Sermones que Iluminan

Pascua 7 (A) – 2017

May 28, 2017


¿Sabes tú que hace más de dos mil años, Cristo oró por ti? ¿Sabes que Cristo le pidió a su Padre, que te cuidara con Su poder? ¿Sabes que Cristo oró para que todas las personas aquí presentes estén completamente unidas? Esto es lo que acabamos de recibir de las lecturas.

En la lectura del evangelio que acabamos de escuchar, Jesús dice, “Yo no voy a seguir en el mundo, pero ellos sí van a seguir en el mundo, mientras que yo me voy para estar contigo. Padre santo, cuídalos con el poder de tu nombre, el nombre que me has dado, para que estén completamente unidos, como tú y yo.”

En ese momento, Jesús estaba hablando de sus discípulos. En ese momento estaba hablando de los discípulos y las discípulas que vendrían después. En otras palabras, estaba hablando de cada persona que está aquí hoy.

Más adelante escuchamos que Jesús dice, “No te ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos.” Aquí claramente podemos ver que Jesús está hablando de nosotros. Está hablando de las personas que iban a creer a través del testimonio de sus discípulos. Como leemos en la Biblia, sus discípulos fueron por todo el mundo, predicando, anunciando las buenas nuevas, y sanando. Llevaron a Cristo al resto del mundo. Muchos de los discípulos, entre otros, fueron inspirados para escribir la Biblia y de esa manera ha creído mucha gente.

Muchas personas dicen, “voy a estar orando por ti.” O, “por favor ora por mí.” Esto se dice especialmente cuando están pasando por momentos difíciles. Muchas veces la gente busca la solución a sus problemas en todas partes y cuando ya piensan que no hay nada más que hacer, buscan también a Dios, y muchas veces lo buscan a través de la oración.

Cristo nos está demostrando que lo más poderoso e importante es orar. Es lo primero que debes buscar cuando algo difícil pasa en tu vida. Antes de buscar soluciones, antes de ir a otras personas, antes de pagarle a alguien, antes de seguir consejos, antes de todo uno debe buscar a Dios. Cuídalos, le pide Jesús al Padre, por los que siguen en el mundo. Si Jesús con todo su poder oró, cuanto más deberíamos orar nosotros.

La próxima vez que estés pasando por algo, antes de agarrar tu teléfono para llamar a alguien que te ayude, ora. Pídele a Dios por esa situación. Después que hables con Dios, entonces busca, pide, ve. Dios te mostrará qué debes hacer. Dios te dará Su poder y Su cuidado y te ayudará.

La Epístola de hoy dice: “Dejen todas sus preocupaciones a Dios, porque Él se interesa por ustedes.” Este versículo debería ser memorizado. Es un versículo que tal vez, para una persona que no tiene fe o que no ha vivido una situación donde la mano y el poder de Dios han actuado, es un poco difícil de creer. Este versículo, para aquellos y aquellas quienes han visto, vivido, y experimentado un milagro, sea grande o pequeño, es uno de los más importantes y verdaderos. Nos dice que dejemos todas las preocupaciones a Dios. Todas. No las más grandes. No sólo las más difíciles, sino todas.

A veces escuchamos o leemos que Dios no está para escucharnos cuando necesitamos un estacionamiento o una nota buena en un examen o una pareja o suficiente dinero para poder ir a nuestro restaurante favorito. Pero este pasaje es muy claro – dejen todas sus preocupaciones a Dios. No pone ningún parámetro ni ningún “pero”. Sólo dice, dejen. ¿Qué quiere decir dejar? Quiere decir separarse o alejarse de algo. Aunque es difícil, Dios nos pide que le dejemos todas nuestras preocupaciones y nos alejemos de ellas.

¿Todas? Todas. Pero es que me preocupo que no voy a poder pasar mi examen de matemáticas. Todas. Pero es que estoy tarde para mi vuelo y necesito un estacionamiento cerca al aeropuerto. Todas. Pero es que siento que voy a estar sola el resto de mi vida. Todas. Pero es que mis hijos no están haciendo nada bueno. Todas. Dios no tiene un límite de bendiciones o soluciones. Dios lo puede todo. No hay un pero que detenga su amor y cuidado por ti. Y no hay ninguna situación tan grande que pueda con su gran poder.

El resto del versículo dice, “Porque Dios se interesa por ustedes.” ¡Wow! El creador del universo se interesa por nosotros. Dios, quien hizo al hombre y a la mujer a su imagen se interesa por cada uno de nosotros. Dios, el Todopoderoso, el Principio y el Fin, el dueño de todo se interesa por ti. Dios, el que no duerme, piensa que somos importantes y se preocupa e interesa por nosotros. Dios, el que liberó a los Israelitas y ganó muchas batallas está pensando en cómo ayudarte.

Entonces, ¿por qué seguimos preocupándonos? ¿Será porque en esta sociedad aprendemos a ser individualistas? ¿Será porque solemos decir, “cada uno por sí mismo”? ¿Será porque pensamos que Dios ayuda al que se ayuda a sí mismo? ¿Será porque estamos tan acostumbrados a preocuparnos y buscar una solución fuera de Dios? ¿Será porque no nos gusta pedir ayuda?

No es fácil dejarlo todo a los pies de Cristo. No es fácil dejar todas las preocupaciones. No es fácil confiar en Dios. A veces parece que nos gusta llevar ese bolso lleno de preocupaciones con nosotros a todas partes. A veces nos acostumbramos a estar cargados y casi jorobados de tanto peso en nuestra espalda. Es tan fácil hundirnos en nuestras ansiedades que parece imposible poder dejarlas. Pero eso es exactamente lo que nos dice la epístola.

La epístola también dice que seamos prudentes y que nos mantengamos despiertos, porque el enemigo el diablo, como un león rugiente, anda buscando a quién devorar. “Resístanle, firmes en la fe.” Prudente significa pensar acerca de los riesgos posibles y modificar la conducta para no recibir daños innecesarios. En otras palabras, siempre tenemos que pensar antes de actuar. Debemos pensar en las consecuencias de nuestras acciones. Es mucho más fácil actuar sin pensar en las consecuencias y hacer lo que nos plazca, pero eso no es lo que es recomendable.

Nos han dicho que debemos siempre estar alertas, especialmente cuando estamos solos o en lugares desconocidos. Lo mismo nos dice Pedro en la epístola – que nos mantengamos despiertos o alertas. Nuestro enemigo es el diablo y está tratando de devorarnos. Muchas veces vamos hacia el peligro. A veces pensamos que las cosas malignas son las divertidas y en vez de mantenernos alertas, nos dejamos devorar. Pero aun en esos momentos, Dios siempre está a nuestro lado. Siempre está listo para ayudar, mejorar, rescatar, y salvar.

Cuando nos encontremos en situaciones difíciles, oscuras, y alarmantes recordemos que Cristo oró por nosotros, le pidió a Dios que nos cuide con Su poder. Y esa oración sigue y es lo mejor que nos podría dejar Cristo. Recordemos que debemos llevar todas nuestras preocupaciones a Dios porque Dios se interesa de nosotros. No te quedes con tu problema, llévaselo a Dios y déjalo allí.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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