Estudio Bíblico

This page is available in: English

Estudio Bíblico: Adviento 4 (A) – 2016

December 19, 2016


Isaías 7:10–16

Durante esta estación de Adviento, resulta fácil leer al profeta Isaías e inmediatamente saltar al nacimiento de Jesús. Isaías está directamente citado en el evangelio de Mateo, en el cual también leemos hoy: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Si bien no es erróneo para nosotros entender quien es Jesús a la luz de este texto, debemos reconocer también que el profeta Isaías no predecía el futuro en que María daría a luz a Dios encarnado. El proyecto de Isaías era mucho más inmediato y mucho más comprometido.

Si lees la totalidad del texto de Isaías a partir del 7:1, verás que el profeta está debatiendo con el rey Acaz, que se había aliado con el imperio asirio. En este momento histórico, el pueblo judío estaba escindido entre el reino de Israel en el norte y el reino de Judá en el sur. Según el imperio asirio se expandía, Isaías era enviado por el reino del norte a pedirle a Judá que se aliara con Israel contra el enemigo común. Cuando el rey Acaz rehúsa, Isaías dice que un niño —un inocente—vendrá con un nombre que significa “Dios con nosotros”, pero ese niño verá la destrucción y ruina de Judá.

La profecía de Isaías trata de cómo incluso en presencia de atrocidades, Dios está con nosotros. Jesús, que vino en amor a reconciliar la humanidad con Dios y a unos con otros, es un modo en que vemos cumplirse esa profecía, pero eso no fue ciertamente lo que Isaías o Acaz esperaban.

  • ¿Qué ideas o asuntos nos dividen como pueblo de Dios en la actualidad?
  • ¿Cómo nuestra historia, tal como nos la cuenta la Escritura, nos lleva a reconciliar nuestras diferencias?
  • ¿Existe alguna costumbre de adviento que pudiera ayudar a fomentar la reconciliación y el amor en nuestra iglesia, nuestra comunidad o el mundo?

Salmo 80:1–7, 16–18

Oh Dios de los Ejércitos, restáuranos; *

haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Este estribillo se repite en el Salmo 80 en los versículos 2, 7 y 18. Es el clamor que el salmista hace en nombre del pueblo de Israel y que configura el arco del salmo. El pueblo en tinieblas y desesperación clama a Dios que traiga luz al mundo. Aunque la traducción del salmo en nuestro Libro de Oración es bella, no siempre capta las sutilezas del hebreo.  En hebreo, cada repetición de esta oración se basa en la anterior.

v.3 – Restáuranos, oh Dios (elohim)

            v.7 – Restáuranos,  oh Dios de los Ejércitos (elohim tseva’oth)

18 – Restáuranos, O Yahvé, Dios de los Ejércitos (yahweh elohim tseva’oth)

Traten de no empantanarse en el hebreo, pero sí adviertan que con cada grito de socorro, el salmista aumenta en conocimiento de Dios y de quien es Dios. El clamor va de la palabra genérica para dios a un dios específico, Dios de los Ejércitos, a la real denominación de Dios, Yahvé [Señor] Dios de los Ejércitos.

También nos dice en esta oración que el salmista pide [ver] la luz del semblante de Dios —la luz del rostro de Dios. Sabemos por Éxodo 33:20 que nadie puede ver el rostro de Dios y vivir. Ese es el regalo de Jesús: un Dios a quien podemos nombrar, conocer y mirar a la cara viene al mundo a difundir luz y vida.

  • ¿Dónde en este mundo ves tú el rostro de Dios?
  • ¿Qué palabras o adjetivos usarías para describir a Dios como le has conocido?
  • ¿Qué oración escribirías para tu iglesia, tu comunidad o para ti mismo para rezarla a diario durante esta última semana de Adviento?

Romanos 1:1–7 

Si segmentamos este saludo introductorio de la carta de Pablo a los Romanos, Pablo básicamente hace tres cosas: se identifica como siervo de Jesús, identifica quién es Jesús y ofrece saludos y bendiciones de Jesús a las personas en Roma. Es un pasaje lleno de declaraciones de identidad: quien es pablo, quien es Jesús y quienes somos nosotros, la Iglesia.

