Estudio Bíblico: Propio 11 (B) – 2012

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Jeremías 23:1-6

El profeta Jeremías pudo haber sido testigo de la destrucción de Jerusalén a manos de los babilonios a principios del siglo VI aC. Probablemente sus palabras fueron preservadas, editadas y ampliadas durante el exilio como un testimonio del dolor sufrido por el pueblo de Judá, una exploración de las razones detrás de la tragedia y una ofrenda de esperanza para una futura restauración del pueblo en su tierra amada. Para los judíos, este “descendiente legítimo” probablemente representara una monarquía davídica renovada que, una vez más traería la paz, la estabilidad y la productividad a su país, un país que estaba en un estado de ruinas políticas y económicas.

Los cristianos pueden ampliar el significado del “descendiente” para incluir a la realeza mesiánica de Cristo que viene, pero deben hacerlo en un espíritu de respeto y gratitud por la generosidad de los textos sagrados hebreos que han bendecido nuestra comprensión de lo que significa ser cristiano. Una interpretación que amplía el sentido original del texto no es una tarea estrictamente cristiana, las sectas judías, como los esenios y la comunidad de Qumran, parecen haber estado haciendo lo mismo en la época de la vida de Jesús. Sin embargo, la cautela y el reconocimiento son llamados al orden en que los cristianos podrían evitar interpretaciones antijudías de las Escrituras.

Salmo 23

¿Qué hay en este salmo que nos invita a utilizarlo una y otra vez en los funerales? El Libro de Oración Común sugiere otros salmos (págs. 394-395). Ciertamente, la tradición juega un papel: es el salmo que podemos recordar de nuestra infancia, o de una película favorita, por lo que se registra en lo profundo de nosotros cuando lo escuchamos de nuevo. ¿Qué emociones evoca este salmo para usted? Las palabras son poderosamente reconfortantes, nos confirman que, incluso ante un claro peligro nuestro creador vela sobre nosotros y nos protege.

Concentrémonos por un momento en el versículo cinco. A primera vista, esta imagen de la mesa aparece desconectada de los motivos anteriores pastorales y de viaje. Pero aquí es donde este salmo nos puede hablar con más claridad a nuestras vidas hoy en día.

• ¿Quién nos crea problemas? ¿Por qué nos invita Dios a su presencia? ¿Y qué vamos a hacer sobre esta situación desconcertante?
• Sabemos que estamos a salvo, de hecho bendecidos más allá de medida. Entonces, ¿cuál es nuestra respuesta a estos dones, especialmente teniendo en cuenta la proximidad de la tripulación que nos molesta y que está sentada solo al otro lado de la mesa?

Efesios 2:11-22

Una oración por la misión en el Libro de Oración Común se basa en este texto (p. 175): “¡Oh Dios, tú que has hecho de una sangre a todos los pueblos de la tierra, y enviaste a tu bendito Hijo a predicar la paz a los que están lejos como a los que están cerca”. ¡Qué fina es la línea entre el reconocimiento de nuestra unidad en Cristo, y nuestra proclamación de esta buena noticia!

Entre en la riqueza de la imaginería del texto encontramos: tabiques rotos, extraños entre los ciudadanos, un cuerpo, la casa de Dios, el fundamento de los apóstoles y profetas, Cristo como piedra angular, el templo y morada de Dios.

• ¿Qué imagen resuena más con usted?
• ¿Se imagina a la iglesia en términos corporativos o estructurales? Es fácil quedar atrapado en los edificios físicos de nuestras parroquias locales; recordándonos a nosotros mismos a menudo que la Iglesia encuentra su vida en Cristo, y sus contornos en la respiración, pulso, trabajando y jugando en los cuerpos de sus miembros. Juntos, el pueblo de Dios, constituimos un misterio más allá de nuestra comprensión. ¡Gracias a Dios!

Marcos 6:30-34, 53-56

Es difícil imaginarnos cuán agotado Jesús debía estar: ¡no tuvo tiempo ni para comer! La vida de Jesús se había convertido en obstinadamente pública, y sin embargo, encontró dentro de sí la compasión para enseñar y curar a los perdidos y a los cojos.

• ¿Seguiría a Jesús alrededor del Mar de Galilea?

Mientras que la Reforma marcó el comienzo de perspectivas frescas en la vida cristiana y en la espiritualidad, tal vez el movimiento de la creencia de los líderes en la inteligibilidad pura de la Biblia nos ha llevado hoy a la suposición de que “conocer a Jesús” no es tan difícil si lo intentamos. ¡Basta con leer los Evangelios! Pues bien, estas inspiradas narraciones cuentan que una  multitud caminaba decenas de kilómetros a pie para llegar a un maestro y sanador cuya verdadera identidad no podría haber sido conocida antes de la resurrección, la ascensión o Pentecostés. Ahora, hoy en día, agraciados con dos milenios de reflexión teológica sobre el significado de Jesús, podemos encontrar más fácil dar por sentada la profundidad y el poder de estos conocimientos adquiridos. Trate de seguir a Jesús, alrededor de un lago de vez en cuando, y sea paciente: llegar a conocer a Cristo implica el viaje espiritual de toda una vida.

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