Epifanía 5 (B) – 4 de febrero de 2024
February 04, 2024
“Todos te están buscando”
El sermón de hoy está basado en estas cuatro sencillas palabras que dirigió Pedro a Jesús, en el evangelio que acabamos de escuchar: “Todos te están buscando”. Y es que nos encontramos casi al final del tiempo litúrgico llamado “después de la Epifanía”, título asignado a las semanas que vienen inmediatamente después de aquella celebración que muchos identificamos como el día de los Reyes Magos, en el que, según el evangelio de san Mateo, sabios del Oriente llegaron a Belén “buscando” al Mesías prometido, al que presentaron dones de oro, incienso y mirra.
Aunque nuestros pesebres tienen la tendencia de presentar a los tres sabios del Oriente como pasajeros que acaban de llegar en un crucero de lujo y que no se sienten cansados ni estropeados por el viaje, si lo comparamos con los que nosotros mismos hemos hecho alguna vez, con las odiseas, dificultades, largas horas o días, clima extremo o contratiempos que eventualmente hemos vivido, llegaríamos a la conclusión de que un viaje tan extenso (desde Persia) como el que ellos emprendieron no pudo haber sido fácil, como normalmente lo imaginamos. Aunque el evangelio que relata esa historia no nos cuenta mucho de lo que sucedió durante el entero peregrinaje, sí nos dice, al final, que los sabios experimentaron algún obstáculo, como la conversación que tuvieron con Herodes durante la cual él los engaña y les pide que cuando encuentren a Jesús regresen para decirle dónde está ya que él también quiere rendirle honor y homenaje. Una mentira que disfraza su verdadera intención de matar a Jesús.
La Epifanía, y los domingos que le siguen, es una de las estaciones del año litúrgico en la que nos comprometemos a participar en un peregrinaje que la iglesia nos ofrece. Y si nos proponemos hacerlo, tenemos que entender que lo hacemos no como turistas sino como peregrinos, pues el turista es aquella persona que se va de vacaciones para descansar y después de dos o tres semanas vuelve a su hogar básicamente sin haber experimentado algún cambio. Por su parte, el peregrino se compromete a la auto-reflexión, a vivir experiencias internas nuevas, a cambiar y regresar convertido en una persona muy diferente a la que era antes. Los Reyes Magos no eran turistas sino peregrinos y regresaron a su país de origen cambiados, transformados a través de lo que experimentaron durante su larga trayectoria.
Sin embargo, aunque la Epifanía parece haber sido un momento de gozo y de regocijo para los Sabios que buscaban a Jesús, fue también el principio de otro peregrinaje, necesario para la Sagrada Familia, el que los forzó a viajar de Belén a Egipto para escapar de las intenciones de Herodes que estaba comprometido a eliminar al bebé, ya que lo consideraba rival y amenaza para su autoridad. El encontrarse como migrante o desplazado en un país extranjero y tratar de empezar una vida nueva no tuvo que haber sido fácil.
En un poco más de una semana comenzaremos otro tiempo litúrgico, la Cuaresma, donde pasaremos cuarenta días en peregrinaje con Jesús, un peregrinaje que al final, aunque parece concluir con el sufrimiento y la muerte, realmente culmina con su gloriosa transformación y resurrección, y que tiene como fin nuestra redención y salvación eterna.
La vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su resurrección (pasaje de Emaús), es un continuo caminar, un constante peregrinaje. Muchos de nosotros sabemos lo que significa la movilidad forzada, salir de su lugar, su tierra, su país, no de vacaciones sino por salvar la vida o procurar una vida digna, en libertad y seguridad. Millones de hermanos y hermanas en el mundo lo dejan todo en búsqueda de un lugar mejor, sabiendo que la odisea no será fácil o divertida, sino llena de sufrimiento y escasez.
Las personas de fe, a la vez que emigran, también peregrinan. No sólo están escapando de algo, sino que están buscando algo (a alguien). Saben que mientras procuran un lugar o bienestar para los suyos están buscando también a Cristo que camina a su lado. Jesucristo camina con el caminante, va guiando e inspirando. Jesús también es el camino y si lo buscamos es porque estamos dispuestos a caminar con él y así encontrarlo, no al final de nuestro peregrinaje, sino presente con nosotros durante el camino entero que comenzó aquel día que lo aceptamos como nuestro hermano y salvador.
Al llegar al final de este tiempo después de la Epifanía, nos contemos entre el grupo al que hace referencia Pedro y los demás apóstoles: lo del “Todos te están buscando”. Que nos cansemos nunca de buscar a Jesús en nuestro caminar; que Jesús siga siendo nuestro guía y compañero, la estrella que nos conduce, el camino que nos lleva, la luz que nos alumbra, el agua que nos refresca, la vida que nos sostiene, la alegría de nuestros corazones, la verdad que nunca engaña y nuestro amigo que nunca nos traiciona ni nos abandona, y que siempre cumple sus promesas.
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