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Estudio Bíblico: Pentecostés 15 (B) – 1 de septiembre de 2024
September 01, 2024
LCR: Deuteronomio 4:1-2, 6-9; Salmo 15; Santiago 1:17-27; Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23
Deuteronomio 4:1-2, 6-9
Estatutos, ordenanzas y mandamientos; me pregunto qué pensamientos o sentimientos te suscitan estas palabras. Para algunos, estas palabras parecen restrictivas, y para otros, tranquilizadoras. Una persona toma nota de las limitaciones y otra de las expectativas.
Los israelitas han escapado de la esclavitud, han vagado por el desierto y ahora entran en la tierra prometida por Dios. Pasar de la opresión y la supervivencia a la libertad y el florecimiento es otro viaje para el pueblo de Dios. Es un viaje de transición y transformación física, emocional y espiritual. Tener estatuas, ordenanzas y mandamientos apoya y guía una nueva forma de ser. Estar con Dios, estar los unos con los otros y estar entre las naciones circundantes y apartarse de ellas. Sí, hay restricciones y limitaciones, pero también hay expectativas claras y la seguridad de que el suyo es un Dios que ha estado y sigue estando cerca, fiel y amoroso.
- En tiempos de transición, ¿te parecen las directrices y expectativas limitantes o de apoyo? ¿Podrían ser ambas cosas?
- ¿Cuál podría ser la bendición de no añadir ni quitar nada a las instrucciones que Dios nos da? ¿Cuál podría ser el desafío?
Salmo 15
¿Quién puede morar con Dios? Alguien intachable y sin engaño, que no hace mal a sus amigos, que rechaza la maldad, que jura no hacer el mal, y que no da dinero con la esperanza de obtener un buen beneficio. Uf, ¡es mucho pedir! ¿O no?
Puede parecer imposible si nos centramos sólo en el principio de estos versículos, pero cuando los leemos en su totalidad, suenan menos como una norma inalcanzable y más como una forma de honrar y amar a Dios y a nuestro prójimo. ¿Cómo podemos ser irreprochables y hacer lo correcto? Podemos decir la verdad con amor. Inferir que amigos y vecinos tienen una intención bondadosa nos aleja de diálogos internos inútiles y de palabras hirientes. Ser sinceros con nosotros mismos y con nuestro prójimo fomenta unas relaciones sanas. Dar sin esperar nada y ser conscientes de cómo nuestras acciones afectan a las poblaciones inocentes y vulnerables es una forma de buscar, servir y amar a nuestro prójimo.
- ¿Qué es una intención amable? ¿Cómo puede ser y sonar una respuesta misericordiosa?
- ¿Cómo has sentido la presencia de Dios cuando honras y amas a tu prójimo?
Santiago 1:17-27
Escuchar y considerar lo que decimos y hacemos son formas de responder que evitan que reaccionemos de forma airada, injusta e inútil. Las reacciones suelen ser rápidas y poco meditadas. Responder es diferente de reaccionar. Responder lleva más tiempo, y más tiempo permite pensar y reflexionar más. Reaccionar es más fácil que responder. Responder exige más de nosotros.
El autor de Santiago desea promover el entendimiento y la rectitud de ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para la ira. Estar bañados en el don de amor de Cristo nos capacita para librarnos de acciones egoístas, imparte gentileza, generosidad y cuidado por los huérfanos y las viudas, los oprimidos, los marginados y las personas vulnerables. No sólo oímos, sino que escuchamos y respondemos con amor, cuidando de todos los hijos amados de Dios.
- ¿Reaccionas o respondes cuando te enfrentas a situaciones desconocidas o estresantes?
- ¿Cómo podrías pasar de reaccionar a responder? ¿Podría ser útil fomentar la curiosidad, la generosidad y/o el amor?
Marcos 7:1-8, 14-15, 21-23
Hay una pregunta que uno puede hacer que puede ser recibida positivamente (como una búsqueda de comprensión) o negativamente (como una afrenta a la costumbre de un lugar o pueblo): “¿Por qué hacéis/hacemos ______ de esta manera?”. Más escandaloso es sugerir que una costumbre arraigada puede no servir (o incluso ser un perjuicio) para lo que fue concebida.
Los fariseos y algunos de los escribas se centran en una tradición arraigada y, a primera vista, parecería algo bueno. Lavar lo que se compra antes de comerlo, y tener cuidado de lavar bien los vasos, las ollas y los calderos. Pero Jesús conoce sus corazones, y los dos mandamientos de los que penden toda la Ley y los Profetas: amar al Señor tu Dios y amar a tu prójimo como a ti mismo. A los fariseos y escribas les preocupa más la tradición humana que los mandamientos de Dios. Ni su tradición ni la intención de sus corazones buscan amar a Dios o al prójimo.
- ¿Qué tradiciones veneras que pueden ser barreras para amar a Dios y/o a tu prójimo?
- ¿Cómo podrías examinar las costumbres y tradiciones para asegurarte de que son inclusivas?
La Rev. Rachel Joiner, seminarista del Seminario del Suroeste, es coadjutora en la Iglesia Episcopal de San Marcos, ubicada en San Marcos, Texas.
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