Epifanía 3 (A) – 2023

LCR: Isaías 9:1-14 Salmo 27:1,5-13; 1 Corintios 1:10-18, San Mateo 4:12-23

Durante la estación después de Epifanía, la Iglesia se regocija predicando la manifestación de Dios a todos los pueblos y naciones a través de su Palabra, tan real que nos inspira a responder compartiendo el anuncio del reino de Dios.

A pesar del paso del tiempo, las palabras del profeta Isaías -por ejemplo-, parecen escritas para el momento actual. Un pueblo que se enfrenta a la oscuridad es un pueblo confundido y en peligro, condenado a vivir en las sombras de la muerte. Pero la misericordia de Dios es siempre presente, aparece como una luz en medio de las tinieblas; convierte la tristeza en alegría y la debilidad en fortaleza, mostrando a todos los pueblos y naciones que seguirle es alcanzar la luz de la vida. Así lo expresa el Salmo 27, “El Señor es luz y salvación, Él es la fortaleza de nuestra vida”; con esto nos inspira a entender que, aunque lleguen los tiempos difíciles, confiar en Dios representa seguridad y victoria final.

La Iglesia enseñanza que la muerte de Jesús ha cambiado el ritmo de la humanidad y el comportamiento del ser humano. El Apóstol Pablo confirma en su mensaje que la muerte de Cristo en la cruz parece una tontería a los que van a la perdición, esto así porque tristemente muchos escogen el camino de la ruina y la destrucción. Bien sabemos que todo aquel que se aparta de Dios le asecha un mundo de tinieblas e ignorancia. Por el contrario, el Apóstol asegura que el poder de este mensaje se convierte en el regalo de la salvación, porque ofrece sabiduría y libertad a todo el que acoge esta buena noticia, pues “El mensaje de la muerte de Cristo en la cruz parece una tontería a los que van a la perdición; pero este mensaje es poder de Dios para los que vamos a la salvación”. Es así como el Evangelio contiene todo el poder de Dios para salvarnos y caminar en una vida consagrada.

La porción del Evangelio de Mateo cuenta cuando Jesús se enteró de que Juan el Bautista estaba en la cárcel. fue la señal para seguir compartiendo el mensaje que Juan había pronunciado: “vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca”. Es la noticia que muchos estaban esperando y que la Iglesia sigue promoviendo; el deseo de estar con el Señor produce una gran alegría. El evangelio que compartimos es una luz de esperanza que llega a las personas para transformarnos y vivir en la verdad. Muchos somos afortunados de poder disfrutar de la luz de Jesús. El evangelio es también una invitación abierta para todos los que puedan entender el significado de esta manifestación de Dios; es así como podemos invitar a otros a compartir lo que significa seguir el camino del reino de Dios.

Podemos ver el efecto que produce el mensaje del reino de Dios en quien escuchan con atención esta buena noticia. Jesús encuentra dos hermanos, Simón y Andrés, que eran pescadores. Éstos se convierten en los primeros discípulos que deciden dejar sus redes para seguirle y empezar a ser pescadores de hombres. El mensaje de volverse al Señor es para salvar vidas, es para la gente que desea ir más allá de lo superficial y material haciendo un compromiso con el reino de Dios. Según el evangelista Mateo, el mensaje sigue sin detenerse: más adelante Jesús ve a otros dos hermanos, Santiago y Juan, también en sus faenas de pescadores y acompañados de su padre. Al oír el llamado de Jesús, lo dejan todo, incluso a su padre, y se suman a la delegación de discípulos que seguían anunciando la buena noticia del reino de Dios.

Ésta es la promesa de Jesús a quienes decidieron dejarlo todo y seguirle: “les aseguro que todos los que hayan dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o hijos, o terrenos, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna”. Son muchos hombres y mujeres, en diferentes partes del mundo, que están disfrutando de esta promesa; aunque no es fácil el camino grande es la recompensa. Así dice el profeta Isaías a los que siguen la luz de Dios: “Todos se alegran delante de ti como en tiempo de cosecha, como se alegran los que se reparten grandes riquezas”.

Jesús escoge a sus amigos, luego les enseña, los prepara para enviarlos a la misión. La región de Galilea estaba llena de pescadores, pero no todos fueron escogidos. La historia registra que esos doce hombres fueron llamados para ser parte de la misión de Jesús, para acompañarlo en la conquista de muchos corazones necesitados de un nuevo comienzo. Estos primeros discípulos, junto con Jesús, han cambiado el rumbo de la humanidad y siguen siendo ejemplos de valentía y compromiso con la causa de la salvación.

Debemos estar seguros de que el llamado de Jesús puede llegar en cualquier momento y lugar. Jesús está pasando y llamando a muchos de nosotros a continuar la misión, a compartir este mensaje de salvación que cambia la vida de quienes lo escuchan. Cuando escuchemos la voz de Dios no tengamos miedo. Es una invitación maravillosa a la aventura que conduce a la eternidad. 

La primera carta de San Pablo a la iglesia de Corinto revela que la conversión produce un cambio profundo en la vida del creyente. Éste es el poder que tiene la Palabra de Dios, nos cambia tan profundamente que nos permite mejorar nuestras vidas y las de los demás, con la misma gracia de Dios que ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo. La vida cristiana está llena de acciones que se demuestran con un comportamiento que revela el amor de Dios en una vida de armonía.

Éste es el desafío para este tiempo de Epifanía: Jesús nos está llamado para enviarnos a buscar a otros y así formar una red de hombres y mujeres salvados. Cada día es más evidente que nuestra gente necesita este mensaje. No podemos quedarnos con esta buena noticia, hay que compartirla. La hora ha llegado, y el reino de Dios está cerca.  La misión es proclamar la buena noticia del reino de Dios para que juntos podamos disfrutar las maravillosas obras de Dios en la vida de los creyentes.

La Epifanía se hace realidad. Dios se ha manifestado. Es el tiempo de recoger la cosecha. Este mensaje contiene todo el poder para salvar vidas. La invitación es a seguir el camino de la luz que es Cristo, a disfrutar este viaje de vida porque grande es el gozo que produce el camino de la salvación.