Sermones que Iluminan

Adviento 4 (B) – 2017

December 25, 2017


¡No tengas miedo! Estas son bellas palabras de aliento. Durante este tiempo de Adviento hemos estado esperando al Mesías. Hemos escuchado muchas lecturas sobre su venida. El primer domingo leímos en Marcos: “Manténganse ustedes despiertos, porque no saben cuándo va a llegar el señor de la casa.” Nos dice el evangelista que estemos preparados para la venida de nuestro Salvador. Escuchamos también en las lecturas recientes que hemos de “tener las lámparas listas con aceite”, esperando ansiosos la llegada de nuestro Amado.

Algunas maneras en las que tal vez nos hemos preparado para mañana o para esta media noche, cuando celebramos la venida de Jesús, es cocinando, mandando tarjetas, preparando regalos, poniendo un árbol navideño, luces y otros adornos y pidiéndole a Dios por la paz del mundo.

Durante los tiempos difíciles de la vida, Dios nos dice que no nos durmamos, que estemos bien despiertos para ver a Su Hijo cuando se presente a nuestros corazones y a nuestros hogares. ¡Qué Dios nos ayude a mantenernos atentos para reconocer a Jesús e invitarle a que more en nosotros cada minuto de cada día!

El segundo domingo de Adviento leímos en Marcos esta cita del Profeta Isaías: “Preparen el camino del Señor.” Juan el Bautista dice: “Después de mí viene uno más poderoso que yo… él los bautizará con el Espíritu Santo.” Ambos nos instan a prepararnos, sabiendo que el que viene es alguien poderoso que merece toda nuestra adoración, respeto, y gratitud.

Al preparar un camino en nuestras vidas para Jesús, nos abrimos a posibilidades milagrosas. En su carta a la comunidad de Gálatas Pablo dijo: “Lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio”. Jesús nos bautizará con estos frutos del Espíritu Santo. Imagínense tener más amor, más alegría y más paz. Estas son las promesas que Dios nos hace a través de la venida de aquel que tanto esperamos: Jesús.

El tercer domingo de Adviento Juan Evangelista dijo: “Abran un camino derecho para el Señor.” En otras palabras, dejemos los caminos chuecos, los caminos que no nos conducen a Dios como el pecado, la confusión, y cualquier cosa que nos obstruyan el paso hacia Dios. Este camino derecho, recto no quiere decir que vayamos a ser perfectos, pero que sí vamos a hacer todo lo posible para estar en el camino y caminar de la mano de Dios. Que vamos a seguir su guía y alistarnos para seguirle a Jesús.

Ahora estamos en el cuarto y último domingo de Adviento. ¡Mañana es Navidad, lo que hemos estado esperando durante estas cuatro semanas! Hoy leemos en el evangelio de Lucas que el ángel de Dios fue a María para decirle que iba a tener un hijo, Jesús, quien sería un gran hombre, al que llamarían Hijo del Dios altísimo. Pero antes de decirle todo esto, le dijo, “No tengas miedo.” En la Biblia leemos más de cien veces, que no debemos tener miedo. Parece que Dios quiere que estemos muy seguros y seguras de que Él está con nosotros y no hay nada que temer.

Es de imaginarse que María tuvo miedo. Primeramente, llega un ángel. Hay películas donde se ven ángeles llegando a algún lugar y hay cuadros que muestran lo mismo, pero imaginémonos si al llegar a la casa hoy, cuando pensamos que estamos a solas, llega un ángel. ¿Qué haríamos?

Dice la escritura que María estaba sorprendida por sus palabras, pero podemos imaginarnos que si una persona entra en donde estamos sin aviso, y sin conocerla, nos puede causar temor y hasta terror. Las noticias que tenía el ángel tampoco eran noticias cotidianas. El ángel Gabriel le fue a decir a la Virgen María que iba a quedar encinta y tener un hijo. Ella, como era virgen, le dijo que no vivía con ningún hombre. Pero el ángel le dijo que el Espíritu Santo iría sobre ella, y el poder del Dios altísimo se posaría sobre ella. Así que, de nuevo, podemos imaginarnos que las noticias no eran fáciles de aceptar, entender, ni creer. Pero María decidió creer, no tener miedo y aceptar lo que Dios iba a hacer a través de ella. Ella dijo, “que Dios haga conmigo como me has dicho.”

¿Cómo sería el mundo si todos fuéramos más como María? ¿Qué tal si cada vez que Dios nos habla a través de su Palabra, a través de un sermón, a través de una amistad, a través de nuestras circunstancias y oraciones le hiciéramos caso y simplemente dijéramos, “haz conmigo lo que quieras, Dios”? ¿Cómo sería nuestra vida si en vez de dudar o tener miedo decidiéramos creer y tener fe? Tal vez es fácil dudar que Dios pueda hablarnos, pero si apartamos tiempo para estar en silencio, meditar y de estudiar la Palabra, podemos escuchar su voz claramente. Si tratamos de ver la vida con los ojos de Cristo, veremos a Cristo en la vida y así escucharemos lo que Él nos quiere decir.

Otra palabra que el ángel Gabriel le ofrece a María es que para Dios no hay nada imposible. Nada. Imposible. Nada. Esto es para que nos pongamos de pie y alabemos a Dios con cánticos, danza, y mucho agradecimiento. El ángel estaba hablando de su parienta Isabel (en otras versiones dice prima Elizabet), madre de Juan el Bautista. Dice la escritura que era anciana y, “la que no podía tener hijos.”

Es tan difícil creer que hay cosas que no son imposibles. En estos tiempos vemos que hay tanta maldad, racismo, leyes que parecen hacer más daño que bien, y líderes que desean su propio bien, no el de sus seguidores. Así que nos pasamos la vida cabizbajos. Pasamos la vida preocupándonos por el qué dirán. Pasamos la vida preocupándonos de todo lo que nos puede ir mal. Pasamos la vida sin saber lo que Dios nos promete, sin entender y a veces sin querer escuchar lo que la Palabra de Dios nos dice. ¿Por qué? Porque es mucho más fácil pensar que las cosas son imposibles en vez de tener fe y de vivir sin miedo.

A veces, es más fácil no creerle a Dios que lo puede todo. Recuerde que lo imposible se hizo posible hace más de dos mil años. En contra de todas las leyes del mundo y de la física, una joven Virgen quedó embarazada con el Salvador del mundo. En contra de los reyes y gobernantes de la época, nació un bebito que creció, murió y resucitó porque para Dios no hay nada imposible.

Ese mismo Dios que designó que una virgen quedara embarazada con nuestro Mesías y quien hizo que una mujer anciana que decían que no podía tener hijos tuviera a Juan el Bautista, ha estado con cada uno de nosotros durante este Adviento y durante nuestras vidas. Ese mismo Dios ha permanecido a nuestro lado, manteniéndonos despiertos, preparándonos, ayudándonos a que abramos un camino recto, y diciéndonos, “No tengas miedo, nada es imposible para mí.” No tengamos miedo, hermanos y hermanas, nada es imposible para Dios.

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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