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Vigésimo Domingo después de Pentecostés
Propio 25
La Colecta:
Todopoderoso y eterno Dios, aumenta en nosotros tus dones de fe, esperanza y amor; y para que obtengamos tus promesas, haz que amemos lo que mandas; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amen.
Antiguo Testamento: Joel 2:23-32
23 ¡Alégrense ustedes, habitantes de Sión,
alégrense en el Señor su Dios!
Él les ha dado las lluvias en el momento oportuno,
las lluvias de invierno y de primavera,
tal como antes lo hacía.
24 Habrá una buena cosecha de trigo
y gran abundancia de vino y aceite.
25 «Yo les compensaré a ustedes
los años que perdieron
a causa de la plaga de langostas,
de ese ejército destructor
que envié contra ustedes.
26 Ustedes comerán hasta quedar satisfechos,
y alabarán al Señor su Dios,
pues yo hice por ustedes grandes maravillas.
Nunca más quedará mi pueblo cubierto de vergüenza,
27 y ustedes, israelitas, habrán de reconocer
que yo, el Señor, estoy con ustedes,
que yo soy su Dios, y nadie más.
¡Nunca más quedará mi pueblo cubierto de vergüenza!
1 »Después de estas cosas
derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad:
los hijos e hijas de ustedes
profetizarán,
los viejos tendrán sueños
y los jóvenes visiones.
2 También sobre siervos y siervas
derramaré mi espíritu en aquellos días;
3 mostraré en el cielo grandes maravillas,
y sangre, fuego y nubes de humo en la tierra.
4 El sol se volverá oscuridad,
y la luna como sangre,
antes que llegue el día del Señor,
día grande y terrible.»
5 Pero todos los que invoquen el nombre del Señor
lograrán salvarse de la muerte,
pues en el monte Sión, en Jerusalén,
estará la salvación,
tal como el Señor lo ha prometido.
Los que él ha escogido quedarán con vida.
Salmo: 65
1 Tú eres digno de alabanza en Sión, oh Dios; *
a ti se pagarán los votos en Jerusalén.
2 A ti, que escuchas la oración, vendrá toda carne, *
a causa de sus transgresiones.
3 Nuestros pecados nos abruman, *
pero tú los borrarás.
4 Dichosos los que tú escogieres y atrajeres a ti, para que habiten en tus atrios; *
se saciarán de la belleza de tu casa, de la santidad de tu templo.
5 Cosas asombrosas nos mostrarás en tu justicia, oh Dios de nuestra salvación, *
tú, la esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos mares.
6 Tú afirmas los montes con tu poder; *
están ceñidos de valentía.
7 Tú calmas el estruendo de los mares, *
el estruendo de sus olas, y el alboroto de las gentes.
8 Los que habitan los confines de la tierra se estremecerán ante tus maravillas; *
tú haces gritar de júbilo al lucero y al héspero.
9 Visitas la tierra, y la riegas en abundancia; en gran manera la enriqueces; *
la acequia de Dios va llena de agua.
10 Tú preparas el grano, *
pues así abasteces la tierra.
11 Haces que se empapen los surcos, y rasas los terrones; *
la ablandas con lluvias copiosas, y bendices sus renuevos.
12 Tú coronas el año con tus bienes, *
y tus carriles rebosan con abundancia.
13 Rebosen los pastos del páramo, *
y los collados se vistan de alegría.
14 Se cubran las praderas de manadas, y los valles se revistan de grano; *
den voces de júbilo y canten.
Antiguo Testamento: Eclesiástico 35:12-17 o Jeremías 14:7-10, 19-22
9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti,
con generosidad, de acuerdo con tus capacidades,
10 porque Dios sabe premiar
y te pagará siete veces más.
11 No pretendas sobornarlo con regalos, porque no los acepta,
ni confíes en ofrendas de cosas mal habidas,
12 porque él es un Dios justo
y trata a todos por igual.
13 No favorece a nadie con perjuicio del pobre,
y escucha las súplicas del afligido.
14 Él oye las quejas del huérfano
y los muchos gemidos de la viuda.
o
7 ¡Señor, aunque nuestros pecados nos acusan,
actúa por el honor de tu nombre!
