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Vigésimo cuarto Domingo después de Pentecostés
Propio 27
La Colecta:
Oh Dios, cuyo bendito Hijo vino al mundo para destruir las obras de Satanás y hacernos hijos de Dios y herederos de la vida eterna: Concede que, teniendo esta esperanza, nos purifiquemos así como él es puro; para que, cuando vuelva con poder y gran gloria, seamos hechos a su semejanza en su glorioso y eterno reino; donde contigo y el Espíritu Santo, vive y reina, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Josué 24:1-3a, 14-25
1 Josué reunió en Siquem a todas las tribus de Israel. Llamó a los ancianos, jefes, jueces y oficiales y, en presencia del Señor, 2 dijo a todo el pueblo: —Esto dice el Señor y Dios de Israel: “Antiguamente, Térah y sus hijos Abraham y Nahor, antepasados de ustedes, vivían a orillas del río Éufrates y adoraban a otros dioses. 3 De las orillas del Éufrates tomé a Abraham, y lo hice andar por toda la región de Canaán. Lo hice crecer en número.”
14 »Por todo esto, respeten al Señor y sírvanle con sinceridad y lealtad. Apártense de los dioses que sus antepasados adoraron a orillas del río Éufrates y en Egipto, y sirvan al Señor. 15 Pero si no quieren servir al Señor, elijan hoy a quién van a servir: si a los dioses a los que sus antepasados servían a orillas del Éufrates, o a los dioses de los amorreos que viven en esta tierra. Por mi parte, mi familia y yo serviremos al Señor.
16 Entonces el pueblo dijo: —¡No permita el Señor que lo abandonemos por servir a otros dioses! 17 El Señor fue quien nos sacó a nosotros y a nuestros antepasados de Egipto, donde éramos esclavos. Él fue quien hizo tantas maravillas delante de nuestros ojos, y quien nos protegió y nos defendió durante el camino, cuando pasamos entre tantos pueblos. 18 Él echó de delante de nosotros a todos los pueblos que estaban en nuestro camino, y a los amorreos que vivían aquí. Por todo esto, nosotros también serviremos al Señor, pues él es nuestro Dios.
19 Pero Josué les dijo: —Ustedes no van a poder servir al Señor, porque él es un Dios santo y celoso, que no va a tolerar las rebeliones y pecados de ustedes. 20 Si ustedes lo abandonan y sirven a otros dioses, el Señor responderá haciéndoles mal, y los destruirá a pesar de haberles hecho tanto bien.
21 El pueblo le contestó: —Eso no va a pasar. Nosotros serviremos al Señor.
22 Entonces Josué dijo: —Ustedes son sus propios testigos de que han escogido servir al Señor.
—Lo somos —respondieron ellos.
23 Les dijo Josué: —Quiten entonces todos los otros dioses que hay entre ustedes, y vuélvanse de todo corazón al Señor y Dios de Israel.
24 Y el pueblo respondió: —Nosotros serviremos al Señor nuestro Dios, y haremos lo que él nos diga.
25 Aquel mismo día, allí en Siquem, Josué hizo un pacto con el pueblo, y les dio leyes y decretos.
Salmo: 78:1-7
1 Atiende, pueblo mío, mi enseñanza; *
inclina el oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en parábolas; *
declararé los enigmas de tiempos antiguos.
3 Lo que hemos oído y conocido, lo que nuestros antepasados nos contaron, *
no lo encubriremos de sus hijos.
4 Contaremos a las generaciones venideras
las hazañas loables del Señor, y su poder, *
y las maravillas que ha hecho.
5 Entregó sus decretos a Jacob; estableció su ley en Israel, *
y mandó que la enseñasen a sus hijos;
6 Para que lo supieran las generaciones siguientes y los hijos aún por nacer, *
y para que a su vez lo contaran a sus hijos;
7 A fin de que pusieran en Dios su confianza,
y no se olvidaran de las obras de Dios, *
sino que guardaran sus mandamientos.
Primera Lectura: Sabiduría 6:12–16 o Amós 5:18-24
12 La sabiduría resplandece con brillo que no se empaña;
los que la aman, la descubren fácilmente,
y los que la buscan, la encuentran;
13 ella misma se da a conocer a los que la desean.
14 Quien madruga a buscarla no se cansa:
la encuentra sentada a la puerta de su propia casa.
