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Vigésimo quinto Domingo después de Pentecostés
Propio 27
La Colecta:
Oh Dios, cuyo bendito Hijo vino al mundo para destruir las obras de Satanás y hacernos hijos de Dios y herederos de la vida eterna: Concede que, teniendo esta esperanza, nos purifiquemos así como él es puro; para que, cuando vuelva con poder y gran gloria, seamos hechos a su semejanza en su glorioso y eterno reino; donde contigo y el Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Rut 3:1-5; 4:13-17
1 Un día Noemí le dijo a Rut: —Hija mía, yo debo buscarte un esposo que te haga feliz. 2 Mira, nuestro pariente Booz, con cuyas criadas estuviste trabajando, va a ir esta noche al campo a separar el grano de la paja. 3 Haz, pues, lo siguiente: Báñate, perfúmate y ponte tu mejor vestido, y vete allá. Pero no dejes que Booz te reconozca antes que termine de comer y beber. 4 Fíjate bien en dónde se acuesta a dormir. Entonces ve y destápale los pies, y acuéstate allí. Luego, él mismo te dirá lo que debes hacer.
5 Rut contestó: —Haré todo lo que me has dicho. […]
13 Así fue como Booz se casó con Rut. Y se unió a ella, y el Señor permitió que quedara embarazada y que tuviera un hijo.
14 Entonces las mujeres decían a Noemí: —¡Alabado sea el Señor, que te ha dado hoy un nieto para que cuide de ti! ¡Ojalá tu nieto sea famoso en Israel! 15 Él te dará ánimos y te sostendrá en tu vejez, porque es el hijo de tu nuera, la que tanto te quiere y que vale para ti más que siete hijos.
16 Noemí tomó al niño en su regazo y se encargó de criarlo. 17 Al verlo, las vecinas decían: —¡Le ha nacido un hijo a Noemí!
Y le pusieron por nombre Obed. Éste fue el padre de Jesé y abuelo de David.
Salmo: 127
1 Si el Señor no edificare la casa, *
en vano trabajan los que la edifican.
2 Si el Señor no guardare la ciudad, *
en vano vela el vigilante.
3 Vano es madrugar y acostarse tarde, vano también comer el pan del trabajo; *
pues a su amado le da el sueño.
4 He aquí, herencia del Señor son los hijos, *
y el fruto del vientre, un don.
5 Como saetas en manos de un guerrero, *
así son los hijos de nuestra juventud.
6 ¡Dichoso el que llena con ellas su aljaba! *
No será avergonzado cuando contienda con sus adversarios en la puerta.
Antiguo Testamento: 1 Reyes 17:8-16
8 El Señor le dijo a Elías: 9 «Levántate y vete a la ciudad de Sarepta, en Sidón, y quédate a vivir allá. Ya le he ordenado a una viuda que allí vive, que te dé de comer.»
10 Elías se levantó y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba recogiendo leña. La llamó y le dijo: —Por favor, tráeme en un vaso un poco de agua para beber.
11 Ya iba ella a traérselo, cuando Elías la volvió a llamar y le dijo: —Por favor, tráeme también un pedazo de pan.
12 Ella le contestó: —Te juro por el Señor tu Dios que no tengo nada de pan cocido. No tengo más que un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una jarra, y ahora estaba recogiendo un poco de leña para ir a cocinarlo para mi hijo y para mí. Comeremos, y después nos moriremos de hambre.
13 Elías le respondió: —No tengas miedo. Ve a preparar lo que has dicho. Pero primero, con la harina que tienes, hazme una torta pequeña y tráemela, y haz después otras para ti y para tu hijo. 14 Porque el Señor, Dios de Israel, ha dicho que no se acabará la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra.
15 La viuda fue e hizo lo que Elías le había ordenado. Y ella y su hijo y Elías tuvieron comida para muchos días. 16 No se acabó la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra, tal como el Señor lo había dicho por medio de Elías.
Salmo: 146
1 ¡Aleluya! Alaba, alma mía, al Señor; *
alabaré al Señor mientras viva; cantaré alabanzas a mi Dios mientras exista.
2 No confíes en los príncipes, ni en ningún hijo de Adán, *
porque no hay en ellos seguridad.
3 Al exhalar el espíritu, vuelven al polvo, *
y en ese día perecen todos sus planes.
4 ¡Dichosos aquéllos cuya ayuda es el Dios de Jacob, *
cuya esperanza está en el Señor su Dios!
5 El cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y cuanto en ellos hay, *
que guarda su promesa para siempre;
6 Que hace justicia a los oprimidos, *
y da pan a los hambrientos.
7 El Señor liberta a los cautivos; el Señor abre los ojos a los ciegos; *
el Señor levanta a los caídos;
8 El Señor ama a los justos; el Señor protege a los forasteros; *
sostiene al huérfano y a la viuda, pero trastorna el camino de los malvados.
9 Reinará el Señor para siempre, *
tu Dios, oh Sión, de generación en generación. ¡Aleluya!
Nuevo Testamento: Hebreos 9:24-28
Cristo no entró en aquel santuario hecho por los hombres, que era solamente una figura del santuario verdadero, sino que entró en el cielo mismo, donde ahora se presenta delante de Dios para rogar en nuestro favor. 25 Y no entró para ofrecerse en sacrificio muchas veces, como hace cada año todo sumo sacerdote, que entra en el santuario para ofrecer sangre ajena. 26 Si ése fuera el caso, Cristo habría tenido que morir muchas veces desde la creación del mundo. Pero el hecho es que ahora, en el final de los tiempos, Cristo ha aparecido una sola vez y para siempre, ofreciéndose a sí mismo en sacrificio para quitar el pecado. 27 Y así como todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio, 28 así también Cristo ha sido ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos. Después aparecerá por segunda vez, ya no en relación con el pecado, sino para salvar a los que lo esperan.
El Evangelio: Marcos 12:38-44
38 Jesús decía en su enseñanza: «Cuídense de los maestros de la ley, pues les gusta andar con ropas largas y que los saluden con todo respeto en las plazas. 39 Buscan los asientos de honor en las sinagogas y los mejores lugares en las comidas; 40 y despojan de sus bienes a las viudas, y para disimularlo hacen largas oraciones. Ellos recibirán mayor castigo.»
41 Jesús estaba una vez sentado frente a los cofres de las ofrendas, mirando cómo la gente echaba dinero en ellos. Muchos ricos echaban mucho dinero. 42 En esto llegó una viuda pobre, y echó en uno de los cofres dos moneditas de cobre, de muy poco valor. 43 Entonces Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: —Les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros que echan dinero en los cofres; 44 pues todos dan de lo que les sobra, pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir.
Más recursos para Propio 27B
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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