Cuaresma 5 (A) – 2017
April 02, 2017
Las lecturas para este quinto domingo en Cuaresma nos invitan a implorar perdón y a reconciliarnos con Dios para que Él con su gran misericordia nos dé aliento de vida, nos reviva y no nos veamos nunca más como los huesos secos de la visión del profeta Ezequiel.
También el salmo nos invita a que supliquemos de nuevo, velando y aguardando más que “los centinelas a la aurora” el que Dios nos escuche y nos conceda su perdón, perdón que viene lleno de esperanza y de la misericordia de su abundante redención. De esa manera, entonces podremos vivir en el Espíritu de Dios que san Pablo nos dice nos “lleva a la vida y a la paz”.
En la lectura del evangelio según san Juan que acabamos de escuchar, se nos presenta la resurrección de Lázaro. Muchos estudiosos dicen que éste es el momento en el que el ministerio público de Jesús llega a su parte culminante.
El evangelio de san Juan puede dividirse en dos partes: la primera parte comprende los capítulos del uno al doce. En esos capítulos encontramos lo que procede del Padre y el ministerio público de Jesús. Los dos temas centrales en esta parte son la vida y la luz. Estos temas aparecen ochenta y dos veces.
En la segunda parte que abarca los capítulos del trece al veinte, se nos presenta el ministerio privado de Jesús con sus discípulos. En estos capítulos vemos a Jesús en su camino de regreso al Padre. Jesús se aparta de las multitudes y lo vemos muy cerca a sus discípulos, hablándoles y enseñándoles. El tema principal en esta segunda parte se centra en el amor. En el evangelio según san Juan el amor aparece mencionado treinta y una veces.
En el evangelio según san Juan que escuchamos el domingo pasado Jesús sana al ciego de nacimiento. El ciego representa una comunidad que en su cultura y religiosidad estaba alejada de la sinagoga. En el evangelio que acabamos de escuchar podemos decir que Lázaro, cuyo nombre significa Dios es mi ayuda, también puede representar a la comunidad de la época en la que se escribió este evangelio, comunidad que fue relegada por las autoridades religiosas y que vivió marginada en cuanto a su participación en la vida política.
La resurrección de Lázaro podemos entenderla como una afirmación y un impulso para la comunidad a que reclame su derecho a la vida en abundancia, que quiere decir, el derecho a la participación del Reino de Dios. El tema central que entonces podemos afirmar, es la fe. Se trata de tener fe en que la comunidad, a pesar de sus predicamentos, pueda encontrar la vida verdadera y la liberación al vivir en plena comunión con Jesús.
Las comunidades marginadas y oprimidas encontrarán que, al vivir en plena comunión con Jesús, vivirán un discipulado de esperanza de vida. Esa esperanza y esa vida, la sociedad se las ha arrebatado. También encontrarán que es por medio de su sufrimiento y de su lucha por lo que les pertenece y es justo para ellos, que serán reconocidos como iguales ante los demás. Es aquí donde entendemos que los muertos resucitarán a una vida en abundancia.
Es de suma importancia resaltar aquí, el versículo más pequeño de toda la Sagrada Escritura y que encierra una de las más grandes implicaciones del amor que Dios nos ha ofrecido a cada uno de sus hijos e hijas. En Juan 11:35 leemos “Y Jesús lloró”. El dolor de Jesús es real al vernos pasar por las situaciones de muerte que muchos de nosotros vivimos en nuestras comunidades. Jesús no es indiferente a nuestro sufrimiento. Contrario a lo que se escucha en algunas comunidades, un hombre que llora nos demuestra que los hombres también pueden mostrarse sensibles al dolor ajeno.
Dicho de otra manera, y en primera persona, hoy debemos preguntarnos ¿cuáles son las tumbas en las que estamos viviendo de las cuales Jesús nos invita a salir? ¿Cuáles son esas circunstancias en nuestra vida que nos separan de la sociedad en la que vivimos? ¿Cuáles son las vendas que Jesús nos invita a quitarle a aquellos que están muertos en vida? ¿Cómo podemos resucitar en Cristo?
Reflexionemos y pensemos que la resurrección es el resultado de una conversación y de una relación que entablamos con Jesús, que nos lleva a ser transformados. Resurrección es, por ejemplo, vivir la experiencia de la mujer samaritana que era rechazada y que al escuchar la invitación de Jesus quien le ofrece agua viva con la cual se sentirá saciada completamente y nunca volverá a sentir sed, se convierte en testigo del amor de Dios. Resurrección es sentir el lodo que Jesús nos pone en los ojos para que podamos ver. Resurrección es la experiencia de escuchar como Dios nos llama por nuestros nombre para sacarnos de situaciones de pecado y obscuridad y entonces poder compartir la vida en abundancia que siempre nos pone al alcance de nuestros deseos.
En este quinto domingo en Cuaresma pidámosle a nuestro padre amoroso que nos guíe, que nos ilumine y nos enseñe el camino que quiere que sigamos y que al igual que volvió a darle aliento de vida y resucitar a su gran amigo Lázaro, también nos resucite a nosotros y nos despierte a una vida plena en Jesús su hijo amado. Que vivamos en la luz de Cristo, que nos da la vida en abundancia.
Elevemos nuestras voces de la manera como lo escuchamos y lo sentimos en la voz del salmista: “Escucha Señor mi voz; estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica”.
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