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Decimotercero Domingo después de Pentecostés
Propio 18
La Colecta:
Concede, oh Señor, que confiemos en ti de todo corazón; porque, así como tú siempre resistes a los soberbios que confían en su propia fortaleza, de la misma manera jamás abandonas a aquéllos que se glorían en tu misericordia; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre. Amén.
Antiguo Testamento: Jeremías 18:1-11
1 El Señor se dirigió a mí, y me dijo: 2 «Baja a la casa del alfarero y allí te comunicaré un mensaje.» 3 Yo, Jeremías, bajé y encontré al alfarero trabajando el barro en el torno. 4 Cuando el objeto que estaba haciendo le salía mal, volvía a hacer otro con el mismo barro, hasta que quedaba como él quería.
5 Entonces el Señor me dijo: 6 «¿Acaso no puedo hacer yo con ustedes, israelitas, lo mismo que este alfarero hace con el barro? Ustedes son en mis manos como el barro en las manos del alfarero. Yo, el Señor, lo afirmo. 7 En un momento dado decido arrancar, derribar y destruir una nación o un reino. 8 Pero si esa nación se aparta del mal, entonces ya no le envío el castigo que le tenía preparado. 9 En otra ocasión decido construir y hacer crecer una nación o un reino. 10 Pero si esa nación hace lo malo y desatiende mis advertencias, entonces ya no le envío los beneficios que le tenía preparados.
11 »Di, pues, a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén que yo, el Señor, les digo: “Estoy haciendo planes contra ustedes; estoy pensando en castigarlos. Dejen ya el mal camino; mejoren su conducta y sus obras.”»
Salmo: 139:1-5, 12-17
1 Oh Señor, tú me has probado y conocido; *
conoces mi sentarme y mi levantarme; percibes de lejos mis pensamientos.
2 Observas mis viajes y mis lugares de reposo, *
y todos mis caminos te son conocidos.
3 Aún no está la palabra en mis labios, *
y he aquí, oh Señor, tú la conoces.
4 Me rodeas delante y detrás, *
y sobre mí pones tu mano.
5 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; *
sublime es, y no lo puedo alcanzar.
12 Porque tú creaste mis entrañas; *
me tejiste en el vientre de mi madre.
13 Te daré gracias, porque maravillosamente he sido formado; *
admirables son tus obras, y bien lo sé.
14 No fue encubierto de ti mi cuerpo, mientras que en oculto era formado, *
y entretejido en lo más profundo de la tierra.
15 Tus ojos vieron mis miembros, aún incompletos en el vientre;
todos estaban escritos en tu libro; *
contados estaban mis días, antes que llegase el primero.
16 ¡Cuán profundos me son, oh Dios, tus pensamientos *
¡Cuán inmensa es la suma de ellos!
17 Si los contase, serían más que la arena; *
para contarlos todos, tendría que ser eterno como tú.
Antiguo Testamento: Deuteronomio 30:15-20
Moises dijo: «Miren, hoy les doy a elegir entre la vida y el bien, por un lado, y la muerte y el mal, por el otro. 16 Si obedecen lo que hoy les ordeno, y aman al Señor su Dios, y siguen sus caminos, y cumplen sus mandamientos, leyes y decretos, vivirán y tendrán muchos hijos, y el Señor su Dios los bendecirá en el país que van a ocupar. 17 Pero si no hacen caso de todo esto, sino que se dejan arrastrar por otros dioses para rendirles culto y arrodillarse ante ellos, 18 en este mismo momento les advierto que morirán sin falta, y que no estarán mucho tiempo en el país que van a conquistar después de haber cruzado el Jordán. 19 En este día pongo al cielo y a la tierra por testigos contra ustedes, de que les he dado a elegir entre la vida y la muerte, y entre la bendición y la maldición. Escojan, pues, la vida, para que vivan ustedes y sus descendientes; 20 amen al Señor su Dios, obedézcanlo y séanle fieles, porque de ello depende la vida de ustedes y el que vivan muchos años en el país que el Señor juró dar a Abraham, Isaac y Jacob, antepasados de ustedes.»
