Cuaresma 5 (B) – 2024
March 17, 2024
Estamos llegando al final del tiempo de cuaresma. ¡El tiempo se va muy rápido! ¡Estamos a una semana de iniciar la Semana Santa! Vale la pena evaluar hoy “qué hemos hecho y qué hemos dejado de hacer” en esta cuaresma para crecer espiritualmente. La cuaresma es un tiempo de gracia que nos ofrece la Iglesia para fortalecer nuestra fe y renovarnos en la vida cristiana. Desde los comienzos, la cuaresma ha sido para el mundo cristiano un tiempo especial de reparación y renovación espiritual para lograr una unidad más íntima con el Dios que nos ama y nos da vida. ¡Aprovechémoslo!
Las lecciones que encontramos en la palabra de Dios hoy nos motivan a esta renovación espiritual. El profeta Jeremías habla a su comunidad de un tiempo que se acerca, un tiempo favorable de cambio. Dice que Dios promete a su pueblo una nueva alianza, no escrita en piedras, sino en el corazón del mismo pueblo. Esta noticia es grandiosa y de esperanza para ellos que habían roto su alianza de fidelidad con su Dios. Él les dice a través del profeta: “ahora yo los perdono” y no sólo los perdono, sino que “haré una nueva alianza”. Volveré a confiar en ustedes. Quiero volver a caminar a su lado, no dejarlos solos ni desamparados en el camino, quiero seguir guiándolos hasta lograr su libertad.
Esta vez, nos dice la palabra, la alianza no será escrita en piedras, como en los tiempos de Moisés, sino en el corazón del pueblo. Ésta es la garantía de que la nueva alianza no se olvidará. Las piedras se pueden romper o enterrar para desaparecer, el pueblo puede perder la memoria individual o colectiva, pero si la ley está en el corazón ella permanece para siempre. La ley escrita en el corazón se realiza cuando lo que se debe hacer y lo que se debe amar se unen en un solo corazón. Esta nueva alianza es una alianza de amor de Dios con su pueblo. Cuando hay amor no hay olvido, nos diría Dios; el amor eterniza nuestras memorias. El amor de Dios se hace perdón total.
El profeta invita al pueblo de entonces, y a nosotros el nuevo pueblo de Dios, a acoger esta oportunidad para pedir perdón, confiar, renacer. El amor es conocimiento del don de Dios. A través de Jeremías, Dios nos habla también a nosotros y nos dice: yo estoy en tu corazón y te perdono por lo que hayas hecho, hoy renuevo mi alianza contigo, pero no lo olvides y no me olvides. ¡Qué gran noticia encontramos en la primera lectura de hoy!
En el evangelio, Juan también nos habla de un tiempo particular. Es el tiempo en que termina el ministerio de Jesús de Nazaret. A través de la misión él ha glorificado a su Padre. Ahora Dios lo va a glorificar en el sufrimiento y en la cruz. El signo que indica que la hora de su glorificación en la pasión ha llegado, es cuando unos griegos llegan a Jerusalén preguntando por Jesús. El pueblo griego es aquí, en el evangelio de Juan, el símbolo del mundo que no creía en el Dios de Israel, ellos tenían otras maneras de concebir la divinidad. Pero ahora llegan a Jerusalén inquietos por la persona de Jesús: “Queremos ver a Jesús” exclaman. Este hecho indica que el mensaje de Jesús ha llegado a otros pueblos y que su etapa de misión ha terminado. Ahora él debe comenzar algo nuevo.
Juan nos presenta el momento de la glorificación de Jesús en su pasión; lo presenta con paradojas y enseñanzas muy profundas sobre la vida. Nos dice frases como: “Hay que morir para vivir”, “perder para ganar”, y antítesis como “No morir, es morir y morir es no morir, sino vivir.” A propósito de estas frases, otro discípulo de Jesús, el Doctor Martin Luther King Junior, predicaba en 1967: “Usted puede tener 38 años, como yo los tengo. Y un día se presenta una gran oportunidad delante de usted que le llama a apoyar a un gran principio, un asunto importante, una gran causa. Y usted se niega a hacerlo porque está asustado… se niega a hacerlo porque quiere vivir más… tiene miedo a perder su empleo, a ser criticado, a perder su popularidad, a que alguien le apuñalee o le dispare o bombardee su casa; y por eso usted se rehúsa a actuar. Pues bien, usted puede continuar viviendo hasta los 90, pero usted estará tan muerto a los 38 como estaría a los 90, y dejar de respirar en su vida será sólo el anuncio tardío de una muerte temprana del espíritu”.
¡Qué gran profundidad tienen para nosotros las palabras de este santo moderno quien inmoló su vida por la dignidad de la raza negra y la integración de los pueblos! En su mensaje encontramos el valor del riesgo, el sacrificio, la entrega, el vivir con dignidad, con verdad y propósito, una vida con valores. Para MLK el cristiano no puede sobrevivir pasivo con tal de cuidar de su aparente bienestar; el cristiano debe vivir una vida de misión asumiendo sus riesgos y consecuencias.
Jesús llama al nuevo momento que ahora inicia, el momento de su sufrimiento y muerte, la hora de la glorificación. ¿Por qué glorificación? ¿En qué sentido el sufrimiento es glorificación? El triunfo de Jesús es glorificación porque es la derrota del mal y de la muerte; Jesús muere para conquistar la vida y glorificarla como el más grande regalo de Dios; así que el morir se convierte en una ganancia total y definitiva.
El tiempo de cuaresma nos llama a restructurar la vida desde la fe, desde nuestra relación con Dios; tal vez esto implique morir a muchas cosas que en realidad no son necesarias para vivir una vida de misión. Es una ganancia el dejar cosas y relaciones no necesarias. Nuestro crecimiento espiritual es una ganancia para nosotros mismos.
¿A qué debemos morir para que nazca algo nuevo? Logremos identificar lo que debe morir, porque ahí está la muerte; al dejar que algo muera nace algo nuevo, ahí está la vida; entonces será la pascua nuestra el inicio de algo nuevo; nuestra alma se renovará, nuestro espíritu se fortalecerá.
Estas enseñanzas que nos da Dios en el evangelio de Juan nos motivan a encontrar nuestras propias paradojas y obstáculos, y a superarlos para morir y renacer con Cristo en la gloria.
No dejemos pasar esta oportunidad de renovación. Este es tiempo del Espíritu, el tiempo de salvación. Lleguemos a la Semana Santa como llegó Jesús a su pasión y muerte: fuerte espiritualmente, claro en su misión, deseoso de trabajar con Dios y de hacer su voluntad, para resucitar a la gloria. Amén.
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