Adviento 3 (A) – 2010
December 12, 2010
(RCL) Isaías 35:1-10; Salmo 146:5-10; Santiago 5:7-10; Lucas 1:47-55 o Mateo 11:2-11
Nuestros campesinos latinoamericanos siempre han dependido de la lluvia para obtener una buena cosecha. Algunos construyen canales de riego para tener más cosechas durante el año. Ellos son pacientes y preparan la tierra debidamente antes de poner la semilla a germinar.
La carta de Santiago también nos menciona la importancia de la paciencia y la firmeza en la espera de la segunda venida del Señor. Nosotros somos como el terreno que debe ser preparado con esmero para que produzca más y mejores frutos. Necesitamos albergar en nuestro corazón la alegría, la esperanza, el valor, la seguridad de que tenemos un Dios justo, protector, proveedor, libertador, que levanta a los caídos, que protege y sostiene a las viudas y a los huérfanos; que siempre se ha preocupado por la justicia, la paz y la prosperidad de su pueblo.
Estamos hoy aproximándonos al final de esta estación de adviento; la más breve de todas, pero la más prometedora, porque nos permite abrir todos nuestros sentidos para prepararnos para la segunda venida de nuestro Señor y Salvador, Cristo Jesús. Es momento de reflexión sobre nuestra vida, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestra relación con los demás. Es tiempo de examinarnos interiormente y pedir a Dios que nos conceda su gracia y su paz. ¿Somos realmente cristianos auténticos, reflejamos en nuestros actos cotidianos el amor de Dios, somos compasivos, nos duele el dolor ajeno, somos solidarios, perdonamos a quien nos ha faltado, damos gracias a Dios por todas las bendiciones recibidas?
Podríamos seguir mencionando un sinnúmero de cosas que hacemos cada día y a las que no prestamos mucha atención, pues estamos más pendientes de “nuestras cosas,” que de lo que en verdad deberíamos ocuparnos.
Hoy es el tercer domingo de Adviento y en el evangelio de Mateo vemos a Juan en la cárcel. Estando allí tuvo noticias de lo que el Mesías estaba haciendo y manda a sus discípulos a preguntar si en verdad él era aquel a quien estaban esperando. Y cual fue la respuesta de Jesús?: “Vayan y díganle a Juan lo que están viendo y oyendo… los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su enfermedad, los sordos oyen, los muertos vuelven a la vida y a los pobres se les anuncia el mensaje de salvación…” (Mat. 11: 4-6)
Jesús envía un claro mensaje no solo a Juan, sino a sus seguidores y a nosotros hoy día también. Los que nos llamamos cristianos tenemos que distinguirnos no por una jugosa cuenta bancaria, por el carro último modelo, por tener la mejor y casa más grande…, no.
Nuestra actitud debe ser muy diferente a la de la gente común; nuestros hechos deben decir a gritos que Cristo Jesús habita en nuestro corazón y que es el que dirige nuestra vida. “Mira como se aman.” Que esa frase que distinguió a los primeros cristianos, también nos distinga a nosotros en el lugar donde Dios nos puso para esparcir su gracia y su amor y para hacer crecer su Cuerpo, la Iglesia.
Aprovechemos el poco tiempo que nos queda. Preparemos bien nuestro terreno para que la cosecha que obtengamos sea abundante y la mejor de nuestra vida. Estamos a tiempo de perdonar a quienes nos han ofendido, de amar a quien no nos ama, de compartir el pan con los que tienen hambre, de hacer justicia a los que no tienen voz, de libertar a los que están cautivos en si mismos; porque nunca han conocido al Señor, de abrir los oídos a los que todavía no han escuchado la Palabra del Señor, a curar a los enfermos, pero no físicamente, sino espiritualmente. O quizás somos nosotros quienes debemos hacer todo eso por nosotros mismos. No desperdiciemos la ocasión maravillosa del adviento para ponernos en paz con Dios. No lo dejemos para mañana pues podría ser demasiado tarde.
— La Rvda. Mercedes Julián es una misionera de la Republica Dominicana que ha servido en la iglesia de La Gracia en New Orleans, la iglesia de San Juan en Johns Island, SC, y actualmente está fundando una nueva Misión Hispana en la iglesia de la Ascensión, en Cranston, RI.
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