15 Tener la mente puesta en ella es prudencia consumada;
el que trasnocha por hallarla,
pronto se verá libre de preocupaciones.
16 Ella misma va de un lado a otro
buscando a quienes son dignos de ella;
se les manifiesta con bondad en el camino
y les sale al encuentro en todo lo que piensan.
o
18 ¡Ay de los que ansían que llegue el día del Señor!
¿Saben cómo va a ser para ustedes ese día?
Será día de oscuridad, y no de luz.
19 Será como cuando uno huye de un león
y se topa con un oso,
o como cuando uno entra en su casa,
se apoya en la pared,
y lo muerde una culebra.
20 Sí, el día del Señor será de oscuridad, y no de luz;
de densa oscuridad, sin claridad ninguna.
21 «Odio y desprecio las fiestas religiosas que ustedes celebran;
me disgustan sus reuniones solemnes.
22 No quiero los holocaustos que ofrecen en mi honor,
ni sus ofrendas de cereales;
no aceptaré los gordos becerros
de sus sacrificios de reconciliación.
23 ¡Alejen de mí el ruido de sus cantos!
¡No quiero oír el sonido de sus arpas!
24 Pero que fluya como agua la justicia,
y la honradez como un manantial inagotable.»
Salmo: Sabiduría 6:17–20 o Salmo 70
El comienzo de la sabiduría es el deseo sincero de instruirse; *
tener deseo de instruirse ya es amar la sabiduría;
Amarla es cumplir sus leyes; cumplir sus leyes es asegurarse la inmortalidad, *
y la inmortalidad acerca a Dios.
Por tanto, el deseo de la sabiduría *
es lo que hace de uno un verdadero rey.
Gobernantes de los pueblos, si estiman los tronos y los cetros, *
aprecien la sabiduría, para que puedan reinar eternamente.
o
1 Dígnate, oh Dios, librarme; *
Señor, apresúrate a socorrerme.
2 Sean avergonzados y confundidos a una, los que buscan mi vida; *
vuelvan atrás y avergüéncense, los que mi ruina desean.
3 Vuélvanse atrás, avergonzados, *
los que con malicia me dicen: “¡Ajá!”
4 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan; *
digan siempre los que aman tu salvación: “¡Grande es el Señor!”
5 En cuanto a mí, estoy afligido y en necesidad; *
apresúrate y ven a mí, oh Dios.
6 Mi ayuda y mi libertador eres tú; *
no te tardes, oh Señor.
Nuevo Testamento: 1 Tesalonicenses 4:13-18
13 Hermanos, no queremos que se queden sin saber lo que pasa con los muertos, para que ustedes no se entristezcan como los otros, los que no tienen esperanza. 14 Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en él.
15 Por esto les decimos a ustedes, como enseñanza del Señor, que nosotros, los que quedemos vivos hasta la venida del Señor, no nos adelantaremos a los que murieron. 16 Porque se oirá una voz de mando, la voz de un arcángel y el sonido de la trompeta de Dios, y el Señor mismo bajará del cielo. Y los que murieron creyendo en Cristo, resucitarán primero; 17 después, los que hayamos quedado vivos seremos llevados, juntamente con ellos, en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire; y así estaremos con el Señor para siempre. 18 Anímense, pues, unos a otros con estas palabras.
El Evangelio: Mateo 25:1-13
1 Jesús dijo: —Sucederá entonces con el reino de los cielos como lo que sucedió en una boda: diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. 2 Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. 3 Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; 4 en cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. 5 Como el novio tardaba en llegar, les dio sueño a todas, y por fin se durmieron. 6 Cerca de la medianoche, se oyó gritar: “¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” 7 Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas. 8 Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.” 9 Pero las muchachas previsoras contestaron: “No, porque así no alcanzará ni para nosotras ni para ustedes. Más vale que vayan a donde lo venden, y compren para ustedes mismas.” 10 Pero mientras aquellas cinco muchachas fueron a comprar aceite, llegó el novio, y las que habían sido previsoras entraron con él en la boda, y se cerró la puerta. 11 Después llegaron las otras muchachas, diciendo: “¡Señor, señor, ábrenos!” 12 Pero él les contestó: “Les aseguro que no las conozco.”
13 »Manténganse ustedes despiertos —añadió Jesús—, porque no saben ni el día ni la hora.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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