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Estudio Bíblico: Propio 19 (B) – 2018
September 17, 2018
Proverbios 1:20-33
En este pasaje de Proverbios, la Sabiduría misma tiene algunas advertencias fuertes para el lector. Ella grita desde una concurrida esquina de la calle, señalando las fallas de los “necios” y “burlones”. “Como no me han oído o hecho caso”, parece decir: “¡ya me tocará reír cuando les llegue la desgracia!”. Además, cuando cunda el pánico, cuando se sientan afligidos y angustiados, me llamarán, pero no responderé. ¡Ay! Esto no parece exactamente la clase de lectura para sentirse bien que esperamos del Buen Libro. De hecho, al leer este pasaje, no encontramos el consuelo que frecuentemente buscamos en Dios, al menos no a primera vista. Es importante recordar que este pasaje no pretende ser una acusación formal; sino, más bien, una declaración de la verdad de Dios. La Sabiduría no se oculta de aquellos que la desean fervientemente. Por el contrario, aquellos que la rechazan ya se han condenado a sí mismos.
- ¿Qué clase de instituciones en nuestro mundo se han condenado a sí mismas porque rechazan las llamadas de la Sabiduría y no actúan moralmente? ¿Qué lecciones aprendemos de ellas?
- ¿Cómo nos enseña Dios a reaccionar y a actuar en contra de los poderes y principados de este mundo?
Salmo 19
En los versículos del uno al seis de este conocido salmo, el autor contempla la manera en que el orden creado muestra la gloria de Dios. Aunque el universo carece de voz o lenguaje, aún así da testimonio de su magnífico Creador. Sin embargo, a mitad del salmo, el tema cambia. Los versículos del siete al once hablan de la ley perfecta del Señor, los decretos justos y el testimonio fiel. La pregunta es: ¿qué tienen que ver los dos temas entre sí? Tal vez tanto el mundo creado, como la ley de Dios son parte de un orden natural divino, que nos revela verdades acerca de Dios. Así como el sol que nace y se pone sostiene la vida en la tierra y da voz al esplendor del Creador, también lo hacen las leyes, los estatutos y los mandamientos de Dios los cuales dan sentido a la vida de su pueblo, reviviendo sus corazones e infundiendo sabiduría en ellos.
- ¿Cómo se da cuenta y aprecia a Dios en la creación?
- ¿Cómo se manifiesta la voluntad de Dios en el mundo que lo rodea a usted? ¿Cómo se le revela a usted a través de las Escrituras, la tradición y la experiencia personal?
Santiago 3:1-12
“Lo mismo pasa con la lengua; es una parte muy pequeña del cuerpo, pero es capaz de grandes cosas”.
Lo que decimos es importante. Dios nos ha estado diciendo esto desde el principio. El libro del Génesis nos dice que Dios dijo que el mundo se hiciera realidad. Entonces, Dios creó al hombre, [varón y mujer los creó], haciéndolos a imagen de Dios y dándoles poder [de dominar y] de nombrar a los animales, “toda clase de fieras y de aves, de serpientes y de animales del mar”. Casi todo el mundo ha tenido el privilegio de nombrar algo, tal vez una mascota querida o un animal de peluche. Es muy frecuente que los padres estén muy indecisos al escoger el nombre perfecto de su nuevo bebé, ¡incluso llegando al extremo de asegurarse de que sus iniciales no se deletreen como algo inapropiado! Ponerle el nombre algo o alguien, es una tremenda responsabilidad, porque nombrar algo es comenzar a formar su identidad. Con esa clase de poder, por decirlo así, viene la tentación de creer que tenemos el control total. Sin embargo, el hecho de que tengamos el poder de nombrar, no significa que debemos confundirnos con Dios. Más bien, sería bueno recordar que todo nuestro lenguaje nos lo dio un Dios que nos hizo a su imagen.
- ¿A quién o a qué ha tenido el privilegio de ponerle el nombre? ¿Cómo fue esa experiencia para usted?
- ¿De qué manera el uso del lenguaje lo acerca a Dios? ¿De qué manera lo aparta a usted de Dios?
Marcos 8:27-38
Pedro simplemente no lo entiende, pero no podemos culparlo. A veces, nosotros tampoco entendemos. Pedro reprende a Jesús por enseñar a sus discípulos que sufrirá y morirá. Aquellos de nosotros, a este lado de la Resurrección, podemos entender en qué asunto se está metiendo Jesús, pero Pedro no. En la mente de Pedro ¡un Mesías no puede morir! ¡Caramba!, es que las palabras Mesías y muerte ni siquiera pueden ir juntas en la misma oración. Déjelo en manos de Jesús el recordarle a Pedro que tiene algo más que aprender. “¡Apártate de mí, Satanás!” Al reflexionar sobre esta famosa frase, no se deje atrapar por la palabra “Satanás”. Simplemente significa acusador. Enfóquese en cambio en la parte “Apártate de mí o hazte a un lado”. Jesús le ordena a Pedro que se aparte porque es a partir de ahí que Pedro puede continuar siguiendo a Jesús. “Hazte a un lado”, dice Jesús, y con esto le recuerda a Pedro que Dios es el que manda, pero es también un recordatorio importante para todos nosotros. No tenemos que tener todas las respuestas; por eso seguimos a quien las tiene.
- ¿Alguna vez necesita que le recuerden que es suficiente simplemente seguir [a esa persona]?
- ¿Cómo podría usted practicar ser un mejor seguidor de Jesús en esta semana que viene?
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