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Cuarto Domingo después de Epifanía
La Colecta:
Dios todopoderoso y eterno, tú riges todas las cosas tanto en el cielo como en la tierra: Escucha con misericordia las súplicas de tu pueblo, y en nuestro tiempo concédenos tu paz; por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
El Antiguo Testamento: Deuteronomio 18:15-20
Moisés dijo al pueblo de Israel: «15 El Señor su Dios hará que salga de entre ustedes un profeta como yo, y deberán obedecerlo. 16 Esto es en realidad lo que ustedes pidieron al Señor su Dios en el monte Horeb, el día en que todos se reunieron allí y dijeron: “No queremos oír otra vez la voz del Señor nuestro Dios, ni ver este gran fuego, para no morir.” 17 Entonces el Señor me dijo: “Está bien lo que han dicho. 18 Yo haré que salga de entre ellos un profeta como tú, uno que sea compatriota de ellos y que les diga lo que yo le ordene decir, y les repita lo que yo le mande. 19 A todo aquel que no haga caso de lo que ese profeta diga en mi nombre, yo le pediré cuentas. 20 Pero el profeta que presuma de hablar en mi nombre y diga algo que yo no le haya mandado decir, o hable en nombre de otros dioses, será condenado a muerte.”»
Salmo: 111
1 ¡Aleluya! Daré gracias al Señor de todo corazón, *
en la asamblea de los rectos, en la congregación.
2 ¡Grandes son las obras del Señor! *
Son dignas de estudio para los que las aman.
3 Su obra está llena de esplendor y majestad, *
y su benevolencia permanece para siempre.
4 Ha hecho memorables sus maravillas; *
clemente y compasivo es el Señor.
5 Da alimento a los que le veneran; *
para siempre se acuerda de su pacto.
6 El poder de sus obras manifestó a su pueblo, *
dándoles la heredad de las naciones.
7 Las obras de sus manos son verdad y juicio; *
fidedignos son todos sus mandamientos,
8 Afirmados eternamente y para siempre, *
hechos en verdad y en rectitud.
9 Redención envió a su pueblo; para siempre ordenó su pacto; *
santo y temible es su Nombre.
10 Principio de la sabiduría es el temor del Señor;
tienen buen juicio los que lo practican; *
su loor permanece para siempre.
El Nuevo Testamento: 1 Corintios 8:1-13
1 Ahora paso al asunto de los alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos. Es verdad lo que se dice: que todos tenemos el conocimiento de la verdad; pero el conocimiento hincha de orgullo, en tanto que el amor edifica la comunidad. 2 Si alguien cree que conoce algo, todavía no lo conoce como lo debe conocer. 3 Pero si alguien ama a Dios, Dios lo conoce a él.
4 En cuanto a esto de comer alimentos ofrecidos en sacrificio a los ídolos, bien sabemos que un ídolo no tiene valor alguno en el mundo, y que solamente hay un Dios. 5 Pues aunque en el cielo y en la tierra existan esos llamados dioses (y en este sentido hay muchos dioses y muchos señores), 6 para nosotros no hay más que un solo Dios, el Padre, en quien todo tiene su origen y para quien nosotros existimos. Y hay también un solo Señor, Jesucristo, por quien todas las cosas existen, incluso nosotros mismos.
7 Pero no todos conocen la verdad. Algunos que estaban acostumbrados a adorar ídolos, todavía comen de esos alimentos pensando que fueron ofrecidos a los dioses; y su conciencia, que es débil, los hace sentirse contaminados por el ídolo. 8 Claro que el que Dios nos acepte no depende de lo que comamos; pues no vamos a ser mejores por comer, ni peores por no comer. 9 Pero eviten que esa libertad que ustedes tienen haga caer en pecado a los que son débiles en su fe. 10 Porque si tú, que sabes estas cosas, te sientas a comer en un lugar dedicado a los ídolos, y algún hermano débil te ve, puede suceder que él se anime a comer de esa ofrenda hecha a un ídolo. 11 Y así tú, por tu conocimiento, haces que se pierda tu hermano débil, por quien Cristo también murió. 12 Al ofender la conciencia de los hermanos débiles en la fe, ofenden ustedes a Cristo mismo. 13 Por eso, si por causa de mi comida hago caer en pecado a mi hermano, no debo comer carne nunca, para no ponerlo en peligro de pecar.
El Evangelio: Marcos 1:21-28
21 Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaúm, y en el sábado Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. 22 La gente se admiraba de cómo les enseñaba, porque lo hacía con plena autoridad y no como los maestros de la ley. 23 En la sinagoga del pueblo había un hombre que tenía un espíritu impuro, el cual gritó: 24 —¿Por qué te metes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé que eres el Santo de Dios.
25 Jesús reprendió a aquel espíritu, diciéndole: —¡Cállate y deja a este hombre!
26 El espíritu impuro hizo que al hombre le diera un ataque, y gritando con gran fuerza salió de él. 27 Todos se asustaron, y se preguntaban unos a otros: —¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, y con plena autoridad! ¡Incluso a los espíritus impuros da órdenes, y lo obedecen!
28 Y muy pronto la fama de Jesús se extendió por toda la región de Galilea.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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