Propio 15 (C) – 2013
August 19, 2013
Pancho era un joven nacido en Estados Unidos. En la escuela hizo muchos amigos. Particularmente se llevaba muy bien con Andrés con quien hacía equipo para realizar sus tareas y proyectos. Al poco tiempo de conocerse Pancho se dio cuenta que su amigo era hijo de una familia de inmigrantes y que sus papás constantemente tenían problemas para conseguir trabajo. Varias veces constató que Andrés estaba en la escuela sin haber comido nada. Así que Pancho se dio a la tarea de ayudar a su amigo y queriendo ayudar a los papás de su amigo, compartió con su propia familia lo que estaba haciendo. Para su sorpresa esto no fue bien recibido y la madre de Pacho le decía que era mejor que terminara con esa amistad. Ella desconfiaba de la familia de Andrés simplemente por ser inmigrantes y porque tenían trabajos eventuales.
Pancho entonces se encontró con el dilema de obedecer a su madre o hacer lo que su corazón le dictaba. Él no quería romper con la amistad que tenía y el deseo de ayudar aún a la familia de Andrés lo motivaba a buscar hacerles el bien. Tratando de escuchar dentro de su interior se decidió por hablar con su mamá y decirle que no estaba dispuesto a obedecerla esta vez, porque sabía dentro de sí mismo que estaba haciendo algo bueno. Su madre y otros miembros de la familia no estuvieron de acuerdo con él, pero Pancho siguió siendo amigo de Andrés y con el apoyo de su papá consiguieron un trabajo al papá de Andrés. Cuando esto sucedió Pancho se sintió sumamente orgulloso de haber escuchado dentro de su corazón y pasó por las divisiones que esto causó en su familia.
Esta historia es un ejemplo sencillo de lo que nos habla hoy el evangelio. Es una de las pocas veces en el Evangelio que el mensaje parece tan contradictorio de lo que normalmente escuchamos. Pues Jesús aparece diciendo “que no ha venido a traer la paz en la tierra sino división” y “que en la misma casa de cinco personas, dos estarán contra tres y tres contra dos” “Padre contra su hijo, e hijo contra su padre”. “Madre contra su hija e hija contra su madre”.
Tratemos de ver cuál es el contexto de este texto. Lucas, el escritor de este evangelio, es alguien que aparece como discípulo y compañero de Pablo en uno de sus viajes. Y finalmente escribirá su evangelio a fines de la década de los años ochenta o principios de la década de los noventa. Para este entonces Lucas ya es testigo de la fuerza con la que los romanos han tratado de apagar la llama del mensaje cristiano sin ningún éxito, el mensaje se ha extendido por el mundo griego y ha llegado hasta Roma. Por otro lado, Lucas es testigo también de la tremenda división que ha sucedido entre los israelitas tradicionales que no han aceptado que la fe en Jesús se reciba sin las costumbres tradicionales del pueblo de Israel. Y los israelitas más abiertos que han dado el paso a que la fe en Jesús se reciba por personas y pueblos más allá de las costumbres del pueblo de Israel.
Lucas mismo, aparece como una persona educada pero que no pertenece a la clase privilegiada de los israelitas y su interés es que los más pobres, olvidados y rechazados de esta clase privilegiada sean quienes escuchen este evangelio.
El texto de hoy empieza con Jesús diciendo que “ha venido a traer fuego a la tierra y que desearía que ya estuviera ardiendo”. Sin duda Lucas siendo educado por Pablo y compañero en sus misiones se ha dado cuenta de que el mensaje de Jesús ha prendido en los corazones de muchas gentes. Pueblos muy diversos han aceptado la fe en Jesús y esta fe se ha extendido como si fuera un fuego que no se puede apagar. El espíritu misionero con el que Lucas conoció la fe se ve con toda claridad. El amor de Dios es para todos y para que los más pequeños y rechazados reciban el mensaje. Este es el fuego al que se refiere Jesús, el fuego del amor que desearía que estuviera en todos los corazones y estuviera ardiendo.
Pero al mismo tiempo, un mensaje de amor tan abierto, que incluye a todos no es tan fácil de aceptar. Vivimos en un mundo que ha hecho tantas diferencias y es aquí donde surge el mensaje de que al seguir la vida de Jesús invariablemente causará división. En la historia de Pancho y su amigo Andrés que les acabo de platicar, vemos que el fuego del amor se prendió en el corazón de Pancho para ayudar a la familia de su amigo. El hacerlo causó la división en su propia familia, porque tenían temor al tratarse de gente inmigrante. En esta simple historia Pancho aprendió que ayudar a otros muchas veces tendrá que ser en contra de lo establecido y esto sin duda crea una división. Su misma familia se vio dividida, y Pancho tuvo que ser fiel a su sentimiento de ayuda aún en contra de su madre. Este es un fuego que no se puede apagar, pero pasa por el precio de la división.
El rechazo y la división son efectos de la fidelidad al mensaje y este es un simple ejemplo que les he platicado, pero imagínense la vida de los profetas que pasan por desprecios y persecuciones y muchos encuentran la muerte. Lucas ha sido testigo de muchos que han enfrentado persecución y muerte y han permanecido fieles a este mensaje de Jesús. Y en este contexto Lucas pone en boca de Jesús estas palabras: “Pero también he de recibir un bautismo, y ¡qué angustia siento hasta que no se haya cumplido!”
Lucas nos presenta a Jesús viviendo en la misma línea de los profetas de Israel, y presenta a Jesús consciente de que su mensaje causará un bautismo en el que su sangre será derramada. Este bautismo que le causa angustia es el bautismo de la persecución y es la culminación de la división. Existirán aquellos que no estén dispuestos a cambiar el orden establecido y perseguirán hasta causar la muerte. Esta era la larga tradición de los profetas y es el precio que paga Jesús por su mensaje. Esto se extiende hasta nuestros días.
Hacer el bien, dar el amor que nos ofrece Jesús hasta el extremo de amar a los enemigos, hace de cada uno de nosotros nuevos profetas que en la vida diaria tenemos que optar por hacer el bien porque ese es el fuego en nuestro interior que no se puede apagar. Pero no hay duda, tendremos que enfrentar la división, algunos de maneras sencillas como lo hizo Pancho, pero otros de maneras más radicales en las que sus vidas serán amenazadas. Muchos por el mensaje de justicia y paz han tenido que ofrecer sus vidas y tenemos una larga lista de profetas modernos que han pasado por la división y la persecución tales como: Martin Luther King Jr., Gandhi, Desmond Tutu, los padres Jesuitas en la Universidad de las Américas en el Salvador y muchos otros.
“He venido a traer fuego a la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviese ardiendo!”
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