Sermones que Iluminan

Día de Acción de Gracias (C) – 2013

November 29, 2013


Un rasgo distintivo de nuestro Libro de Oración Común en Estados Unidos de América es la inclusión de dos celebraciones nacionales las cuales son presentadas en un contexto religioso para nuestra celebración. Una de ellas es la celebración del Día de la Independencia y la otra es una celebración por el Día de Acción de Gracias. Esta última incluye una letanía. A pesar de que estas celebraciones están enraizadas en la historia de nuestro país en vez de en un evento bíblico ambas tienen gran influencia religiosa. La primera porque nos recuerda el derecho inalienable a la libertad que Dios otorga a cada ser humano y la segunda porque nos invita a apartar un día donde intencionalmente damos gracias a Dios por los frutos de la tierra que nos sustentan.

El origen del Día de Acción de Gracias que celebramos hoy es generalmente confuso para muchos. Comúnmente lo confundimos con la celebración por la abundante cosecha después del primer invierno que pasaron los peregrinos en 1621. Ellos y alrededor de 90 indios Wampanoag, que los asentadores llamaban Squanto, decidieron hacer un gran banquete juntos. Fue un evento multicultural donde los recién llegados inmigrantes anglos comieron junto y fueron bienvenidos por los nativos de esta tierra.

El Día de Acción de Gracias como lo conocemos hoy tuvo una gran trayectoria histórica y la fecha de su celebración no parecía encontrar su lugar en la vida de esta nación. Esta confusión continuó hasta 1941. Debido a la confusión, Roosevelt anunció que la fecha tradicional de celebrar el último jueves en el mes de noviembre seria restablecida en 1942. Muchos individuos en aquel entonces quería garantizar que la fecha no cambiara nuevamente y por tanto un estatuto legal fue introducido y Roosevelt lo firmó el 26 de noviembre de 1941, estableciendo el cuarto domingo de noviembre como el Día de Acción de Gracias. Este día fue observado a partir de 1956 en todos los estados de la unión.

Millones de familias se reúnen hoy debido a esta festividad. Las festividades, como sabemos, son una ocasión para compartir en familia y con amistades. El Día de Acción de Gracias produce momentos de alegría y gozo en muchas razones, pero también está cargado con un sentido de tristeza para muchos, ya que algunos seres queridos que han pasado a la vida del más allá, no estarán presentes. Por eso es importante que como comunidad de fe nos reunamos en la iglesia alrededor de otro tipo de banquete, digamos celestial, donde el espíritu sanador de Dios se activa en nuestros corazones para sanarnos de las heridas y sufrimientos que experimentamos en la vida. Es alrededor de la santa mesa de Dios donde ofrendamos nuestra vida a Dios y recibimos fortificación para continuar nuestro peregrinaje por la vida.

En un día como hoy, mientras celebramos y damos gracias a Dios, la narrativa del evangelio nos invita a reflexionar sobre otro tipo de alimento que es esencial para nuestro sustento. El intercambio entre Jesús y sus discípulos nos recuerda el maná del cielo que recibió el pueblo de Dios en momentos de terrible escasez, debido a su peregrinaje hacia la libertad a través del desierto. Esa historia afirma que Dios es quien nos da el pan de la vida sin el cual no pudiéramos vivir. Ese pan, como sustento evoca nuestra confianza en Dios y nos recuerda la falsa creencia de que Dios es dispensable en la vida. El Día de Acción de Gracias, por encima de todas las cosas evoca una respuesta de nuestra parte que va más allá del reconocimiento de que la vida es un regalo de Dios y por lo tanto es una invitación a expandir nuestro corazón para que con un sentido de agradecimiento pongamos nuestras vidas en perspectiva con las bendiciones de Dios.

El agradecimiento es un sentimiento que emocional y espiritualmente nos permite reflexionar sobre nuestra condición desde una perspectiva más apropiada. El sentido de agradecimiento no intenta crear una distorsión de la realidad ni tampoco niega o ignora nuestra situación, sino más bien nos permite incorporar otras verdades que forman parte de nuestra situación. Cuando adoptamos un espíritu de agradecimiento comenzamos a ver y a sentir más allá de las situaciones difíciles del momento para experimentar nuestra realidad desde un punto de vista más balanceado. De repente nos ponemos en contacto con otras muchas bendiciones en nuestra vida que también forman parte de nuestra realidad.

Recordar las cosas y personas por las que sentimos agradecimiento en medio de nuestros problemas es un ejercicio espiritual que nos ofrece el poder de transformar no solo nuestra forma de pensar y ver nuestra realidad, sino que también transforma nuestra disposición ante la vida. Y una de las formas que conocemos como eficaz para este propósito es la oración.

Usted puede traer a su condición las cosas por las cuales usted está agradecido este día. Usted puede mencionar en voz alta las personas y cosas a través de las cuales Dios trata balancear su vida y ponerla en perspectiva ante sus preocupaciones y descontentos en la vida. Y cuando ponemos en práctica este ejercicio espiritual podremos verdaderamente acercarnos a Dios con un inmenso sentido de gratitud. Señor, gracias por el don de la vida, gracias por la compañía de amigos, por el empleo que me permite sustentar mi familia, por el día de descanso que me restablece mis energías, por los momentos que me regalas para pasarla junto a mis seres queridos, por el amor, la paciencia, la perseverancia, la justicia, la paz. Gracias Señor por la lluvia, el calor del sol, los árboles, el agua y este gran universo. Cosas que quizás consideremos simples, pero que en realidad son extraordinarias.

Alguien comentó que la generación de nuestro tiempo vive constantemente buscando nuevas metas, una tras otra, una nueva relación tras otra, quizás el próximo empleo, o el próximo auto, o el próximo vestido, cualquier cosa que nos acelere la adrenalina o nos dé un sentido de estar satisfechos, llenos, saciados. ¿Será posible que lo que estamos buscando es algo que finalmente perdure para siempre? ¿Algo o alguien que nos alimente física y espiritualmente de una vez y por todas?

Según el evangelio de Juan, la respuesta es Jesús. “Yo soy el pan de vida…si alguien come de este pan, vivirá para siempre”.

Esta metáfora nos recuerda que todos nosotros anhelamos aquello que verdaderamente nos saciará, algo o alguien que nos hará sentir satisfechos. Muchos de nosotros continuamos resistiéndonos a la idea y pensamos que un nuevo auto, una computadora, un nuevo vestido o juego de platos y cubiertos pueden saciar nuestro apetito. De hecho, muchos de nosotros saciaremos nuestros estómagos comiendo en proporciones desorbitantes; pero también muchos de nosotros nos sentiremos vacíos, no en nuestros estómagos pero emocional y sentimentalmente. Algunos de nosotros descubriremos que padecemos de cierta anorexia espiritual que nos deja mucho más hambrientos.

Por lo tanto hermanas y hermanos, que en este día tan especial desborde su corazón no solo por los alimentos que consuma, no solo por la compañía de quienes le rodean, sino también por nuestro Dios creador que nos dio la vida, por nuestro Dios redentor que nos reconcilia amorosamente, por nuestro Dios sustentador que nutre y sacia todo nuestro ser. ¡Feliz Día de Acción de Gracias!

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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