Pablo primero habla de sí mismo en relación con Jesús. Él es siervo de Jesús, es llamado por Jesús a ser apóstol, y apartado para [anunciar] el evangelio, o la buena noticia, de Jesús. La identidad de Pablo está completamente definida en su relación con Jesús. En el versículo 6, esa identidad es compartida con las personas en Roma que también han sido “llamados a ser de Jesucristo”.

Inserto entre estas dos declaraciones de identidad, hay un minuciosa definición de quien es Jesús, a quien se describe como “descendiente de David”, “carne”, “hijo de Dios” “resucitado” y “Señor”.  Se exponen incluso las interacciones de Jesús con nosotros: Jesús nos da gracia, establece nuestra fe y trae a los gentiles.

Pablo, Jesús, la Iglesia en Roma e incluso los que somos seguidores de Jesús hoy, todos estamos implicados en la creación de Dios. Pablo está estableciendo en su saludo que todos nosotros estamos conectados los unos con los otros y con Dios en la persona de Jesús.

  • ¿Cuál es tu relación con Jesús? ¿Cómo expresas eso?
  • ¿Cómo le hablas a otros de la buena noticia de Jesús? ¿O no lo haces?
  • ¿Cómo podemos, como Iglesia y como individuos, vivir mejor en nuestra identidad como seguidores de Jesús?

Mateo 1:18–25

En este pasaje del evangelio de Mateo, los nombres y las relaciones son muy importantes. Justo antes de este pasaje, Mateo da una detallada genealogía que vincula a Jesús con David, el gran rey de Israel, al mencionar a todos los antepasados de José. María, la madre de Jesús y José, su padre se mencionan, y el amor de José por María se revela en que él está poco dispuesto a afrentarla públicamente por estar embarazada. Cuando el ángel del Señor se le aparece a José, el descendiente de Davide como “quien es Jesidentidad, odos los antepasados de Josortantes. Justo antes de este pasaje, Mateo da unángel  llama a José por su nombre y le menciona su linaje de David y su relación con María. Además, el ángel le dice a José que llame al niño Jesús, que significa “Dios Salva”. Incluso en el comentario de Mateo que sigue al relato, él recuerda la profecía de Isaías que habla de un niño que será llamado Emanuel, lo cual significa “Dios con nosotros”.

Los nombres significan algo aquí. Cuando amamos a alguien o conocemos bien a alguien, lo llamamos por su nombre, y nuestra relación se fortalece. Los nombres también llevan a veces su propio significado. Según la práctica judía, el nombre de Dios, Yahvé, no se pronunciaba a fin de investirlo de un sentido de santidad. Sin embargo, cuando Dios se hace uno de nosotros, él recibe un nombre común, Jesús, que es una versión abreviada del nombre hebreo Joshua. El hecho que Jesús tiene ese nombre normal y que, no obstante, significa algo tremendo —“Dios salva”— nos dice algo acerca de Dios y de cómo Dios interactúa con nosotros en ese mundo.

Advierta todas las contradicciones en este relato. José es un hombre sencillo y, sin embargo, descendiente del rey David. María está en una situación que podría arruinarla socialmente y, sin embargo, José la ama y ella da a luz al hijo de Dios. A Jesús le dan un nombre sencillo, un nombre común, que sin embargo expone el plan de salvación de Dios para el mundo. Mateo señala la grandeza de este nombre y este plan al recordar la profecía de Isaías donde un niño es llamado Emanuel: Dios con nosotros. Es un recordatorio para buscar la presencia de Dos los unos en los otros, porque Dios está con nosotros en lo común y lo cotidiano.

  • ¿Qué nombres o títulos le darías a Dios?
  • ¿Has encontrado alguna vez a Dios en lugares inesperados o comunes?
  • ¿Qué te dice tu nombre en relación con esta historia?

This page is available in: English

¡No olvide suscribirse al podcast Sermons That Work para escuchar este sermón y más en su aplicación de podcasting favorita! Las grabaciones se publican el jueves antes de cada fecha litúrgica.

 
 
 
 
 
 
 
 

Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

Click here

This page is available in: English