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Decimoctavo Domingo después de Pentecostés
Propio 21
La Colecta:
Oh Dios, que manifiestas tu infinito poder especialmente mostrando piedad y misericordia: Derrama sobre nosotros la plenitud de tu gracia; a fin de que, esforzándonos para obtener tus promesas, seamos partícipes de tus tesoros celestiales; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Éxodo 17:1-7
1 Toda la comunidad israelita salió del desierto de Sin, siguiendo su camino poco a poco, de acuerdo con las órdenes del Señor. Después acamparon en Refidim, pero no había agua para que el pueblo bebiera, 2 así que le reclamaron a Moisés, diciéndole: —¡Danos agua para beber!
—¿Por qué me hacen reclamaciones a mí? ¿Por qué ponen a prueba a Dios? —contestó Moisés.
3 Pero el pueblo tenía sed, y hablaron en contra de Moisés. Decían: —¿Para qué nos hiciste salir de Egipto? ¿Para matarnos de sed, junto con nuestros hijos y nuestros animales?
4 Moisés clamó entonces al Señor, y le dijo: —¿Qué voy a hacer con esta gente? ¡Un poco más y me matan a pedradas!
5 Y el Señor le contestó: —Pasa delante del pueblo, y hazte acompañar de algunos ancianos de Israel. Llévate también el bastón con que golpeaste el río, y ponte en marcha. 6 Yo estaré esperándote allá en el monte Horeb, sobre la roca. Cuando golpees la roca, saldrá agua de ella para que beba la gente.
Moisés lo hizo así, a la vista de los ancianos de Israel, 7 y llamó a aquel lugar Meribá porque los israelitas le habían hecho reclamaciones, y también lo llamó Masá porque habían puesto a prueba a Dios, al decir: «¿Está o no está el Señor con nosotros?»
Salmo: 78:1-4, 12-16
1 Atiende, pueblo mío, mi enseñanza; *
inclina el oído a las palabras de mi boca.
2 Abriré mi boca en parábolas; *
declararé los enigmas de tiempos antiguos.
3 Lo que hemos oído y conocido, lo que nuestros antepasados nos contaron, *
no lo encubriremos de sus hijos.
4 Contaremos a las generaciones venideras
las hazañas loables del Señor, y su poder, *
y las maravillas que ha hecho.
12 Hizo portentos a la vista de sus antepasados, *
en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar, y los hizo pasar, *
sujetando las aguas como muros.
14 Les guió de día con nube, *
y toda la noche con resplandor de fuego.
15 Hendió las peñas en el desierto, *
y les dio a beber como si fuera de grandes abismos.
16 Sacó de la peña, corrientes, *
y brotaron las aguas como ríos.
Antiguo Testamento: Ezequiel 18:1-4, 25-32
1 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 2 «¿Por qué en Israel no deja de repetirse aquel refrán que dice: “Los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes”? 3 Yo, el Señor, juro por mi vida que nunca volverán ustedes a repetir este refrán en Israel. 4 A mí me pertenece todo ser humano, lo mismo el padre que el hijo. Aquel que peque, morirá. […]
25 »Ustedes dirán que yo no estoy actuando con justicia; pero escucha, pueblo de Israel, ¿piensan ustedes que yo no estoy actuando bien? ¿No será más bien lo contrario, que son ustedes los que están actuando mal? 26 Si el justo deja de hacer lo bueno y hace lo malo, morirá por culpa de sus malas acciones. 27 Por el contrario, si el malvado se aparta de su maldad y hace lo que es recto y justo, salvará su vida. 28 Si abre los ojos y se aparta de todas las maldades que había hecho, ciertamente vivirá y no morirá.
29 »Pero el pueblo de Israel dirá que yo no actúo con justicia. ¿Que yo no actúo con justicia? ¿No será más bien el pueblo de Israel el que no actúa con justicia? 30 Yo los juzgo a cada uno de ustedes, israelitas, de acuerdo con sus acciones. Yo, el Señor, lo afirmo. Abandonen de una vez por todas sus maldades, para que no se hagan culpables de su propia ruina. 31 Apártense de todas las maldades que han cometido contra mí, y háganse de un corazón y un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de morir, pueblo de Israel, 32 si yo no quiero que nadie muera? Apártense del mal y vivirán. Yo, el Señor, lo afirmo.»
