Antiguo Testamento: 1 Samuel 17: (1a, 4-11, 19-23), 32-49 o 1 Samuel 17:57-18:5,10-16
1 [Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra. […]
4 De pronto, de entre las filas de los filisteos salió un guerrero como de tres metros de estatura. Se llamaba Goliat y era de la ciudad de Gat. 5 En la cabeza llevaba un casco de bronce, y sobre su cuerpo una coraza, también de bronce, que pesaba cincuenta y cinco kilos. 6 Del mismo metal eran las placas que le protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. 7 El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y su punta de hierro pesaba más de seis kilos. Delante de él iba su ayudante. 8 Goliat se detuvo y dijo a los soldados israelitas: —¿Para qué han salido en orden de combate? Puesto que yo soy un filisteo, y ustedes están al servicio de Saúl, elijan a uno de ustedes para que baje a luchar conmigo. 9 Si es capaz de pelear conmigo y vencerme, nosotros seremos esclavos de ustedes; pero si yo lo venzo, ustedes serán nuestros esclavos. 10 En este día, yo lanzo este desafío al ejército de Israel: ¡Denme un hombre para que luche conmigo!
11 Al oír Saúl y todos los israelitas las palabras del filisteo, perdieron el ánimo y se llenaron de miedo. […]
19 Mientras tanto, Saúl y los hermanos de David y todos los israelitas estaban en el valle de Elá luchando contra los filisteos.
20 Al día siguiente, David madrugó y, dejando las ovejas al cuidado de otro, se puso en camino llevando consigo las provisiones que le entregó Jesé. Cuando llegó al campamento, el ejército se disponía a salir a la batalla y lanzaba gritos de guerra. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 22 David dejó lo que llevaba al cuidado del encargado de armas y provisiones, y corriendo a las filas se metió en ellas para preguntar a sus hermanos cómo estaban. 23 Mientras hablaba con ellos, aquel guerrero filisteo llamado Goliat, de la ciudad de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y volvió a desafiar a los israelitas como lo había estado haciendo hasta entonces. David lo oyó.] […]
32 Entonces David le dijo a Saúl: —Nadie debe desanimarse por culpa de ese filisteo, porque yo, un servidor de Su Majestad, iré a pelear contra él.
33 —No puedes ir tú solo a luchar contra ese filisteo —contestó Saúl—, porque aún eres muy joven; en cambio, él ha sido hombre de guerra desde su juventud.
34 David contestó: —Cuando yo, el servidor de Su Majestad, cuidaba las ovejas de mi padre, si un león o un oso venía y se llevaba una oveja del rebaño, 35 iba detrás de él y se la quitaba del hocico; y si se volvía para atacarme, lo agarraba por la quijada y le daba de golpes hasta matarlo. 36 Así fuera un león o un oso, este servidor de Su Majestad lo mataba. Y a este filisteo pagano le va a pasar lo mismo, porque ha desafiado al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de las manos de este filisteo.
Entonces Saúl le dijo: —Anda, pues, y que el Señor te acompañe.
38 Luego hizo Saúl que vistieran a David con la misma ropa que él usaba, y que le pusieran un casco de bronce en la cabeza y lo cubrieran con una coraza. 39 Finalmente, David se colgó la espada al cinto, sobre su ropa, y trató de andar así, porque no estaba acostumbrado a todo aquello. Pero en seguida le dijo a Saúl: —No puedo andar con esto encima, porque no estoy acostumbrado a ello.
Entonces se quitó todo aquello, 40 tomó su bastón, escogió cinco piedras lisas del arroyo, las metió en la bolsa que traía consigo y, con su honda en la mano, se enfrentó con el filisteo. 41 El filisteo, a su vez, se acercaba poco a poco a David. Delante de él iba su ayudante. 42 Cuando el filisteo miró a David, y vio que era joven, de piel sonrosada y bien parecido, no lo tomó en serio, 43 sino que le dijo: —¿Acaso soy un perro, para que vengas a atacarme con palos?
Y en seguida maldijo a David en nombre de su dios. 44 Además le dijo: —¡Ven aquí, que voy a dar tu carne como alimento a las aves del cielo y a las fieras!
