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Estudio Bíblico: Último Domingo después de la Epifanía (C) – 2016
February 07, 2016
Éxodo 34: 29-35
Cuando leemos la Biblia, es fácil echar un vistazo obedientemente a la letra pequeña y preguntarse qué es exactamente lo que Dios trata de decir a través de estas palabras antiguas y santas. Leemos con la esperanza de un encuentro con Dios que aumente nuestra comprensión. Pero podemos tratar este pasaje del Éxodo como un reto a replantear lo que un encuentro exitoso con Dios podría ser: no es, ante todo, una cuestión de entendimiento, sino de transformación.
Moisés está de vuelta en la base del Monte Sinaí y en sus brazos se encuentran las más santas de las leyes de Dios, los Diez Mandamientos. A lo largo de las Escrituras hebreas (y, de hecho, a lo largo de la historia judía y cristiana) no ha habido escasez de esfuerzo para comprender el contenido de esas dos tablas. Pero aquí, por un breve momento, las leyes que descansan en los brazos de Moisés parecen totalmente secundarias tras el sorprendente reconocimiento de que “la piel de su rostro resplandecía”. El rostro resplandeciente de Moisés ayudó a los israelitas a saber que Dios estaba de hecho obrando mediante Moisés.
- ¿Cómo nos ayudan las vidas santas a ver la manera en que Dios obra en el mundo?
- ¿Has conocido a personas que parecen brillar con la fe alimentada por la alegría, la paz y la compasión?
- ¿Es tu fe exteriormente visible para los demás? ¿De qué manera desearías que fuera?
- La imagen del velo podría ser útil en la reflexión sobre nuestras prácticas de oración. Cuando oramos, ¿cómo podemos aprender a quitarnos el velo del ajetreo, de la distracción, del egoísmo y de la impaciencia, un velo que nuestra cultura de pantalla dividida a menudo nos anima a llevar?
Salmo 99
Muchos salmos celebran a Dios mediante el uso de la metáfora de un rey. En el Salmo 99, Dios es “entronizado” y vemos que todas las personas deben “temblar” y “proclamar la grandeza de nuestro Dios” cayendo “ante el estrado de sus pies”. Los reyes antiguos presumían de su poder militar como prueba de su grandeza y, por supuesto, algunos líderes modernos lo siguen haciendo. Pero ten en cuenta cómo el salmista retrata la grandeza de Dios como proveniente de una fuente muy distinta: de la justicia de Dios.
Es difícil, probablemente imposible, hablar mucho acerca de Dios sin utilizar metáforas. Los Salmos nos ofrecen una sorprendentemente rica biblioteca de imágenes y comprensiones de Dios. En un lugar Dios puede ser presentado como un rey encaramado en un trono (Salmo 99: 1) y en otro como partera de un parto (Sal. 22: 9-10). Siempre es importante recordar que ninguna metáfora referida a Dios es por sí sola suficiente, pues cada una de ellas oscurece tanto la naturaleza de Dios como lo que revela.
- ¿Alguna vez has formado una parte de una comunidad donde hay líderes cuya autoridad proviene no en virtud de un título, sino más bien como consecuencia de su bondad?
- Escoge dos himnos y examina las metáforas que cada uno de ellos utiliza para describir a Dios. ¿De qué manera los himnos ofrecen diferentes comprensiones de Dios? ¿Cómo se complementan mutuamente los himnos? Puede que resulte especialmente fructífero el comparar las imágenes militaristas de un himno como # 473 “Alzar en alto la cruz” con las imágenes pastorales de otro como # 664 “Mi pastor colmará mi necesidad”.
2 Corintios 3: 12-4: 2
Con demasiada frecuencia, pasajes como este de 2 Corintios han sido utilizados por los cristianos para justificar desagradables rechazos, y con frecuencia antisemitas, de interpretaciones judías de las Escrituras hebreas, como si el valor de estos textos sagrados se limitara a la forma en que se pueden ver a la luz de la vida y muerte de Jesús. Leído en su contexto, como defensa de Pablo de su autoridad docente, el pasaje parece menos un tratado contra los judíos y mucho más una polémica acerca de la autoridad de enseñanza de Pablo en Corinto. Cuando asegura a sus lectores que: “No procedemos con astucia o falsificando la palabra de Dios”, escuchamos la implicación: a diferencia de algunas otras personas que conozco.
Una de las alegrías del pasaje es que nos permite asomarnos por encima del hombro de Pablo mientras lee el pasaje de Éxodo 34 tratado anteriormente. Interpreta el rostro resplandeciente de Moisés como prueba de que los encuentros con la gloria de Dios dejan su huella en los creyentes, transformándolos “de un grado de gloria a otro” hasta que la imagen divina brille más claramente en y a través de ellos.
- ¿Cómo esperamos que nuestros encuentros con Dios nos transformen?
- ¿Cómo podrían estas esperanzas influir en nuestras intenciones cuando estudiamos la Biblia o participamos en la Santa Comunión?
- ¿Cuándo brilla más intensamente la imagen de Dios a través de nosotros?
Lucas 9: 28-36, (37-43a)
Este pasaje contiene el relato de Lucas de la Transfiguración, el milagro en la cima de la montaña cuando la presencia de Jesús refleja tan bien la gloria de Dios que hasta sus ropas parecen brillar con una “blancura deslumbrante”. Es una narración bien contada, llena de toques dramáticos. Los adormilados discípulos que deben haberse preguntado si estaban soñando; la misteriosa aparición de Moisés y Elías; la voz de Dios que habla desde una nube, llamando a Jesús “Hijo mío” y diciéndonos, a los discípulos, y a nosotros que “¡le escuchemos!” Sabemos que la vida y las enseñanzas de Jesús nos ofrecen la ventana más clara de la naturaleza de Dios. Pero a menudo también nos olvidamos que Jesús ofrece el ejemplo más claro de lo que una vida humana parece en su forma más elevada. El relato de la Transfiguración es un recordatorio útil para ver a Jesús como modelo de lo que nuestras vidas puedan ser. Allí, en la cima de la montaña, la distancia entre Dios y el hombre se derrumba por completo. La tarea para nosotros, el viaje del discipulado cristiano, parece claro: comenzar a subir hacia Dios.
- ¿De qué manera concreta podemos esforzarnos en obedecer la voz de Dios, tal como habló a través de la nube, llamó a Jesús “Hijo mío” y nos dijo que “le escucháramos”?
- Sin duda, todos somos conscientes de una persistente distancia que divide la vida que vivimos de la vida que debiéramos vivir. ¿Qué prácticas te han sido de gran ayuda en tus esfuerzos por “acortar la distancia” y crecer más cerca de convertirnos en la persona que Dios nos está pidiendo que seamos?
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