
Dios todopoderoso, que diste a tu apóstol Andrés una gracia tal que prestamente obedeció el llamado de tu Hijo Jesucristo y trajo a su hermano con él: Concédenos, a los llamados por tu Santo Verbo, la gracia para seguirle sin demora y traer a su bondadosa presencia a los que amamos; por aquél que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
9 Moisés dijo a los Israelitas: 11 «Este mandamiento que hoy les doy no es demasiado difícil para ustedes, ni está fuera de su alcance. 12 No está en el cielo, para que se diga: “¿Quién puede subir al cielo por nosotros, para que nos lo traiga y nos lo dé a conocer, y lo pongamos en práctica?” 13 Tampoco está del otro lado del mar, para que se diga: “¿Quién cruzará el mar por nosotros, para que nos lo traiga y nos lo dé a conocer, y lo pongamos en práctica?” 14 Al contrario, el mandamiento está muy cerca de ustedes; está en sus labios y en su pensamiento, para que puedan cumplirlo.»
1 Los cielos proclaman la gloria de Dios, *
y la bóveda celeste pregona las obras de sus manos.
2 Un día emite palabra al otro día, *
y una noche a la otra noche imparte sabiduría.
3 Aunque no hay palabras, ni lenguaje, *
ni son oídas sus voces,
4 Por toda la tierra salió su sonido, *
y hasta el extremo del mundo su mensaje.
5 En el mar puso tabernáculo para el sol, *
y éste, como esposo que sale de su alcoba,
se alegra cual paladín para correr su camino.
6 De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; *
nada hay que se esconda de su calor.
[7 La ley del Señor es perfecta, que aviva el alma; *
el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo.
8 Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón; *
el precepto del Señor es claro, que alumbra los ojos.
9 El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; *
los juicios del Señor son verdad, completamente justos.
10 Deseables son, más que el oro, más que oro fino; *
dulce más que miel, que la que destila del panal.
11 Tu siervo es además por ellos alumbrado, *
y al guardarlos hay grande galardón.
12 ¿Quién podrá entender sus propios errores? *
Líbrame de los que me son ocultos.
13 Preserva también a tu siervo de las soberbias, que no se enseñoreen de mí; *
entonces seré íntegro, y estaré limpio del gran pecado.
14 Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, *
oh Señor, Roca mía y Redentor mío.]
«La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón.» Esta palabra es el mensaje de fe que predicamos. 9 Si con tu boca reconoces a Jesús como Señor, y con tu corazón crees que Dios lo resucitó, alcanzarás la salvación. 10 Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se reconoce a Jesucristo para alcanzar la salvación.
11 La Escritura dice: «El que confíe en él, no quedará defraudado.» 12 No hay diferencia entre los judíos y los no judíos; pues el mismo Señor es Señor de todos, y da con abundancia a todos los que lo invocan. 13 Porque esto es lo que dice: «Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación.» 14 Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? 15 ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!» 16 Pero no todos han aceptado el evangelio. Es como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha creído al oír nuestro mensaje?» 17 Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.
18 Pero yo pregunto: ¿Será tal vez que no oyeron el mensaje? ¡Claro que lo oyeron! Porque la Escritura dice:
«La voz de ellos salió por toda la tierra,
y hasta los últimos rincones del mundo llegaron sus palabras.»
18 Jesús iba caminando por la orilla del Lago de Galilea, cuando vio a dos hermanos: uno era Simón, también llamado Pedro, y el otro Andrés. Eran pescadores, y estaban echando la red al agua. 19 Jesús les dijo: —Síganme, y yo los haré pescadores de hombres.
20 Al momento dejaron sus redes y se fueron con él.
21 Un poco más adelante, Jesús vio a otros dos hermanos: Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que estaban con su padre en una barca arreglando las redes. Jesús los llamó, 22 y en seguida ellos dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.