparte una cruz con otros… es una cruz que pesa mucho menos que la cruz de los demás. Muchas personas se alejan de los demás y hasta de la iglesia cuando pasan por una prueba personal o una crisis pensando que es mejor mantenerlo en secreto. Pero esto no es una solución buena, sino nos puede llevar a que pese aún más nuestra carga. Siempre cuando hay una comunidad que reza con nosotros, cuando hay alguien de la comunidad que sabe de nuestra realidad, se va haciendo más y más ligera la carga de nuestras cruces.
¿Quién sabe más de las cruces de la vida que Jesús? Él, quien sufrió el oprobio y el desprecio de muchos. El, quien tomó el dolor del mundo en su propio cuerpo. Nuestras cruces parecen a veces imposibles de cargar… pero, gracias a que hay alguien quien nos puede entender… se puede cortar el peso de nuestras cruces a la mitad. Tenemos a Dios, quien camina con nosotros en nuestro dolor. Tenemos a compañeros y profesionales quienes nos pueden dar consejo y ayuda. Tenemos a nuestras comunidades y familias espirituales que son nuestras iglesias y parroquias, que están ahí para caminar con nosotros en nuestro dolor y pesar.
Como en la imagen de la primera lectura de Jeremías… la del Alfarero… nosotros somos el barro… estamos en las manos de Dios, para ser moldeados, formados, corregidos, donde Dios crea vidas nuevas y mejores en nosotros. Dios nos moldea a través de los años de nuestras vidas y nos transforma poco a poco en su imagen, en su belleza, en su propia pieza de arte… la cruz es parte de este proceso de ser moldeado y creado por Dios… creando una dependencia en su amor y en su soporte espiritual. No estamos solos… sólo tenemos que tomar nuestra cruz y seguirle a Él.
Oremos
Dios, desde nuestro Bautismo, recibimos la señal de la cruz en nuestras frentes como la señal de seguirte a ti, cargando nuestra cruz a lo largo de nuestras vidas. Ayúdanos a encontrar la forma de llevar las cruces que nos llegan en la vida, a cargarlas, pero de la misma forma que tú llevaste tu propia cruz… con amor, con fe y con confianza. Haz que nuestras cargas sean siempre ligeras y ayúdanos a buscar siempre el apoyo que nos ofreces, por Nuestro Señor Jesucristo… en quien todas nuestras cruces son llevadas.
— El Revdo. Vincent C. Schwahn es rector interino de St. Clement’s by-the-Sea Episcopal Church, Southern California, Iglesia Episcopal San Clemente junto-al-Mar, en California del Sur. Fue decano del Seminario San Andrés en Ciudad de México por ocho años y fue rector de la Iglesia de Cristo, en Ciudad de México. Creó tres ministerios hispanos en Minnesota y uno en Ciudad de México.
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