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Último Domingo después de Epifanía
La Colecta:
Oh Dios, que antes de la pasión de tu unigénito Hijo, revelaste su gloria en el monte santo: Concédenos que, al contemplar por fe la luz de su rostro, seamos fortalecidos para llevar nuestra cruz y ser transformados a su imagen de gloria en gloria; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Éxodo 24:12-18
12 El Señor le dijo a Moisés: —Sube al monte, donde yo estoy, y espérame allí, pues voy a darte unas tablas de piedra en las que he escrito la ley y los mandamientos para instruir a los israelitas.
13 Moisés se levantó y subió al monte de Dios, junto con su ayudante Josué. 14 A los ancianos les dijo: —Espérennos en este lugar, hasta que regresemos. Aquí se quedan Aarón y Hur con ustedes, y si alguien tiene algún problema, que se lo presente a ellos.
15 Dicho esto, Moisés subió al monte, el cual quedó cubierto por una nube. 16 La gloria del Señor vino a posarse sobre el monte Sinaí, y durante seis días la nube lo cubrió. Al séptimo día el Señor llamó a Moisés desde la nube. 17 La gloria del Señor se presentó a los ojos de los israelitas como un fuego devorador, sobre la parte más alta del monte. 18 Moisés entró en la nube, subió al monte, y allí se quedó cuarenta días y cuarenta noches.
Salmo: 2 o 99
1 ¿Por qué se amotinan las gentes, *
y los pueblos piensan cosas vanas?
2 ¿Por qué se levantan los reyes de la tierra, y príncipes consultan unidos *
contra el Señor y contra su Ungido?
3 “Rompamos sus ligaduras”, dicen; *
“echemos de nosotros sus cuerdas”.
4 El que mora en los cielos se ríe; *
el Señor se burla de ellos.
5 Luego les habla en su furor, *
y los turba con su ira, diciendo:
6 “Yo mismo he puesto mi rey *
sobre Sión, mi santo monte”.
7 Yo publicaré el decreto: *
El Señor me ha dicho: “Mi Hijo eres tú; yo te engendré hoy.
8 Pídeme, y te daré por herencia las naciones, *
y como posesión tuya los confines de la tierra.
9 Los quebrantarás con vara de hierro, *
como vasija de alfarero los desmenuzarás”.
10 Ahora, pues, oh reyes, sean prudentes; *
admitan amonestación, jueces de la tierra.
11 Sirvan al Señor con temor, *
y alégrense con temblor.
12 Honren al Hijo, para que no se enoje, y perezcan en el camino; *
pues se inflama de pronto su ira.
13 Bienaventurados son *
todos los que en él confían.
o
1 El Señor es Rey; tiemblen los pueblos; *
está entronizado sobre querubines; sacúdase la tierra.
2 El Señor es grande en Sión; *
es excelso sobre todos los pueblos.
3 Alaben su Nombre, porque es grande y temible; *
él es el Santo.
4 “Oh Rey poderoso, amante de la justicia, has establecido la equidad; *
has administrado la justicia y el derecho en Jacob”.
5 Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios,
y póstrense ante el estrado de sus pies; *
él es el Santo.
6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes,
y Samuel entre los que invocan su Nombre, *
invocaban al Señor, y él les respondía.
7 Desde la columna de nube les hablaba; *
guardaban sus testimonios, y el decreto que les dio.
8 “Oh Señor Dios nuestro, en verdad les respondías; *
tú eras para ellos un Dios de perdón;
con todo, les castigabas por sus malas obras”.
9 Proclamen la grandeza del Señor nuestro Dios,
y adórenle sobre su santo monte, *
porque el Señor nuestro Dios es el Santo.
Nuevo Testamento: 2 Pedro 1:16-21
16 La enseñanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no consistía en cuentos inventados ingeniosamente, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor en su grandeza. 17 Lo vimos cuando Dios el Padre le dio honor y gloria, cuando la voz de Dios le habló de aquella gloriosa manera: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido.» 18 Nosotros mismos oímos aquella voz que venía del cielo, pues estábamos con el Señor en el monte sagrado.
19 Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón toman ustedes en cuenta. Pues ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón. 20 Pero ante todo tengan esto presente: que ninguna profecía de la Escritura es algo que uno pueda interpretar según el propio parecer, 21 porque los profetas nunca hablaron por iniciativa humana; al contrario, eran hombres que hablaban de parte de Dios, dirigidos por el Espíritu Santo.
El Evangelio: Mateo 17:1-9
1 Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y se fue aparte con ellos a un cerro muy alto. 2 Allí, delante de ellos, cambió la apariencia de Jesús. Su cara brillaba como el sol, y su ropa se volvió blanca como la luz. 3 En esto vieron a Moisés y a Elías conversando con Jesús. 4 Pedro le dijo a Jesús: —Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
5 Mientras Pedro estaba hablando, una nube luminosa se posó sobre ellos, y de la nube salió una voz, que dijo: «Éste es mi Hijo amado, a quien he elegido: escúchenlo.»
6 Al oír esto, los discípulos se postraron con la cara en tierra, llenos de miedo. 7 Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: —Levántense; no tengan miedo.
8 Y cuando miraron, ya no vieron a nadie, sino a Jesús solo.
9 Mientras bajaban del cerro, Jesús les ordenó: —No cuenten a nadie esta visión, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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