Epifanía 1 (A) – 2017
January 08, 2017
“Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido”.
¿Cuántas personas quisieran escuchar estas palabras de parte de sus padres o madres? Ernest Hemingway, el novelista americano en su historia La capital del mundo cuenta que un hijo, Paco, fue expulsado de su casa por su padre por una tontería, y se encontraba vagando por las calles de Madrid en España. Su padre, desesperado por encontrarlo, puso un anuncio en un periódico local. El anuncio decía: “Paco, encontrémonos en el Hotel Montana el martes al mediodía. ¡Todo está perdonado! Con amor, papá”. Como Paco es un nombre muy común en España, cuando el padre fue al Hotel Montana se encontró con 800 jóvenes llamados Paco esperando a sus padres y esperando el perdón que ese anuncio les brindaba.
¿Cuántas personas se encuentran en el lugar de Paco? ¿Cuántos Pacos hay en este mundo esperando esas palabras de amor y de perdón? ¿Cuántos padres y cuántas madres, esperando perdonar y amar están desesperados por encontrar a sus hijos o a sus hijas? ¿Cuántas veces ha esperado Dios a sus hijas e hijos que andan vagando y extraviados? Dios, con su amor perfecto es ese Padre y es esa Madre que desea tener una relación estrecha con cada persona de este mundo. Dios ama. Esa es una buena noticia.
Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido. Estas palabras de Dios a su hijo están escritas en el Evangelio de Mateo y las escucharon todos los allí presentes cuando Jesús fue bautizado en las aguas del río Jordán. La colecta del día dice, “Padre celestial, en el bautismo de Jesús en el Río Jordán, le proclamaste tu Hijo amado y le ungiste con el Espíritu Santo.” Cada persona bautizada es parte de esa familia de Dios y como tal, está proclamada hija amada e hijo amado de Dios y ungidos con el Espíritu Santo. Cuando Juan bautizó a Jesús, comenzó el ministerio y la misión de Jesús. Cuando somos bautizados entramos en una misión con Jesús. Esa misión la encontramos en el Libro de Oración Común bajo el título Pacto Bautismal. El pacto es un compromiso entre la persona bautizada y Dios. Ese compromiso debe ser una manera de vida, una misión y una promesa que cada persona hace cuando se bautiza. La colecta sigue, “Concede que todos los que son bautizados en su Nombre, guarden el pacto que han hecho, y valerosamente le confiesen como Señor y Salvador”.
En la tradición de la Iglesia Episcopal son los padres y los padrinos las personas que hacen este compromiso cuando bautizan a un bebé. Los padres y los padrinos son los responsables de ayudar a que cada bebé crezca con el entendimiento de este Pacto Bautismal. ¿Cómo podemos lograr esto? Recordando las promesas hechas en el Pacto Bautismal. Cada persona bautizada tiene la responsabilidad de vivir dentro del Pacto Bautismal y así ayudar a otras personas bautizadas que necesitan un recordatorio de lo que significa vivir la misión del Bautismo. Hay cinco promesas muy importantes que hacemos como parte del Bautismo. Estas promesas se encuentran en la página 225 del Libro de Oración Común.
La persona que se va a bautizar, o sus padres y padrinos, prometen que van a continuar en la enseñanza y comunión de los apóstoles, en la fracción del pan y en las oraciones. Esta primera promesa a veces la olvidamos cuando la vida se complica o cuando no tenemos problema alguno. A veces, sólo volvemos a la Iglesia durante las grandes celebraciones, en cuaresma o cuando hay problemas. Debemos recordar que podemos orar en cualquier momento o aunque no estemos en una Iglesia.
También prometemos que vamos a resistir el mal, y que cuando caigamos en pecado, nos arrepentiremos y volveremos al Señor. Es fácil caer y a veces muy difícil arrepentirse. Dios ama tanto al mundo que cada vez que caemos, nos arrepentimos y volvemos, nos espera con los brazos abiertos, como el padre de Paco.
La tercera promesa es que vamos a proclamar por medio de la palabra y el ejemplo, las Buenas Nuevas de Dios en Cristo. La parte más importante de esta promesa es que demos testimonio de las Buenas Nuevas. Esto significa vivir como personas que saben la verdad que Dios es un Dios de amor y de perdón. Nosotros los bautizados prometemos que nuestra vida va ser una proclamación de que Dios vive, ama, y siempre está esperando que sus hijos e hijas regresen para estar en Su presencia.
Otra promesa es que nosotros los bautizados buscaremos servir a Cristo en todas las personas, amando a nuestro prójimo como a nosotros mismo. Esto puede ser difícil cuando una persona, como Paco, piensa que no merece amor, ni siquiera, amor propio. Cuando Dios dice “hijo amado” o “hija amada” proclama que cada persona tiene valor. Todos necesitamos amarnos a nosotros mismos para poder amar a los demás. La promesa es que no sólo busquemos a Cristo en toda persona, sino que también sirvamos a ese Cristo. Durante este tiempo de Navidad, el niño Dios puede nacer otra vez en cada uno de nosotros. Sólo hay que dejar la puerta abierta del corazón.
La última de las cinco promesas es que prometemos luchar por la justicia y la paz entre todos los pueblos, y respetar la dignidad de todo ser humano. Estos son tiempos difíciles en todas partes del mundo. Para que el mundo pueda vivir la paz, cada uno de nosotros los bautizados debemos recordar esta promesa y actuar. La paz comienza en cada corazón. Hay muchas maneras de luchar por la justicia y respetar la dignidad de todo ser humano y se puede empezar con la oración. Después de orar, cada persona puede decidir que va a ser un instrumento de paz, amor, esperanza, y reconciliación.
“Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido,” nos declara Dios a cada uno de nosotros y a toda la humanidad. Como Paco, cada uno debe buscar al Padre Celestial quien ha dejado muchas cartas de amor en la Biblia. Dios dice, todo está perdonado. Te amo.
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