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Vigésimo sexto Domingo después de Pentecostés
Propio 28
La Colecta:
Bendito Señor, tú que inspiraste las Sagradas Escrituras para nuestra enseñanza: Concede que de tal manera las oigamos, las leamos, las consideremos, las aprendamos e interiormente las asimilemos, que podamos abrazar y siempre mantener la esperanza bendita de la vida eterna, que nos has dado en nuestro Salvador Jesucristo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Nuevo Testamento: Hebreos 10:11-14 (15-18) 19-25
11 Todo sacerdote judío oficia cada día y sigue ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, aunque éstos nunca pueden quitar los pecados. 12 Pero Jesucristo ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre, y luego se sentó a la derecha de Dios. 13 Allí está esperando hasta que Dios haga de sus enemigos el estrado de sus pies, 14 porque por medio de una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que han sido consagrados a Dios.
[15 Y el Espíritu Santo nos lo confirma, al decir:
16 «La alianza que haré con ellos
después de aquellos días,
será ésta, dice el Señor:
Pondré mis leyes en su corazón
y las escribiré en su mente.
17 Y no me acordaré más de sus pecados y maldades.»
18 Así pues, cuando los pecados han sido perdonados, ya no hay necesidad de más ofrendas por el pecado.]
19 Hermanos, ahora podemos entrar con toda libertad en el santuario gracias a la sangre de Jesús, 20 siguiendo el nuevo camino de vida que él nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo. 21 Tenemos un gran sacerdote al frente de la casa de Dios. 22 Por eso, acerquémonos a Dios con corazón sincero y con una fe completamente segura, limpios nuestros corazones de mala conciencia y lavados nuestros cuerpos con agua pura. 23 Mantengámonos firmes, sin dudar, en la esperanza de la fe que profesamos, porque Dios cumplirá la promesa que nos ha hecho. 24 Busquemos la manera de ayudarnos unos a otros a tener más amor y a hacer el bien. 25 No dejemos de asistir a nuestras reuniones, como hacen algunos, sino animémonos unos a otros; y tanto más cuanto que vemos que el día del Señor se acerca.
El Evangelio: Marcos 13:1-8
1 Al salir Jesús del templo, uno de sus discípulos le dijo: —¡Maestro, mira qué piedras y qué edificios!
2 Jesús le contestó: —¿Ves estos grandes edificios? Pues no va a quedar de ellos ni una piedra sobre otra. Todo será destruido.
3 Luego se fueron al Monte de los Olivos, que está frente al templo. Jesús se sentó, y Pedro, Santiago, Juan y Andrés le preguntaron aparte 4 cuándo iba a ocurrir esto y cuál sería la señal de que todo esto estaría para llegar a su término.
5 Jesús les contestó: «Tengan cuidado de que nadie los engañe. 6 Porque vendrán muchos haciéndose pasar por mí. Dirán: “Yo soy”, y engañarán a mucha gente.
7 »Cuando ustedes tengan noticias de que hay guerras aquí y allá, no se asusten. Así tiene que ocurrir; sin embargo, aún no será el fin. 8 Porque una nación peleará contra otra y un país hará guerra contra otro; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres. Eso apenas será el comienzo de los dolores.»
Más recursos para Propio 28B
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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