Muchas veces te hemos sido infieles,
hemos pecado contra ti.
8 Esperanza de Israel,
salvador nuestro en tiempos difíciles,
¿por qué te portas como un extraño en el país,
como un viajero que sólo se queda a pasar la noche?
9 ¿Por qué estás como un hombre aturdido,
como un guerrero que no puede ayudar?
Pero, Señor, tú estás en medio de nosotros,
todos saben que somos tu pueblo;
¡no nos abandones!
10 El Señor dice esto acerca del pueblo de Israel: «A este pueblo le encanta andar siempre de un lado para otro. Por eso no lo miro con agrado. Ahora voy a acordarme de sus pecados y a pedirle cuenta de ellos.» […]
19 Señor, ¿has rechazado del todo a Judá?
¿Te has cansado de la ciudad de Sión?
¿Por qué nos heriste irremediablemente?
Esperábamos prosperidad,
pero nada bueno nos ha llegado.
Esperábamos salud,
pero sólo hay espanto.
20 Reconocemos, Señor, nuestra maldad
y la culpa de nuestros antepasados;
hemos pecado contra ti.
21 ¡Por el honor de tu nombre, no nos rechaces;
no trates con desprecio a la ciudad
donde está tu glorioso trono!
¡Recuerda la alianza que hiciste con nosotros,
no faltes a ella!
22 ¿Hay acaso entre los ídolos paganos
alguno que pueda hacer llover?
¿Acaso el cielo envía los aguaceros por sí mismo?
¡No, Señor y Dios nuestro!
Tú eres quien los envía,
tú eres quien hace todas estas cosas;
¡por eso esperamos en ti!
Salmo: 84:1-6
1 ¡Cuán amable tu morada, Señor de los Ejércitos! *
Anhela mi alma y con ardor desea los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne se regocijan en el Dios vivo.
2 El gorrión ha encontrado casa,
y la golondrina nido donde poner sus polluelos: *
en tus altares, oh Señor de los Ejércitos, Rey mío y Dios mío.
3 ¡Dichosos los que habitan en tu casa! *
Perpetuamente te alabarán.
4 ¡Dichosos los que en ti encuentran su fuerza, *
cuyos corazones están resueltos a peregrinar!
5 Los que atraviesan el valle desolado lo hallan un lugar de fuentes, *
porque la lluvia temprana lo ha cubierto de charcos.
6 Treparán de baluarte en baluarte, *
y se revelará el Dios de los dioses en Sión.
Nuevo Testamento: 2 Timoteo 4:6-8, 16-18
6 Yo ya estoy para ser ofrecido en sacrificio; ya se acerca la hora de mi muerte. 7 He peleado la buena batalla, he llegado al término de la carrera, me he mantenido fiel. 8 Ahora me espera la corona merecida que el Señor, el Juez justo, me dará en aquel día. Y no me la dará solamente a mí, sino también a todos los que con amor esperan su venida gloriosa. […]
16 En mi primera defensa ante las autoridades, nadie me ayudó; todos me abandonaron. Espero que Dios no se lo tome en cuenta. 17 Pero el Señor sí me ayudó y me dio fuerzas, de modo que pude llevar a cabo la predicación del mensaje de salvación y hacer que lo oyeran todos los paganos. Así el Señor me libró de la boca del león, 18 y me librará de todo mal, y me salvará llevándome a su reino celestial. ¡Gloria a él para siempre! Amén.
El Evangelio: Lucas 18:9-14
9 Jesús contó esta otra parábola para algunos que, seguros de sí mismos por considerarse justos, despreciaban a los demás: 10 «Dos hombres fueron al templo a orar: el uno era fariseo, y el otro era uno de esos que cobran impuestos para Roma. 11 El fariseo, de pie, oraba así: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás, que son ladrones, malvados y adúlteros, ni como ese cobrador de impuestos. 12 Yo ayuno dos veces a la semana y te doy la décima parte de todo lo que gano.” 13 Pero el cobrador de impuestos se quedó a cierta distancia, y ni siquiera se atrevía a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho y decía: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” 14 Les digo que este cobrador de impuestos volvió a su casa ya justo, pero el fariseo no. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.»
Más recursos para Propio 25C
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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