Sermones que Iluminan

Fiesta del Santo Nombre – 2013

January 01, 2013


El comienzo de un nuevo año suscita en cada uno de nosotros deseos de comenzar de otra manera, con menos desgracias, con más felicidad, con nuevos proyectos, nuevos planes. Por eso anoche, deseábamos a todos los que nos rodeaban, un feliz año nuevo. Es que ha terminado todo lo viejo con el año que acabó, y así se abre paso todo lo nuevo con el año que se inaugura.

Hoy, en este primer día del año, se cumplen ocho días del nacimiento del Salvador. El hijo de María, es sometido a la circuncisión (sometido a la vieja creación) y se le impone el nombre de Jesús, que significa, traducido literalmente del hebreo, “salvador que salva”, “liberador”. Él salva,  libera a la creación haciéndola nueva. Es también este día, un día dedicado  a María, fiesta por demás antiquísima, María la “mujer nueva”. Es este día pues, un día de renovación, de cambio.

Desde el punto de vista bíblico, la Biblia aplica el término “nuevo” a todo lo que tiene relación con el hombre, el tiempo, la creación de Dios, y la salvación: El tiempo, es decir, los tiempos en Dios son siempre “nuevos”, ya que el tiempo se renueva, cambia (y no estoy hablando del tiempo en griego, “cronos”, es decir los minutos y segundos), estoy hablando del tiempo de Dios, es decir del “kairos”. El tiempo en que actúa Dios y el tiempo en que lo dejamos actuar en nuestras vidas.

Todos tenemos un tiempo en Dios para actuar, para dejar que su sabiduría entre a nuestros corazones y existencias, para logar la novedad, lograr llegar a la plenitud siendo nuevos seres en Dios. Como dice san Pablo en la carta a los Gálatas, capítulo 4, versículo 7: “Así pues, ya tú no eres esclavo, sino hijo de Dios…” Es decir, que Cristo nos ha hecho personas nuevas y por ende, libres. Somos libres en Cristo, quien nos liberó a través de su muerte en la cruz.

Estoy hablando también del tiempo en que actúa Dios, que no es nuestro tiempo. Nuestro tiempo desespera, no espera, no es paciente. El tiempo de la acción de Dios requiere de paciencia. Un minuto de Dios es toda una eternidad. De allí que la oración de petición, junto a toda nuestra vida espiritual cristiana, además de ser persistente, debe ser paciente. Es decir, en la oración por nuestras necesidades, debemos estar cargados de paciencia, para esperar los resultados ya que el tiempo de Dios no es igual a nuestro tiempo, y debemos ser persistentes, para no desfallecer en nuestra petición.

En relación a la naturaleza o creación de Dios, debo decir que ella se renueva, incluido el hombre, pero Dios siempre permanece fiel. La renovación aplicada al ser humano y a la naturaleza hace referencia a que ambos son mutables, sometidos a cambios. En la naturaleza, el cambio se da por sí solo, ella lleva el cambio en su interior, es decir, la naturaleza es siempre mutable. Pero sin olvidar que ella ha sido sometida a cambios, negativos y positivos, gracias a la mano del mismo hombre que por una mala manipulación ha ocasionado cambios terribles en su ecosistema, que por ende han influido en su comportamiento. Pero también esa misma manipulación en sentido positivo, han llevado a la humanidad a beneficiarse profundamente de los frutos de una madre naturaleza hermosa y productiva.

En tanto que en el ámbito humano, el hombre es mutable en su comportamiento, en su relación con los demás, en su relación con la naturaleza y en su relación con Dios. El ser humano no es fiel ni a sí mismo, mucho menos a quienes les rodean, incluida la naturaleza. El hombre cambia de parecer fácilmente de acuerdo a su conveniencia. De allí que la Palabra de Dios afirme: “Maldito el hombre que confía en el mismo hombre”.

