Sermones que Iluminan

Miércoles de Ceniza – 2023

February 22, 2023

LCR: Isaías 58:1-12 (o Joel 2:1–2,12–17); Salmo 103 o 103:8-14; 2 Corintios 5:20b-6:10; Mateo 6:1-6,16-21

¿Dónde está tu tesoro? ¿Dónde está tu corazón? ¿Dónde está lo que consideras lo más importante en tu vida? 

Hoy comenzamos la Cuaresma, nuestra preparación para la Semana Santa. La Cuaresma es también un periodo de preparación para el Santo Bautismo, precisamente porque en el bautismo somos enterrados con Cristo y resucitamos con Él a una vida nueva. Por eso hoy empezamos a acompañar a quienes se preparan para su bautismo esta Pascua, el nueve de abril, a través de toda la cuaresma. Nos unimos a ellos estudiando la Palabra de Dios, ayunando, y dejando atrás lo que nos impide seguir a Cristo como sus discípulos separándonos de Dios. Quizás es miedo, o indiferencia, o lo que sea. Todos y todas prestamos mayor atención al Evangelio, es decir, la buena noticia proclamada por Jesús: “El reino de Dios está cerca; cambien de corazón y confíen en la buena noticia”.

El reino de Diosestá cerca. ¿Lo queremos? ¿Estamos ansiosos de que llegue aquí, entre nosotros? La frase no era pura palabrería piadosa de parte de Jesús, era una proclamación revolucionaria en situación de opresión y explotación. En un país en que los invasores romanos “le sacaban el jugo” al pueblo con impuestos horribles y expropiaban terrenos para construir ciudades, anunciar el Reino de Dios era como decir que quien mandaba, el rey, no era el emperador de Roma, sino Dios; era decir que el Reino, el gobierno y autoridad de Dios, estaba por llegar, aquí, ya, en la tierra como en el cielo.

Y, como prueba de esto, Jesús caminaba por las aldeas de Galilea curando enfermos, haciendo milagros y proclamando palabras poderosísimas como “tus pecados son perdonados”. Noque serán perdonados si te arrepientes, no. Tus pecados ya han sido perdonados. Tranquilízate. Y si alguien está reclamando que eres manco, ciego, enfermo, pobre, abusado u oprimido por tus pecados, ya no tiene razón para seguir ignorando tus derechos y oprimirte. Porque el reino de Dios está cerca. Tus pecados, todos, han sido perdonados. ¿Queremos ese perdón? Es gratis y sin condiciones. Porque Dios es grande. Dios es Dios.

A la luz de esta gran noticia desde hoy nos unimos a los candidatos para el bautismo, recordando el nuestro y las promesas que hicimos entonces y que vamos a renovar en esta Pascua. Nos preparamos estudiando la biblia, haciendo el bien, ayunando, dando limosna, etc., a la luz de la buena noticia de Dios; a la luz de la oferta gratuita del perdón de Dios.

Pero Jesús nos advierte: hagan el bien, sí, pero no para que la gente los note, “Si lo hacen así, su Padre que está en el cielo no les dará ningún premio”. ¡No toquen la trompeta para que la gente los admire!Que su mano izquierda no sepa lo que hace su derecha: háganlo en secreto y Dios que ve en secreto, los recompensará.

Oren, sí, pero no como los hipócritas, que les encanta orar delante de todos en las iglesias y en la calle, para que la gente los note. Ésos ya recibieron su recompensa. Cuando oren, entren en su habitación, cierren la puerta y oren en secreto y Dios que ve en secreto nos recompensará.

Ayunen, sí, pero no se hagan los tristes, como los hipócritas, que descuidan su apariencia para que la gente lo note. Ya tienen su recompensa. Cuando ayunen, péinense y lávense la cara para que la gente no sepa que ayunan, y Dios, que ve en lo secreto, los recompensará. Y no le digan a Dios ¿Por qué ayunamos si no nos haces caso? ¿Por qué nos afligimos si nos ignoras? Porque Dios contesta: ustedes no entienden lo que es ayuno. Si quieren que los oiga dejen de ayunar mientras explotan a sus trabajadores día tras día. ¡Dios no quiere explotación, abuso, ni tampoco un ayuno de sólo un día! Tampoco anden con muchas reverencias, muy arrodillados y hablando demasiado. Eso no es ningún ayuno agradable a Dios. El ayuno que Dios quiere es que destapemos las ligaduras de la injusticia y liberemos a los oprimidos; que compartamos el pan con el hambriento y llevemos a casa a los pobres sin hogar; que vistamos al prójimo cuando lo veamos desnudo y no nos escondamos de quien es nuestra propia carne. ¡Nuestra propia carne!

Y Jesús, añade: “No amontonen riquezas aquí en la tierra… Más bien amontonen riquezas en el cielo, donde la polilla no destruye ni las cosas se echan a perder ni los ladrones entran a robar.  Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón”. ¿Dónde está nuestro tesoro? ¿Dónde está nuestro corazón? Asegurémonos de que esté con Dios. Entonces nuestra luz brillará como un amanecer en las tinieblas y nuestra media noche será como el mediodía. Porque la justicia andará delante de nosotros y la gloria de Dios nos seguirá.Pediremos y Dios nos dirá: “¡Aquí estoy!”. Dios será nuestra guía y saciará nuestra alma hasta en las sequías. Seremos como jardín bien regado, como un manantial que nunca se seca. Dios dice: ¿No me crees? “Tus pecados han sido perdonados.” Todos. Ya.

Dios quiere reconciliarse con nosotros y tanto desea sanar sus criaturas que, sin esperar nada, anuncia: “tus pecados están perdonados.” ¡Vamos! ¡No nos quedemos lejos! Reconciliémonos con Dios. Si nuestros pecados han sido perdonados ¿por qué temer reconocerlos? Tranquilicémonos. Podemos admitirlos, nombrarlos, dejar de negarlos. ¡Estamos perdonados! ¡Vamos! ¡hoy es la fecha favorable! ¡Hoy es el día de liberación!

La ceniza que se impone hoy es una señal de nuestra decisión de recibir el perdón de Dios, de nuestra mortalidad y arrepentimiento; es decir, de nuestra decisión de cambiar de corazón y dejar atrás cualquier cosa que nos separe de Dios.Y lo hacemos sin ningún temor, llenos de agradecimiento y alegría. Porque Dios es compasivo y clemente, lento en enojarse y grande en misericordia; no nos paga según nuestros errores y maldades, sino que, como una mamá quiere a sus hijos, se compadece de nosotros, porque conoce nuestra condición y sabe que somos mero polvo. ¡Polvo eres y al polvo volverás!

Por tanto, bendecimos a Dios quien perdona todos nuestros errores, rescata del hoyo nuestras vidas y hace justicia a quienes sufren opresión y violencia.Su amor es desde siempre y hasta siempre. Nos tiene piedad conforme a su bondad y ha borrado ya nuestros errores. Nos ha lavado por completo del mal y nos ha purificado del pecado.

Oremos: “Dios compasivo, tú no aborreces nada de lo que has creado ni deseas la muerte de los pecadores, sólo quieres que dejen sus errores y vivan. Concédenos un verdadero cambio de corazón, danos corazones nuevos para que, reconociendo nuestra imperfección, cantemos de tu amor”. Amén.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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