Nuestra tradición anglicana reconoce los sacramentos como “signos externos y visibles de una gracia interior y espiritual” (El Libro de Oración Común, p.750). El Santo Bautismo y la Eucaristía (o Santa Comunión) son los dos grandes sacramentos dados por Cristo a su Iglesia.
En el caso del Bautismo, el signo exterior y visible es el agua, en la cual la persona es bautizada en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; la gracia interior y espiritual es la unión con Cristo en su muerte y resurrección, el nacimiento en la familia de Dios, la Iglesia, el perdón de los pecados y una nueva vida en el Espíritu Santo. En el caso de la Eucaristía, el signo exterior y visible es el pan y el vino, dado y recibido según el mandato de Cristo. La gracia interior y espiritual es el Cuerpo y la Sangre de Cristo dado a su pueblo, y recibido mediante la fe.
Además de estos dos, hay otros marcadores espirituales en nuestro camino de fe que pueden servir como medios de gracia. Ellos son:
- La Confirmación: la afirmación adulta de nuestros votos bautismales
- La Reconciliación de un penitente: confesión privada
- El matrimonio: cristiano
- Las Órdenes: ordenación al diaconado, al sacerdocio o al episcopado
- La Unción: ungir con los santos óleos a los que están enfermos aceite sagrado a los que están enfermos o agonizantes.
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