En relación a la salvación, con Jesús, el Mesías, todo es nuevo. Vivimos los tiempos mesiánicos, plenitud del misterio salvífico de Dios, plan salvífico de Dios que se hace realidad en la persona de Jesús, el Mesías prometido a Abrahán y a Jacob. Si miramos los escritos de profetas como Isaías, Jeremías, entre otros, podemos constatar que habrá un “nuevo éxodo”, una “nueva alianza”, una “nueva creación”. En otras palabras, todo será nuevo en Cristo. Es decir, desde su nacimiento, todo es nuevo: la forma como fue  concebido, su nombre, su plan de salvación.

Al comienzo de este sermón les decir que Jesús a los diez días de su nacimiento iba a ser circuncidado sometiéndose así a la “vieja creación”, Antiguo Testamento. Pues excluyendo este acto que forma parte del Antiguo Testamento, en Jesús todo es nuevo. Entonces el nuevo año celebrado dentro de esta fiesta del Santo Nombre de Jesús, implica muchas cosas nuevas que invitan a renovar todo el ser, nuestra adhesión a Cristo, nuestra relación con Dios, nuestra participación en la Iglesia del Señor, nuestra acción como miembros de una sociedad cada vez mas decadente y clerical, alejada de Dios, nuestra relación con el prójimo, con el otro.

La novedad del año nuevo es para el cristiano renovación en Cristo. Somos personas nuevas por la fe, por el bautismo, por la esperanza, por el compromiso de caridad. Personas renovadas como los pastores del que nos habla el evangelio de Lucas, capitulo 2, versículos 15 al 21, allí podemos leer: (versículo 20)”Los pastores, por su parte, regresaron dando gloria y alabanza a Dios por todo lo que habían visto y oído, pues todo sucedió como se les había dicho”. El hombre viejo se hace nuevo por la conversión, por un empezar de nuevo. Las personas renovadas, como los pastores del nacimiento, oyen, se ponen en camino, reconocen y dan “gloria y alabanza a Dios por lo que han visto y oído”.

Resumiendo, debo decir que al comenzar este nuevo año 2013, debemos también comenzar una nueva vida, renovando todo. Posiblemente hicimos antes que se acabara el año anterior, una seria evaluación de nuestra vida, donde escribimos o colocamos en una lista, acciones positivas y negativas , las cuales, respectivamente, debemos potenciar y desechar, para renovarnos integralmente, logrando así ser nuevos total e integralmente.

De nada sirve comenzar un nuevo año aplicando a nuestras vidas viejos  planes, viejas mañas, vicios y malos hábitos, viejas costumbres, una vieja forma de relacionarnos con Dios y con las otras personas, una vieja costumbre de oración y de vivir la fe, una vieja costumbre de pertenencia a la Iglesia del Señor. Cantemos en casa y en nuestra congregación una hermosa canción que se refiere al hombre nuevo de san Pablo titulada: “Hombres nuevos”, que dice mucho de este hermoso tiempo que comienza en nuestra vida en la vida del mundo, un año nuevo para una vida nueva, para un nuevo ser, para una nueva Iglesia constituida por hombres nuevos llenos de esperanza, renovados en las aguas del bautismo, esperanzados en una nueva salvación en Cristo Jesús, comprometidos en caridad, en amor hacia el necesitado, hacia el doliente, hacia el enfermo, hacia el prisionero, hacia el ser de la calle.

Todo esto implica una renovación total que nos ha de llevar necesariamente, a una renovación del mundo, que gime con dolores departo. Y para finalizar, les invito a que usemos hoy en casa, para ser bendecidos por el nombre de Dios, la siguiente oración que encontramos en el libro de los Números, capitulo 6, versículos 22 a 27: “El Señor se dirigió a Moisés y le dijo: ‘Diles a Aarón y a sus hijos que cuando bendigan a los israelitas lo hagan de esta manera: ‘ Que el Señor te bendiga y te proteja; que el Señor te mire con agrado y te muestre su bondad; que el Señor te mire con amor y te conceda la paz’”.  

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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