Pascua 3 (A) – 2023
April 23, 2023
Quédate con Nosotros Jesús, porque está anocheciendo. Es la invitación de nuestra Iglesia en este tercer domingo de la estación de Pascua, cuando seguimos celebrando la resurrección de nuestro Señor. La invitación es para todos y todas los que, al escuchar el relato de las Sagradas Escrituras, sienten el gozo de estar en la presencia de Dios a través de sus enseñanzas.
El Camino de Emaús se ha convertido en una de las historias inmortales de la Biblia. Este relato es tan real que, al leerlo, nos hacemos parte de la escena en la que el Señor aparece a dos de sus discípulos en un encuentro tan fascinante que ellos quedan maravillados. Muchos comentaristas y estudiosos de las Sagradas Escrituras explican que los discípulos no pudieron reconocer al maestro porque estaba anocheciendo o por la tristeza y confusión que sentían, o por lo que le había pasado a Jesús, el profeta de Nazaret, a quien ellos recordaban como un hombre poderoso en hechos y palabras delante de Dios y de todo el pueblo, pero que había muerto.
Los discípulos que se dirigían a Emaús le contaron a Jesús su abatimiento; habían perdido las esperanzas en quien ellos creían iba a ser el libertador de Israel, y es que ya hacía tres días había muerto. Sin embargo, ellos también cuentan que las mujeres fueron al sepulcro y no encontraron nada y que unos ángeles les dijeron que Jesús estaba vivo; aun así, no lo creían.
Así pasa en el mundo cristiano. Muchos sólo comentan lo que otros dicen repitiendo palabras frías, otros forman parte del grupo de los que están faltos de comprensión de la verdad de Dios, sin un verdadero convencimiento de que predicamos y servimos a un Cristo vivo.
Jesús sigue siendo poderoso en palabras y hechos. La Iglesia de hoy da testimonio de cómo esta palabra llega al corazón de la gente y lo transforma todo, convirtiendo hombres y mujeres en discípulos de Cristo. Todo cambia ante la presencia de Dios. El corazón de los discípulos que se dirigen a Emaús se alegra de forma tan impresionante mientras van de camino, que invitan a su compañero a quedarse con ellos. ¡Qué compañía tan fascinante la de Jesús! Los discípulos quieren seguir escuchando y aprendiendo de sus enseñanzas.
A través del tiempo la Iglesia ha sido testigo de la pérdida de fe y esperanza, y sabe que en muchos lugares el evangelio no está produciendo abundantes frutos. A pesar de eso, estamos seguros de que Dios sigue en control y que permite que las cosas pasen, no para castigarnos sino para mostrarnos su amor mientras aprendemos que las dificultades son momentos para confiar y aumentar nuestra fe.
En aquella escena de Emaús vemos la cortesía de Jesús con los discípulos, su amor al enseñarles las Escrituras, la hospitalidad de ellos al invitarlo a quedarse. Es el mensaje mismo del apóstol Pedro: “ahora ustedes, al obedecer al mensaje de la verdad, se han purificado para amar sinceramente a los hermanos. Así que deben amarse unos a otros con corazón puro y con todas sus fuerzas. Pues ustedes han vuelto a nacer, y esta vez no de padres humanos y mortales, sino de la palabra de Dios, que es viva y permanente”. Hay un pensamiento que dice; “Dios nos ha dado a los seres humanos el regalo más valioso y a la vez el más peligroso, la libertad de invitar a Jesús a nuestras vidas o dejarlo que se aleje”. ¡La decisión es personal! ¡Quédate conmigo!
Las Sagradas Escrituras nos relatan lo que hace la presencia de Jesús en la vida de una persona, como sucedió con el apóstol Pedro según los Hechos de los Apóstoles: anuncia con convicción a la gente que Jesús, el crucificado, es también el Señor y Mesías. En este discurso había un poder tan divino que miles fueron llevados a la obediencia de la fe y recibieron el bautismo como señal de conversión y obediencia, recibieron una promesa de vida para sus generaciones. En verdad, cuando los ojos de los pecadores son abiertos, llega la paz, la transformación y el amor.
El pasaje de Emaús también nos acerca a la liturgia de la Santa Eucaristía. Jesús camina con los discípulos y les enseña sobre las Escrituras, les devuelve la paz y los renueva, se queda con ellos y en la mesa toma el pan, da gracias a Dios Padre y lo comparte. Cada vez que celebramos la Cena del Señor, es el memorial perpetuo de su vida, muerte y resurrección, hasta que el vuelva. ¡Cuán dichoso somos los que somos parte del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia! La escena del camino de Emaús nos revela la presencia del Resucitado. Jesús abre los ojos de sus discípulos y llena sus corazones de alegría, y reciben la fortaleza para ir con sus compañeros a compartir el mensaje de que en verdad Jesús está vivo.
“Quédate con nosotros” Jesús, es nuestra oración. Necesitamos su ayuda para motivar al mundo a ser mejores cristianos, para saciar la sed de justicia, caminar por el sendero del amor, compartir el pan con los más necesitados y brindar compañía a quienes están pasando por momento difíciles y traumáticos. Los cristianos estamos seguros de que Jesús aparece en nuestras vidas y nos hace entender su amor, nos da entendimiento y fortaleza para seguir en el camino. Pero también nos llena de tristeza saber que mucha gente no reconoce el paso de Jesús a su lado y están llenos de confusión viviendo sin fe ni esperanza, porque falta les comprensión para creer en las promesas de Dios.
“Quédate con nosotros” Jesús, en nuestros hogares para que haya armonía y paz, en las escuelas para que nuestros hijos estén seguros, en la Iglesia para que vivamos como verdaderos discípulos. ¡Quédate, Señor, en cada corazón!
Como la oración por la presencia de Cristo, en el Libro de Oración Común: “Quédate con nosotros Señor Jesús, ahora que la noche se acerca y ha pasado el día. Sé nuestro compañero en el camino, enciende nuestros corazones y despierta la esperanza, para que te conozcamos tal como te revelas en las Escrituras y en la fracción del pan. Concede esto por amor de tu Nombre. Amén”.
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