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Segundo Domingo de Cuaresma
La Colecta:
Oh Dios, cuya gloria es siempre tener misericordia: Sé benigno a todos los que se han descarriado de tus caminos, y tráelos de nuevo con corazones penitentes y fe firme, para recibir y abrazar la verdad inmutable de tu Verbo, Jesucristo tu Hijo; que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Antiguo Testamento: Génesis 12:1-4a
1 Un día el Señor le dijo a Abram: «Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar. 2 Con tus descendientes voy a formar una gran nación; voy a bendecirte y hacerte famoso, y serás una bendición para otros. 3 Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti bendeciré a todas las familias del mundo.»
4 Abram salió de Harán tal como el Señor se lo había ordenado.
Salmo: 121
1 Levanto mis ojos a los montes; *
¿de dónde vendrá mi socorro?
2 Mi socorro viene del Señor, *
que hizo los cielos y la tierra.
3 No permitirá que resbale tu pie, *
ni se dormirá el que te guarda.
4 He aquí, el que guarda a Israel *
no se adormecerá ni dormirá.
5 El Señor es tu guardián, *
el Señor es tu sombra a tu diestra.
6 El sol no te hará daño de día, *
ni la luna de noche.
7 El Señor te guardará de todo mal; *
él guardará tu vida.
8 El Señor guardará tu salida y tu entrada, *
desde ahora y para siempre.
Nuevo Testamento: Romanos 4:1-5, 13-17
1 Pero entonces, ¿qué diremos que ganó Abraham, nuestro antepasado? 2 En realidad, si Abraham hubiera sido reconocido como justo a causa de sus propios hechos, tendría razón para gloriarse, aunque no delante de Dios. 3 Pues la Escritura dice: «Abraham creyó a Dios, y por eso Dios le tuvo esto en cuenta y lo reconoció como justo.» 4 Ahora bien, si alguno trabaja, el pago no se le da como un regalo sino como algo merecido. 5 En cambio, si alguno cree en Dios, que hace justo al pecador, Dios le tiene en cuenta su fe para reconocerlo como justo, aunque no haya hecho nada que merezca su favor.
13 Pues Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibirían el mundo como herencia; pero esta promesa no estaba condicionada al cumplimiento de la ley, sino a la justicia que se basa en la fe. 14 Pues si los que han de recibir la herencia son los que se basan en la ley, entonces la fe resultaría cosa inútil y la promesa de Dios perdería su valor. 15 Porque la ley trae castigo; pero donde no hay ley, tampoco hay faltas contra la ley.
16 Por eso, para que la promesa hecha a Abraham conservara su valor para todos sus descendientes, fue un don gratuito, basado en la fe. Es decir, la promesa no es solamente para los que se basan en la ley, sino también para todos los que se basan en la fe, como Abraham. De esa manera, él viene a ser padre de todos nosotros, 17 como dice la Escritura: «Te he hecho padre de muchas naciones.» Éste es el Dios en quien Abraham creyó, el Dios que da vida a los muertos y crea las cosas que aún no existen.
El Evangelio: Juan 3:1-17
1 Había un fariseo llamado Nicodemo, que era un hombre importante entre los judíos. 2 Éste fue de noche a visitar a Jesús, y le dijo: —Maestro, sabemos que Dios te ha enviado a enseñarnos, porque nadie podría hacer los milagros que tú haces, si Dios no estuviera con él.
3 Jesús le dijo: —Te aseguro que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
4 Nicodemo le preguntó: —¿Y cómo puede uno nacer cuando ya es viejo? ¿Acaso podrá entrar otra vez dentro de su madre, para volver a nacer?
5 Jesús le contestó: —Te aseguro que el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que nace de padres humanos, es humano; lo que nace del Espíritu, es espíritu. 7 No te extrañes de que te diga: “Todos tienen que nacer de nuevo.” 8 El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son también todos los que nacen del Espíritu.
9 Nicodemo volvió a preguntarle: —¿Cómo puede ser esto?
10 Jesús le contestó: —¿Tú, que eres el maestro de Israel, no sabes estas cosas? 11 Te aseguro que nosotros hablamos de lo que sabemos, y somos testigos de lo que hemos visto; pero ustedes no creen lo que les decimos. 12 Si no me creen cuando les hablo de las cosas de este mundo, ¿cómo me van a creer si les hablo de las cosas del cielo?
13 »Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo; es decir, el Hijo del hombre. 14 Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, 15 para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
16 »Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. 17 Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él.
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Las lecturas del Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y los Evangelios provienen de la Biblia Nueva Versión Estándar Revisada: Edición Anglicana, copyright 1989, 1995, División de Educación Cristiana del Consejo Nacional de las Iglesias de Cristo en los Estados Unidos de América. Usado con permiso. Todos los derechos reservados.
Las Colectas, Salmos y Cánticos son del Libro de Oración Común, 1979.
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