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Vigésimo Domingo después de Pentecostés
Propio 22
La Colecta:
Omnipotente y sempiterno Dios, tú estás siempre más presto a escuchar que nosotros a orar, y a ofrecer más de lo que deseamos o merecemos: Derrama sobre nosotros la abundancia de tu misericordia, perdonándonos todo aquello que perturba nuestra conciencia, y otorgándonos aquello que no somos dignos de pedirte, sino por los méritos y mediación de Jesucristo nuestro Salvador; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Job 1:1; 2:1-10
1 En la región de Us había un hombre llamado Job, que vivía una vida recta y sin tacha, y que era un fiel servidor de Dios, cuidadoso de no hacer mal a nadie. […]
1 Cuando llegó el día en que debían presentarse ante el Señor sus servidores celestiales, se presentó también el ángel acusador entre ellos. 2 El Señor le preguntó: —¿De dónde vienes?
Y el acusador contestó: —He andado recorriendo la tierra de un lado a otro.
3 Entonces el Señor le dijo: —¿Te has fijado en mi siervo Job? No hay nadie en la tierra como él, que me sirva tan fielmente y viva una vida tan recta y sin tacha, cuidando de no hacer mal a nadie. Y aunque tú me hiciste arruinarlo sin motivo alguno, él se mantiene firme en su conducta intachable.
4 Pero el acusador contestó al Señor: —Mientras no lo tocan a uno en su propio pellejo, todo va bien. El hombre está dispuesto a sacrificarlo todo por salvar su vida. 5 Pero tócalo en su propia persona y verás cómo te maldice en tu propia cara.
6 El Señor respondió al acusador: —Está bien, haz con él lo que quieras, con tal de que respetes su vida.
7 El acusador se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una terrible enfermedad de la piel que lo cubrió de pies a cabeza. 8 Entonces Job fue a sentarse junto a un montón de basura, y tomó un pedazo de olla rota para rascarse. 9 Pero su mujer le dijo: —¿Todavía te empeñas en seguir siendo bueno? ¡Maldice a Dios y muérete!
10 Job respondió: —¡Mujer, no digas tonterías! Si aceptamos los bienes que Dios nos envía, ¿por qué no vamos a aceptar también los males?
Así pues, a pesar de todo, Job no pecó ni siquiera de palabra.
Salmo: 26
1 Júzgame, oh Señor, porque en integridad he andado; *
he confiado asimismo en el Señor sin titubear.
2 Escudríñame, oh Señor, y pruébame; *
examina mis pensamientos y mi corazón;
3 Porque tu amor está delante de mis ojos; *
he andado fielmente contigo.
4 No he frecuentado personas inútiles, *
ni me he asociado con los engañadores.
5 Aborrecí la reunión de los malhechores, *
y con los impíos nunca me sentaré.
6 Lavaré en inocencia mis manos, *
y así andaré alrededor de tu altar, oh Señor,
7 Cantando himnos de alabanza, *
y contando todas tus obras maravillosas.
8 Señor, la habitación de tu casa yo amo, *
y el lugar de la morada de tu gloria.
9 No arrebates mi alma con los pecadores, *
ni mi vida con los sanguinarios,
10 Cuyas manos están llenas de tramas, *
y cuya diestra está llena de sobornos.
11 Mas yo andaré en integridad; *
redímeme, oh Señor, y ten misericordia de mí.
12 Mi pie se mantiene firme en medio de los justos; *
en las asambleas bendeciré al Señor.
Antiguo Testamento: Génesis 2:18-24
Dios el Señor dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Le voy a hacer alguien que sea una ayuda adecuada para él.» 19-20 Y Dios el Señor formó de la tierra todos los animales y todas las aves, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre. El hombre les puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes, y ese nombre se les quedó. Sin embargo, ninguno de ellos resultó ser la ayuda adecuada para él. 21 Entonces Dios el Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y, mientras dormía, le sacó una de las costillas y le cerró otra vez la carne. 22 De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, 23 el cual, al verla, dijo: «¡Ésta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar “mujer”, porque Dios la sacó del hombre.»
24 Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona.
Salmo: 8
1 Oh Señor, soberano nuestro, *
¡cuán glorioso es tu Nombre en toda la tierra!
