Sermones que Iluminan

Domingo de Pascua (A) – 2023

April 09, 2023

LCR: Hechos 10:34-43 o Jeremías 31:1-6; Salmo 118:1-2,14-24; Colosenses 3:1-4 o Hechos 10:34-43; San Juan 20:1-18 o San Mateo 28:1-10

“¡Aleluya! Cristo ha resucitado. Es verdad, el Señor ha resucitado. ¡Aleluya!”.

Hoy es la Pascua del Señor. Hoy terminamos la Semana Santa con el comienzo del primer día de la nueva creación. Por eso hoy es el día principal del calendario cristiano y es el que da sentido a todas las demás celebraciones; es el domingo que convierte todos los domingos en el “Día del Señor”. En las palabras del salmista: Éste es el día en que actuó el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él.

Las lecturas de nuestro leccionario nos facilitan comprender la magnitud de este día y de los hechos que celebramos al culminar la Semana Santa, pues, una por una, nos van preparando muy didácticamente para encontrarnos con la realidad de la resurrección de Jesucristo.  

En primer lugar, si seguimos las lecturas según la recomendada costumbre actual de leer los Hechos de los Apóstoles en el lugar usual de la del Antiguo Testamento, escuchamos uno de los primeros anuncios de la Pascua. Vemos un San Pedro que refleja tradiciones apostólicas todavía más antiguas que el libro de Hechos. El apóstol proclama la muerte y la resurrección de Jesús como una revelación del Padre celestial que “no hace diferencia entre una persona y otra”, del Dios que no practica ningún favoritismo, sino que acepta a todos los que se convierten por fe y hacen lo bueno. 

Los detalles de este sermón son los esenciales del credo cristiano: El Dios de Israel envió a Jesús para anunciar la paz y hacer el bien; sus opositores lo mataron, colgándolo en una cruz; Dios lo resucitó en el tercer día; apareció a los discípulos que había escogido; los envió a anunciar el perdón de los pecados en su nombre. Aunque el texto es algo escueto, que Pedro haya mencionado cómo Jesús había sanado a los enfermos y que los discípulos habían comido y bebido con Cristo resucitado, da un impresionante aire de veracidad a su mensaje. Su profesión de fe está basada en los hechos concretos de la realidad de su relación con Jesús. ¡Pedro pudo proclamar que el Resucitado vive porque lo vio con sus propios ojos y lo tocó con sus propias manos! 

En seguida leemos o cantamos el Salmo 118. Es uno de los textos asociados con la Pascua desde la antigüedad. De esa manera celebramos lo que el apóstol nos anunció en la primera lectura. Este salmo es un himno de victoria y regocijo por las grandes hazañas del Señor, por las maravillas que nuestro Dios ha hecho. También es una invitación a todos para que le demos gracias por nuestra salvación: Daré gracias porque me respondiste y me has sido de salvación.

Varios de los versículos de este salmo son claves para la interpretación del misterio pascual. Por ejemplo, en el versículo 17 casi podemos escuchar la voz de Cristo diciendo: No he de morir, sino que viviré y contaré las hazañas del Señor. En el 22 encontramos una buena metáfora para describir la muerte y resurrección del Señor: La misma piedra que desecharon los edificadores, ha venido a ser la cabeza del ángulo. Y no debe faltar mención del versículo 22: Éste es el día en que actuó el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él. ¡En la Pascua los creyentes celebramos que hoy Dios ha actuado con amor y poder para salvar a su pueblo!

Después de describir y celebrar la resurrección de Jesús, la epístola de San Pablo a los Colosenses nos enseña cuáles son las consecuencias de la resurrección para el pueblo cristiano. En primer lugar, la nueva vida en el Resucitado debe cambiar nuestra perspectiva. Ya no hemos de pensar sólo en las cosas de este mundo, sino “buscar las cosas del cielo”, es decir, debemos dar prioridad a las cosas de Dios y a lo que él quiere para la humanidad: paz, perdón y reconciliación. Vivir con Cristo es una transformación de nuestra vida. Si participamos en la resurrección de Jesús, también debe prepararnos para participar en su gloria eterna. Por tanto, otra consecuencia de la resurrección es que ya tenemos una nueva esperanza en el amor de Dios.

Finalmente, las lecturas del día nos llevan al Evangelio, sea el texto de Mateo o el de Juan. Ambos nos relatan los acontecimientos de las primeras horas de aquel domingo cuando María Magdalena, la otra María, Pedro y Juan llegaron a la tumba de Jesús. 

Primero fueron las mujeres para atender al cuerpo de Jesús; pero al llegar cosas extrañas pasaron: el terremoto, la piedra movida, la tumba vacía y el anuncio del ángel diciendo que Jesús había resucitado. Todo fue suficiente para asustar a cualquiera; sólo podemos imaginar el asombro de las mujeres. Quizá por eso el ángel les dijo: “No tengan miedo”. Luego, arribaron los dos discípulos, corriendo para ver quién llegaría primero. Observaron también los detalles de la tumba vacía con los lienzos enrollados y comenzaron a creer en la resurrección, aunque todavía no entendieron del todo.

Lo más conmovedor de los relatos de la resurrección que leemos hoy es el encuentro de Jesús con las mujeres. Dice San Mateo: “Jesús se presentó ante ellas y las saludó”. Su Maestro crucificado, ahora resucitado, las saludó. Y cuando lo vieron, ellas se acercaron a Jesús y lo adoraron, abrazándole los pies. Fue un encuentro emotivo y alegre entre el Señor y las mujeres, pues le dieron el abrazo de la fe y el afecto del corazón creyente. Juan, igual que Mateo, señala que Jesús mandó a las mujeres ir y dar testimonio a los otros discípulos. Por esa razón, algunas tradiciones cristianas llaman a la Magdalena “la Apóstol a los Apóstoles”, pues fue la primera en anunciar que Cristo había resucitado; su ejemplo nos enseña que siempre debemos dar testimonio del gozo por conocer al Cristo vivo.

Recordemos que el gozo de la Resurrección no sólo se trata de los eventos del pasado, sino que es algo que podemos experimentar hoy: podemos encontrarnos con Jesús, el Señor resucitado; podemos elevar nuestros corazones al cielo y abrazar a nuestro Maestro por la fe; podemos recibir el Sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo en la esperanza de nuestra propia resurrección y de ser llenados de la gloria del Señor cuando aparezca de nuevo.

Éste es el día en que actuó el Señor; regocijémonos y alegrémonos en él. ¡Aleluya!

¡No olvide suscribirse al podcast Sermons That Work para escuchar este sermón y más en su aplicación de podcasting favorita! Las grabaciones se publican el jueves antes de cada fecha litúrgica.

 
 
 
 
 
 
 
 

Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

Click here