Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Cuaresma 5 (B) – 2021

March 21, 2021

LCR: Jeremías 31:31-34; Salmo 51:1-13; Hebreos 5:5-10; Juan 12:20-33

Jeremías 31:31-34

Este impactante pasaje habla de la promesa de Dios de reconciliación y esperanza para el pueblo de Israel. El ejército babilónico había conquistado Jerusalén, arrasado el templo y había enviado a Jeremías y a muchos otros al exilio en Babilonia. Muchos exiliados creían que esta derrota traumática era el castigo de Dios por su idolatría y la injusticia de unos con otros. Sabían que se habían alejado de Dios, y creían que Dios había respondido de la misma manera, alejándose de ellos.

Pero Jeremías aquí les dice que este no es el final de la historia: incluso ahora, Dios está dando el primer paso para restaurar su relación. Dios promete hacer un pacto nuevo y aún mejor con ellos, para forjar una conexión aún más honesta, abierta e íntima con el pueblo de Dios. El pueblo ha pecado, sí; pero el perdón de Dios surge de una generosidad aún más profunda, de la profundidad del anhelo de Dios de conocer y ser conocido por el pueblo de Dios. «Pondré mi ley dentro de ellos, y la escribiré en sus corazones». Dios no quiere señales externas de obediencia o temor, sino el amor de corazones que sean justos y genuinos.

  • Todos nos hemos alejado de Dios de una forma u otra. Sé sincero: cuando piensas en el arrepentimiento, ¿imaginas que tendrás que recuperar el amor de Dios? ¿O imaginas a Dios ansioso por dar el primer paso, por perdonar?
  • ¿Ha habido momentos en que hiciste lo correcto por alguien, no por deber o culpa, sino por auténtico deseo? ¿Qué hizo eso posible? ¿Cómo podrías llevar esa posibilidad a otras esferas de tu vida?

Salmo 51:1-13

Este hermoso salmo contiene algunas de las profundas palabras de la Biblia sobre humildad y penitencia. Sin reprimirse, el salmista confiesa ser un «pecador desde el vientre de mi madre», pero también confiesa su fe en que «amas la verdad en lo íntimo [y] en lo secreto me has enseñado sabiduría». Dios hablará a la parte de nuestras almas que se estremece con la verdad, que palpita profundamente debajo de nuestro orgullo, nuestra rebelde voluntad de andar por nuestra cuenta.

El salmo es una súplica a Dios para que nos ayude a «querer lo que queremos querer». Esa frase del filósofo Harry Frankfurt capta la realidad de que nuestros deseos a menudo entran en conflicto o se agolpan unos con otros. Todo el salmo es un clamor para ser llevado nuevamente al abrazo del padre que puede calmarnos y reorientarnos, de cuya presencia dependemos para el alimento, la instrucción y el cuidado. «Devuélveme la alegría de tu salvación, que un espíritu obediente me sostenga».

  • ¿Puedes mencionar un impulso o deseo que esté en conflicto con «lo que quieres querer»? ¿Cuánto te costaría abandonar hoy ese deseo?
  • ¿Cuándo te encuentra intentando «andar por tu cuenta» sin la ayuda que Dios siempre ofrece? ¿Dónde quieres aflojar el control y permitir que Dios asuma parte de la carga?

Hebreos 5:5-10

Melquisedec está rodeado por un tufillo de misterio. Aparece sólo por un momento fugaz en Génesis 14; bendice a Abram y le da pan y vino cuando éste pasa por su ciudad en una misión para rescatar a su hermano Lot. Esto fue antes de que Abram fuera Abraham, antes de que Dios lo llamara y lo bendijera, prometiendo hacer a sus descendientes tan numerosos como las estrellas en el cielo. Y fue antes de que la ciudad de Melquisedec, Salem, también tuviera un nuevo nombre: Jerusalén.

En este complicado pasaje, el autor de la Epístola a los Hebreos describe a Jesús como el heredero de esta tradición de bendecir y compartir el pan y el vino, más antigua incluso que Abraham. Es una forma de nombrar a Jesús como aquel que nos devuelve a las raíces más profundas de la tradición israelita en actos de hospitalidad sagrada y en solidaridad con los más vulnerables. Al describir a Jesús como similar a este misterioso sacerdote-rey, el autor de Hebreos nos recuerda que Jesús usó su poder como el Hijo de Dios no para dominar o excluir, sino para dar la bienvenida, alimentar y bendecir.

  • ¿Puedes pensar en alguien que conociste sólo de pasada y que sin embargo te impactó, y te bendijo? ¿Has conocido a un Melquisedec?
  • ¿Hay alguna forma pequeña en la que puedas canalizar tu gratitud hacia otros siendo una bendición para alguien que pasa por tu vida en este momento? ¿Cuáles son algunos de los dones que tienes para ofrecer a los demás?

Juan 12:20-33

Este pasaje llega justo después de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que recordamos cada año el Domingo de Ramos. En otras palabras, estamos comenzando el capítulo más trágico de la vida y el ministerio de Jesús: su camino hacia la Cruz. Cuando Jesús habla de un grano de trigo que cae en tierra y muere para dar mucho fruto, obviamente está hablando de su propia muerte inminente; que la muerte producirá una explosión de gracia vivificante, una vida más allá de la muerte. Pero Jesús también está anunciando que esta conexión paradójica entre la muerte y la vida está en el tuétano del discipulado. Les dice a los judíos de habla griega que han venido a verlo —y nos dice hoy— que si insistimos en aferrarnos a nuestras vidas tal como son, todo lo que queremos controlar y contener eventualmente nos será quitado.

Pero si estamos dispuestos a dejar que nuestras vidas se rompan como una semilla plantada en la tierra, seremos testigos de una abundante efusión de vida: en nosotros y dada a través de nosotros.

Es parte del misterio de la vida que sólo disfrutemos de esa abundancia dándola continuamente. Como Melquisedec, como Abraham y Sara, tenemos la bendición de ser una bendición: plantar nuestras vidas como semillas en la tierra y compartir los frutos.

  • ¿Hay alguna parte de tu vida, o una relación, donde te aferras firmemente a «la manera en que siempre han sido las cosas» en medio del cambio? ¿Qué pasa si ese cambio no es tanto una pérdida como una ruptura para que Dios pueda hacer crecer algo nuevo, en ti y en el mundo?
  • A medida que avanzamos hacia la estación de primavera, hay semillas que se avivan en la tierra. ¿Hay una parte de tu corazón que ha estado quieta este invierno, esperando que este momento se abra en brotes y flores? ¿Hay algún ministerio en tu comunidad que pueda ayudar a esa parte de ti a crecer, donde puedas compartir con otros la belleza de la obra de Dios que hay en ti?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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