2 Alabada es tu gloria sobre los cielos, *
por la boca de los niños y de los que maman.
3 Has fundado la fortaleza, a causa de tus enemigos, *
para hacer callar al enemigo y al vengador.
4 Cuando contemplo tus cielos, obra de tus dedos, *
la luna y las estrellas que tú formaste,
5 Digo: “¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, *
el hijo del hombre, que lo ampares?”
6 Le has hecho poco menor que los ángeles, *
y lo coronaste de gloria y honra.
7 Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; *
todo lo pusiste debajo de sus pies:
8 Ovejas y bueyes, todo ello, *
y asimismo las bestias del campo;
9 Las aves de los cielos y los peces del mar, *
todo cuanto pasa por los senderos del mar.
10 Oh Señor, soberano nuestro, *
¡cuán glorioso es tu Nombre en toda la tierra!
Nuevo Testamento: Hebreos 1:1-4; 2:5-12
1 En tiempos antiguos Dios habló a nuestros antepasados muchas veces y de muchas maneras por medio de los profetas. 2 Ahora, en estos tiempos últimos, nos ha hablado por su Hijo, mediante el cual creó los mundos y al cual ha hecho heredero de todas las cosas. 3 Él es el resplandor glorioso de Dios, la imagen misma de lo que Dios es y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa. Después de limpiarnos de nuestros pecados, se ha sentado en el cielo, a la derecha del trono de Dios, 4 y ha llegado a ser superior a los ángeles, pues ha recibido en herencia un título mucho más importante que el de ellos. […]
5 Dios no ha puesto bajo la autoridad de los ángeles ese mundo futuro del cual estamos hablando. 6 Al contrario, en un lugar de la Escritura alguien declara:
«¿Qué es el hombre? ¿Qué es el ser humano?
¿Por qué lo recuerdas y te preocupas por él?
7 Por un poco de tiempo lo hiciste algo menor que los ángeles,
pero lo coronaste de gloria y honor;
8 todo lo sujetaste debajo de sus pies.»
Así que, al sujetarlo todo debajo de sus pies, Dios no dejó nada sin sujetarlo a él. Sin embargo, todavía no vemos que todo le esté sujeto. 9 Pero vemos que Jesús, a quien Dios hizo algo menor que los ángeles por un poco de tiempo, está coronado de gloria y honor, a causa de la muerte que sufrió. Dios, en su amor, quiso que experimentara la muerte para bien de todos.
10 Todas las cosas existen para Dios y por la acción de Dios, que quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Por eso, Dios, por medio del sufrimiento, tenía que hacer perfecto a Jesucristo, el Salvador de ellos. 11 Porque todos son del mismo Padre: tanto los consagrados como el que los consagra. Por esta razón, el Hijo de Dios no se avergüenza de llamarlos hermanos, 12 al decir en la Escritura:
«Hablaré de ti a mis hermanos,
y te cantaré himnos en medio de la congregación.»
El Evangelio: Marcos 10:2-16
2 Algunos fariseos se acercaron a Jesús y, para tenderle una trampa, le preguntaron si al esposo le está permitido divorciarse de su esposa. 3 Él les contestó: —¿Qué les mandó a ustedes Moisés?
4 Dijeron: —Moisés permitió divorciarse de la esposa dándole un certificado de divorcio.
5 Entonces Jesús les dijo: —Moisés les dio ese mandato por lo tercos que son ustedes. 6 Pero en el principio de la creación, “Dios los creó hombre y mujer. 7 Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, 8 y los dos serán como una sola persona.” Así que ya no son dos, sino uno solo. 9 De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido.
10 Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre este asunto. 11 Jesús les dijo: —El que se divorcia de su esposa y se casa con otra, comete adulterio contra la primera; 12 y si la mujer deja a su esposo y se casa con otro, también comete adulterio.
13 Llevaron unos niños a Jesús, para que los tocara; pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los llevaban. 14 Jesús, viendo esto, se enojó y les dijo: —Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. 15 Les aseguro que el que no acepta el reino de Dios como un niño, no entrará en él.
16 Y tomó en sus brazos a los niños, y los bendijo poniendo las manos sobre ellos.
Más recursos para Propio 22B
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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