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Estudio Bíblico: Propio 16 (C) – 2019
August 25, 2019
Jeremías 1: 4-10
Cuando leo este pasaje en Jeremías, hay una línea que inmediatamente me atrae y me convence: “¡Ay, Señor! Yo soy muy joven y no sé hablar” (Jeremías 1: 6). La respuesta de Jeremías a Dios suena muy familiar. Recuerda las dudas de Moisés cuando Dios le pide que saque a los israelitas de Egipto: “¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón y sacar de Egipto a los israelitas?” (Éxodo 3:11). A pesar de la promesa de Dios de permanecer con él, Moisés insiste: “¡Ay, Señor!, yo no tengo facilidad de palabra, y esto no es solo de ayer ni de ahora que estás hablando con este siervo tuyo, sino de tiempo atrás. Siempre que hablo, se me traba la lengua” (Éxodo 4:10).
Pero la respuesta de Jeremías también suena familiar debido a lo que resuena en mi propia cabeza. Cuando siento el tirón persistente del Espíritu Santo en mi corazón, dándome trabajo que hacer y la oportunidad de decir “sí”, en cambio respondo: “¡Pero no soy lo suficientemente bueno/a!” Y luego, después de reflexionar más, insisto, “¿estás seguro? Creo que otra persona sería mejor”.
Son muchas las excusas que podemos dar:
“Solo soy una niña”.
“Ni siquiera me he graduado de secundaria”.
“Soy demasiado viejo”.
Pero a juzgar por la Biblia, el trabajo de los profetas es sencillo: llamar la atención sobre lo que ven a su alrededor y atraer a la gente hacia Dios. Este papel requiere coraje y el don de prestar atención, pero más allá de esas calificaciones, Dios parece desear solo la voluntad de mostrarnos como somos, listos para ser parte de la obra de Dios en el mundo. Con estas escasas exigencias, Dios puede hacer grandes cosas: arrancar y derribar, destruir y derrocar, construir y plantar.
- ¿A qué podría invitarle Dios a que preste atención?
- ¿Qué le impide traer a todos los que ya son para que contribuyan a la obra de Dios en el mundo?
Salmo 71: 1-6
En esta breve selección del Salmo 71, Dios es un refugio, una roca, un castillo, un peñasco y una fortaleza. Estas imágenes concretas y tangibles llevan al salmista a lo intangible: esperanza, confianza y fortaleza. Y este sentido de la estabilidad, firmeza y seguridad de Dios significa que el salmista puede hacer demandas a Dios: “No sea yo avergonzado jamás”, “líbrame”, “rescátame”, “inclina tu oído hacia mí”, “sálvame”. La experiencia de Dios del salmista desde su nacimiento como un compañero estable ha creado una relación íntima y de confianza en la cual el salmista puede expresar sus deseos más profundos con esperanza y confianza.
- El salmista usa “roca”, “peñasco” y “fortaleza” como imágenes tangibles de la seguridad que Dios proporciona. ¿Cuáles son algunas imágenes concretas de su propia experiencia que podría utilizar?
- Cuando reflexiona sobre estas metáforas sobre Dios, ¿qué podrían inspirarle a usted a pedir en su oración, incluso exigir, como lo hace el salmista?
Hebreos 12: 18-29
Desde el peso tangible de las metáforas del Salmo 71, pasamos a las imágenes místicas de la carta a los hebreos, y aun así todavía hay un tema de la firmeza de Dios. El autor escribe: esta frase, “Al decir ´una vez más´, se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido, para que permanezca lo que no puede moverse. El reino que Dios nos da, no puede ser movido, demos gracias por esto, y adoremos a Dios con la devoción y reverencia que le agradan” (Hebreos 12: 27-28). La carta a los hebreos no evita abordar las flaquezas y debilidades humanas, sin embargo, este capítulo termina con un énfasis en “lo que no puede ser sacudido”, es decir, el reino de Dios. Cuando nuestros reinos terrenos parecen maltratados por la corrupción, la avaricia y el mal uso del poder, la carta nos recuerda que hay un reino muy cerca de nosotros que permanece, constante e inquebrantable. Este capítulo comienza con la frase muy querida “Por eso, nosotros, teniendo a nuestro alrededor tantas personas que han demostrado su fe” (Hebreos 12: 1) y continua inmediatamente con “no se olviden de ser amables con los que lleguen a su casa, pues de esa manera, sin saberlo, algunos hospedaron ángeles” (Hebreos 13: 2). Tomo estas citas como recordatorios de que hay signos del reino inquebrantable de Dios a nuestro alrededor, y por eso doy gracias.
- ¿Qué signos del reino de Dios ve en medio de nuestros reinos terrenos?
Lucas 13: 10-17
No puedo evitar preguntarme por la mujer de esta historia. Estaba jorobada, incapaz de ponerse de pie desde hacía dieciocho años. Dieciocho años de andar sin poder mirar a alguien a los ojos, excepto tal vez a un niño ocasional o a un perro mascota. Dieciocho años haciendo cualquier trabajo que pudiera hacer, y dieciocho años siendo ignorada por los que estaban a su alrededor. Me imagino que aquellos a su alrededor se acostumbraron a verla de esa manera, o tal vez ya ni la veían en absoluto. Tal vez incluso ella se había acostumbrado a una vida en la que sus ojos estaban permanentemente inclinados hacia abajo. Pero Jesús la ve. La ve con ojos nuevos e inmediatamente la llama y le habla. Con su toque, ella puede pararse erguida, libre y alta. Es nada menos que milagroso lo que verdaderamente ver a alguien puede ofrecerles.
- A medida que avanza en su día, trate de ver con ojos nuevos. ¿Qué o a quién ve que de otra manera habría pasado por alto?
- ¿Quién podría beneficiarse de que tome un momento para realmente verlas [a esas personas]?
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