Salmo: 25:1-8
1 A ti, oh Señor, levanto mi alma; Dios mío, en ti confío; *
no sea yo humillado, no triunfen mis enemigos sobre mí.
2 Ciertamente ninguno de cuantos en ti esperan será avergonzado; *
serán avergonzados los que se rebelan sin causa.
3 Muéstrame, oh Señor, tus caminos; *
enséñame tus sendas.
4 Encamíname en tu verdad, y enséñame; *
porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.
5 Acuérdate, oh Señor, de tus piedades y de tus misericordias, *
porque son perpetuas.
6 De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; *
conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Señor.
7 Bueno y recto es el Señor; *
por tanto, enseña a los pecadores el camino.
8 Encamina a los humildes por el juicio, *
y enseña a los mansos su carrera.
Nuevo Testamento: Filipenses 2:1-13
1 Así que, si Cristo les ha dado el poder de animar, si el amor los impulsa a consolar a otros, si todos participan del mismo Espíritu, si tienen un corazón compasivo, 2 llénenme de alegría viviendo todos en armonía, unidos por un mismo amor, por un mismo espíritu y por un mismo propósito. 3 No hagan nada por rivalidad o por orgullo, sino con humildad, y que cada uno considere a los demás como mejores que él mismo. 4 Ninguno busque únicamente su propio bien, sino también el bien de los otros.
5 Tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, 6 el cual:
Aunque existía con el mismo ser de Dios,
no se aferró a su igualdad con él,
7 sino que renunció a lo que era suyo
y tomó naturaleza de siervo.
Haciéndose como todos los hombres
y presentándose como un hombre cualquiera,
8 se humilló a sí mismo,
haciéndose obediente hasta la muerte,
hasta la muerte en la cruz.
9 Por eso Dios le dio el más alto honor
y el más excelente de todos los nombres,
10 para que, ante ese nombre concedido a Jesús,
doblen todos las rodillas
en el cielo, en la tierra y debajo de la tierra,
11 y todos reconozcan que Jesucristo es Señor,
para gloria de Dios Padre.
12 Por tanto, mis queridos hermanos, así como ustedes me han obedecido siempre, y no sólo cuando he estado entre ustedes, obedézcanme más ahora que estoy lejos. Hagan efectiva su propia salvación con profunda reverencia; 13 pues Dios, según su bondadosa determinación, es quien hace nacer en ustedes los buenos deseos y quien los ayuda a llevarlos a cabo.
El Evangelio: Mateo 21:23-32
23 Jesús entró en el templo. Mientras estaba allí, enseñando, se le acercaron los jefes de los sacerdotes y los ancianos de los judíos, y le preguntaron: —¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te dio esta autoridad?
24-25 Jesús les contestó: —Yo también les voy a hacer una pregunta: ¿Quién envió a Juan a bautizar, Dios o los hombres? Si ustedes me responden, yo les diré con qué autoridad hago esto.
Comenzaron a discutir unos con otros: «Si respondemos que Dios lo envió, nos dirá: “Entonces, ¿por qué no le creyeron?” 26 Y no podemos decir que fueron los hombres, porque tenemos miedo de la gente, ya que todos creen que Juan era un profeta.» 27 Así que respondieron a Jesús: —No lo sabemos.
Entonces él les contestó: —Pues yo tampoco les digo con qué autoridad hago esto.
28 Jesús les preguntó: —¿Qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: “Hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo.” 29 El hijo le contestó: “¡No quiero ir!” Pero después cambió de parecer, y fue. 30 Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Éste contestó: “Sí, señor, yo iré.” Pero no fue. 31 ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?
—El primero —contestaron ellos.
Y Jesús les dijo: —Les aseguro que los que cobran impuestos para Roma, y las prostitutas, entrarán antes que ustedes en el reino de los cielos. 32 Porque Juan el Bautista vino a enseñarles el camino de la justicia, y ustedes no le creyeron; en cambio, esos cobradores de impuestos y esas prostitutas sí le creyeron. Pero ustedes, aunque vieron todo esto, no cambiaron de actitud para creerle.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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