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Estudio Bíblico: Cuaresma 1 (C) – 2016
February 14, 2016
Deuteronomio 26: 1-11
¿Quién pensaría que se podría hablar de la mayordomía en otro momento del calendario anual distinto a septiembre, octubre o noviembre? Este pasaje del Deuteronomio nos ayuda a recordar que todo lo que tenemos es un regalo. Todo lo que existe, es de Dios, no es nuestro, nosotros solo hemos recibido una porción. En agradecimiento devolvemos una parte de lo que hemos recibido de Dios. En las leyes de Deuteronomio, esto se realizaba de muchas formas, incluyendo la ofrenda de los primeros frutos que leemos en este texto. La mayor parte de la mayordomía, y de la vida de fe, es un asunto de gratitud. Mientras que la gente a menudo se preguntan unos a otros sobre lo que renunciarán en la cuaresma, en este tiempo penitencial se trata de mucho más que de sacrificarse en tomar chocolate, helados, o incluso carne los viernes. La cuaresma es un tiempo de introspección y auto-reflexión intencional. Al comenzar tu jornada de la cuaresma, considera en qué forma estás agradecido por todo lo que Dios te ha dado. Ten en cuenta también cómo te has olvidado de ese espíritu de gratitud, dando por sentado los dones que has recibido o como recompensas de meritocracia.
- ¿En este tiempo de la cuaresma cómo puede la oración y la reflexión cambiarte a una postura humilde de agradecimiento ante nuestro buen y bondadoso Dios?
- Considera el tema de los primeros frutos en el pasaje del Deuteronomio, ¿Cuál es el primer fruto a que tienes que renunciar, o devolver a Dios?
- ¿Qué hace que el sacrificio sea difícil?
- ¿Cómo orarías en medio de esa dificultad?
- ¿Cómo obrarías en fe y superarías esa dificultad?
Salmo 91: 1-2, 9-16
¿A qué se asemeja el descansar en Dios? La abadesa fundadora de mi comunidad religiosa cuenta la historia de haber encontrado orando a una de las religiosas mayores en su antiguo convento. Recuerda haberle llamado la atención la imagen de serenidad de la religiosa, y cómo la hermana mayor parecía brillar en santidad y estar en una paz verdadera. Al querer vivir la misma experiencia en su propia vida de oración, la joven y precoz monja preguntó a la religiosa más experimentada cómo rezaba. La hermana respondió diciendo algo a la vez sencillo y profundo: “Solamente me siento aquí y dejo que Dios me ame”. A veces nos resulta difícil reconocer el amor de Dios. Podemos saber intelectualmente que Dios nos ama porque las Escrituras y nuestra tradición nos lo dicen. Pero ¿lo sabes con más profundidad?
Ahora dedica tiempo a habitar en el refugio del Altísimo. Respira profundamente. Al inhalar, mentalmente pronuncia las palabras, “Tú eres mi refugio y mi fortaleza”. Al exhalar, mentalmente di las palabras, “mi Dios, en quien he confiado”. Siéntate en silencio, sintiendo realmente la respiración, y solo permite que el amor de Dios te lave. Tal vez, te des cuenta que de esa manera vas a crecer más profundamente en tu confianza en Dios.
- ¿Crees que realmente Dios te ama incondicionalmente? ¿Sientes en tus huesos que eres amado por Dios?
- ¿De qué manera este tiempo de meditación se parece a la reflexión sobre el pasaje anterior del Deuteronomio?
Romanos 10: 8b-13
En muchas iglesias episcopales, cuando el diácono o el sacerdote anuncia el Evangelio, la gente en la congregación traza la señal de la cruz en la frente, en los labios y en el pecho. Esto es para indicar que la Palabra de Dios, la buena noticia de Jesucristo, está siempre en nuestra mente, en nuestros labios y en nuestro corazón. Este extracto de la carta de Pablo a los cristianos de Roma comienza: “La palabra está cerca de ti, en tu boca y en tu corazón”.
- ¿Cómo vives la vida con el Evangelio escrito en tu corazón, siempre en tu mente, y proclamado no solo con los labios, sino también con las obras?
- ¿Confiesas públicamente, con confianza, que Jesucristo es el Señor? Si no es así, ¿por qué no?
- ¿Qué te impide el poder hacer tal confesión pública de fe o sentirte a gusto con ella?
- ¿Qué haría falta para que pudieras anunciar, confesando con tus labios, que Jesucristo es el Señor de tu vida?
Lucas 4: 1-13
Antes de ir al seminario, y antes de aceptar un trabajo como ministro de la juventud en otras dos congregaciones, yo estaba muy involucrado en el ministerio de los jóvenes en la congregación que me patrocina. Enseñé en la clase de la escuela dominical de secundaria y lideré el grupo de jóvenes. Cada semana al preparar la lección, escogía un tema de las lecturas y buscaba una canción, por lo general no religiosa, que conectara. La clase se iniciaba con una oración y pasar lista. Entonces cantábamos la canción para introducir la lectura y leer el texto. A continuación discutíamos la lección, y hacíamos preguntas que ayudaran a la reflexión, cantábamos de nuevo la canción, mientras se respondía a las preguntas de la reflexión, intercambiábamos reflexiones, y terminábamos con una oración. Cuando preparaba la lectura de este pasaje, decidí usar la canción “Burden in My Hand”, por Soundgarden.1 Al escuchar la canción, se les daba una instrucción sencilla: imagínense que el diablo les está hablado de la misma manera que Satanás, en la lectura del Evangelio, habló a Jesús para tentarlo. Uno de los grandes dones del ministerio sacerdotal es el ministerio de la penitencia y la absolución. Aunque la confesión es buena para el alma en todas las épocas del año, es especialmente apropiada en el tiempo de cuaresma. Si te parece bien, y confío en que así sea, utiliza estas reflexiones que te guiarán en la preparación para la confesión con el sacerdote. El pecado comienza cuando nos alejamos de Dios en la incredulidad, cuando no confiamos en la bondad de Dios.
- ¿A qué se parece la tentación en tu vida y cómo la sientes?
- ¿Cómo se manifiesta más a menudo?
- Tal vez otra manera de hacerte estas preguntas es preguntar: ¿Qué me impide estar en la mejor relación posible con Dios, con los demás y conmigo mismo?
- ¿Qué se interpone en el camino de tu relación con Dios?
- ¿Qué te impide ver la imagen de Dios en los demás o en ti mismo?
- Piensa de nuevo en la reflexión sobre el Deuteronomio, ¿es la cosa que te parece difícil abandonar y que te resulta seductora, la que te tienta?
- Después de haber reflexionado sobre estas lecturas, ¿de qué pecados te recuerdas?
- ¿Cómo puedes superarlos con la ayuda de tu pastor, comenzando con el Rito de la Reconciliación de un Penitente? Permite que esto se convierta en una parte de tu disciplina espiritual regular y encontrarás una nueva libertad en Cristo que puede que nunca hayas experimentado antes.
- ¿De qué manera Jesús, con su ejemplo en el Evangelio y, más importante, en tu relación con Cristo resucitado, te fortalece para resistir la tentación?
- ¿De qué manera la fe en Jesús y la confianza y la dedicación absoluta a Dios, te inspiran a dedicarte más plenamente a lo que es santo?
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