45 David le contestó: —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo voy contra ti en nombre del Señor todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que tú has desafiado. 46 Ahora el Señor te entregará en mis manos, y hoy mismo te mataré y te cortaré la cabeza, y los cadáveres del ejército filisteo se los daré a las aves del cielo y a las fieras. Así todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel; 47 todos los aquí reunidos sabrán que el Señor no salva con espada ni con lanza. Esta batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos. 48 El filisteo se levantó y salió al encuentro de David, quien, a su vez, rápidamente se dispuso a hacer frente al filisteo: 49 metió su mano en la bolsa, sacó una piedra y, arrojándola con la honda contra el filisteo, lo hirió en la frente. Con la piedra clavada en la frente, el filisteo cayó de cara al suelo.
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57 Por lo tanto, cuando David volvía de matar al filisteo, trayendo aún su cabeza en la mano, Abner lo tomó y lo llevó ante Saúl, 58 quien le preguntó: —Dime, muchacho, ¿de quién eres hijo?
David respondió: —Soy hijo de Jesé, el de Belén, servidor de Su Majestad.
1 Después que David terminó de hablar con Saúl, Jonatán se hizo muy amigo de David, y llegó a quererlo como a sí mismo. 2 Saúl, por su parte, aquel mismo día lo tomó a su servicio y no lo dejó volver a casa de su padre. 3 Y Jonatán y David se juraron eterna amistad, porque Jonatán quería a David como a sí mismo. 4 Además, Jonatán se quitó la capa y la túnica que llevaba puestas, y se las dio a David, junto con su espada, su arco y su cinturón.
5 Tanta capacidad demostró David para cumplir con todo lo que Saúl le ordenaba hacer, que Saúl lo puso al mando de hombres de guerra. Esto agradó a todo el ejército y a los oficiales de Saúl. […]
10 Al día siguiente, el espíritu maligno mandado por Dios se apoderó de Saúl, y éste se puso como loco dentro de su palacio. David estaba tocando el arpa, como de costumbre, y Saúl tenía su lanza en la mano. 11 De pronto Saúl levantó la lanza con la intención de clavar a David en la pared, pero David esquivó a Saúl dos veces. 12 Saúl tenía miedo de David, porque el Señor ayudaba a David pero ya no lo ayudaba a él. 13 Por eso lo retiró de su lado y lo nombró comandante de un batallón, al frente del cual salía a campaña y volvía. 14 Y como el Señor lo ayudaba, David tenía éxito en todo lo que hacía. 15 Por eso Saúl tenía miedo de él, al ver cómo prosperaba. 16 Pero todos en Israel y Judá querían a David, porque él era quien los dirigía cuando salían a campaña y volvían.
Salmo: 9:9-20 o 133
9 El Señor será refugio de los oprimidos, *
refugio para el tiempo de angustia.
10 En ti confiarán los que conocen tu Nombre, *
por cuanto tú, oh Señor, no desamparas a los que te buscan.
11 Canten al Señor, que habita en Sión; *
publiquen entre los pueblos sus obras.
12 El que se venga de la sangre se acordará de ellos; *
no se olvidará del clamor de los afligidos.
13 Ten misericordia de mí, oh Señor; *
mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,
tú que me levantas de las puertas de la muerte;
14 Para que cuente yo todas tus alabanzas y me goce en tu salvación, *
en las puertas de la ciudad de Sión.
15 Se hundieron los impíos en el hoyo que hicieron; *
en la red que escondieron fue tomado su pie.
16 El Señor se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó; *
en la obra de sus manos fue enlazado el malo.
17 Los malos serán entregados al sepulcro, *
todas las gentes que se olvidan de Dios;
18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso, *
ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.
19 Levántate, oh Señor; que no triunfe el impío; *
sean juzgados los impíos delante de ti.
20 Pon, oh Señor, temor en ellos; *
conozcan los impíos que no son sino mortales.
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1 ¡Oh cuán bueno y agradable es *
convivir los hermanos en unidad!
2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, *
el cual desciende sobre la barba,
3 Sobre la barba de Aarón, *
y baja hasta el collar de sus vestiduras.
4 Es como el rocío del Hermón, *
que desciende sobre los montes de Sión;
5 Porque allí manda el Señor la bendición: *
la vida por siempre jamás.