Salmo: 1
1 Bienaventurado el que no anduvo en consejo de malos, *
ni estuvo en camino de Pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado;
2 Sino que en la ley del Señor está su delicia, *
y en su ley medita de día y de noche.
3 Será como el árbol plantado junto a corrientes de aguas,
que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae, *
y todo lo que hace prosperará.
4 No así los malos, no así, *
que son como el tamo que arrebata el viento.
5 Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio, *
ni los pecadores en la congregación de los justos;
6 Porque el Señor conoce el camino de los justos, *
mas la senda de los malos perecerá.
Nuevo Testamento: Filemón 1-21
1 Pablo, preso por causa de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo saludan a Filemón, querido compañero de trabajo, 2 y a la iglesia que se reúne en su casa, así como a la hermana Apia y a Arquipo, nuestro compañero en la lucha. 3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre ustedes.
4 Siempre doy gracias a mi Dios al acordarme de ti en mis oraciones, 5 porque he tenido noticias del amor y la fe que tienes para con el Señor Jesús y para con todos los que pertenecen al pueblo santo. 6 Y pido a Dios que tu participación en la misma fe te lleve a conocer todo el bien que podemos realizar por amor a Cristo. 7 Estoy muy contento y animado por tu amor, ya que tú, hermano, has llenado de consuelo el corazón de los que pertenecen al pueblo santo.
8 Por eso, aunque en nombre de Cristo tengo derecho a ordenarte lo que debes hacer, 9 prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano, y ahora preso por causa de Cristo Jesús, 10 te pido un favor para mi hijo Onésimo, de quien he llegado a ser padre según la fe aquí en la cárcel.
11 En otro tiempo, Onésimo fue para ti un esclavo inútil, pero ahora nos es útil tanto a ti como a mí. 12 Te lo envío de nuevo: es el hijo de mis entrañas. 13 Yo hubiera querido que se quedara aquí conmigo, para que me sirviera en tu lugar mientras estoy preso por causa del evangelio. 14 Pero no quiero hacer nada que tú antes no hayas aprobado, para que el favor que me haces no sea por obligación sino por tu propia voluntad. 15 Tal vez Onésimo se apartó de ti por algún tiempo para que ahora lo tengas para siempre, 16 ya no como un esclavo, sino como algo mejor que un esclavo: como un hermano querido. Yo lo quiero mucho, pero tú debes quererlo todavía más, no sólo humanamente sino también como hermano en el Señor.
17 Así pues, si me tienes por hermano en la fe, recíbelo como si se tratara de mí mismo. 18 Si te ha hecho algún daño, o si te debe algo, cóbramelo a mí. 19 Yo, Pablo, escribo esto con mi puño y letra: Yo lo pagaré. Por no decir que lo pongas a tu cuenta, ya que tú me debes tu propia persona. 20 Sí, hermano, te pido este favor por amor al Señor; consuela mi corazón como hermano en Cristo.
21 Te escribo porque estoy seguro de tu obediencia, y sé que harás más de lo que te pido.
El Evangelio: Lucas 14:25-33
25 Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: 26 «Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo. 28 Si alguno de ustedes quiere construir una torre, ¿acaso no se sienta primero a calcular los gastos, para ver si tiene con qué terminarla? 29 De otra manera, si pone los cimientos y después no puede terminarla, todos los que lo vean comenzarán a burlarse de él, 30 diciendo: “Este hombre empezó a construir, pero no pudo terminar.” 31 O si algún rey tiene que ir a la guerra contra otro rey, ¿acaso no se sienta primero a calcular si con diez mil soldados puede hacer frente a quien va a atacarlo con veinte mil? 32 Y si no puede hacerle frente, cuando el otro rey esté todavía lejos, le mandará mensajeros a pedir la paz. 33 Así pues, cualquiera de ustedes que no deje todo lo que tiene, no puede ser mi discípulo.»
Más recursos para Propio 18C
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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