Estudio Bíblico

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Estudio Bíblico: Adviento 2 (C) – 2018

December 09, 2018


Baruc 5:1-9

En el capítulo anterior del libro de Baruc, la ciudad de Jerusalén habla como una madre de luto a sus hijos que están en el exilio, alentándolos:

“¡Sigan, hijos míos, sigan su camino! ¡Yo me quedo abandonada! Me he quitado mis vestidos de los días de paz, me he puesto ropas ásperas para orar y clamaré al Dios eterno mientras viva. ¡Ánimo, hijos, pídanle ayuda a Dios, y él los librará de la tiranía y del poder de sus enemigos! Yo espero que el Dios eterno los salve; el Señor santo y Dios eterno me ha dado la alegría de saber que pronto tendrá compasión de ustedes. Yo, con tristeza y lágrimas, los vi partir; pero Dios me los devolverá con alegría y gozo eternos.” Baruc 4:19-23

En este pasaje, el profeta dirige a Jerusalén un mensaje de gran esperanza: le dice que se quite la ropa de luto y la reemplace con un manto de justicia, belleza y gloria que proviene de Dios, porque Dios ha ordenado que sus hijos le sean devueltos. Él ha “ordenado que se aplanen los altos montes y las colinas eternas”, por la predicación de Juan el Bautista, los cristianos proclaman que el “árbol oloroso” al que Dios ordenaría dar sombra a Israel se cumplió en la cruz de Cristo.

El Adviento es una estación para que los cristianos recuerden la visita salvadora de Dios a su pueblo en el pasado y para que esperen el cumplimiento de su promesa de “volver, con gloria, para juzgar a vivos y muertos” y dar paso a la vida eterna. De la misma manera, este pasaje capta a la vez la esperanza apremiante de Israel de que le devuelvan la tierra que Dios le dio a sus antepasados y su esperanza, que se fusiona con la nuestra, mientras espera con ansias el cumplimiento máximo de las promesas de Dios en Jesucristo.

  • ¿Puede identificar algún lenguaje en este pasaje que anticipe o presagie las imágenes representativas del bautismo?
  • Gálatas 4:26 afirma que la Jerusalén celestial a la que nos referimos “es libre, y nosotros somos hijos suyos” ¿Cómo podría esto influir en nuestra lectura de Baruc 4:19-23? 

Cántico 16

El cántico de Zacarías capta maravillosamente de qué se trata la salvación de Dios. Zacarías comienza por declarar a Dios “bendito”, tal como lo hacemos todos los días en la misa: “Bendito sea Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo” No estamos simplemente llamando a Dios supremamente feliz, como el arcángel Gabriel llama a María; más bien estamos llamando a Dios la fuente misma de la beatitud y la perfección de toda la creación. Zacarías continúa luego describiendo por qué Dios es bendito. Ha visitado a su pueblo con el propósito de liberarlo por medio del Salvador esperado. Pero liberarlo ¿para qué? Así como cuando Dios liberó a su pueblo que estaba esclavizado en Egipto, el pueblo es liberado para adorar a Dios: “Libres de temor, le sirvamos con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días”. De lo que Dios nos está salvando es de los efectos del pecado en nuestras vidas, para que nuestras vidas puedan ser totalmente entregadas a Dios sin temor ni obstáculos, y para que él pueda compartir plenamente su bendición con nosotros. Este ha sido siempre el propósito de los pactos de Dios: recuperar a la humanidad [para que esté] en comunión con él, desde aquel momento en que Adán fue expulsado del Paraíso. Por esta razón Juan el Bautista aparece en escena, preparando el camino para que Jesús predique la generosidad abrumadora de Dios al declarar una amnistía para los pecadores arrepentidos. “Bendito sea Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo”. “Y bendito sea su reino, ahora y por siempre. Amén”.

  • ¿Cómo sería ser eso de ser “libres de temor, [para que] le sirvamos con santidad y justicia en su presencia” aplicado en su vida cotidiana?
  • ¿Alguna vez ha experimentado una libertad reverencial y gozosa en algún momento de su vida?

Filipenses 1:3-11

“Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese”. Esta es precisamente nuestra esperanza de Adviento mientras esperamos el día del regreso de Jesucristo. La buena obra iniciada en nosotros fue nuestro bautismo, donde nos unimos a Jesucristo como miembros de su Cuerpo místico, nuestros pecados fueron perdonados y recibimos una nueva fuente de vida en Dios al recibir el Espíritu Santo. Pablo ora para que la vida de Dios dada a los filipenses como una semilla en el bautismo llegue a la madurez en un desbordamiento de amor y prudencia, virtudes que producen la semejanza de Dios en nosotros porque Dios es amor (compare con 1 Juan 4:7-9). Estas virtudes nos permiten discernir lo que es bueno en cualquier circunstancia y querer hacerlo de todo corazón, produciendo una “cosecha de buenas acciones gracias a Jesucristo, para honra y gloria de Dios”. Dios es glorificado sobre todo en su pueblo hecho a su imagen y semejanza, y por eso él está obrando en nosotros, vertiendo su vida y su amor en nosotros, transformándonos en reflexiones de él: santo, sin culpa, puro y virtuoso. Este es un evangelio maravilloso: ¡unámonos a Pablo para proclamarlo, sin importar el precio!

  • ¿Cuál es esa persona con la que Dios lo está incitando a compartir el Evangelio? ¿A quién le puede pedir que le ayude a orar por esa persona, para que Dios pueda poner los cimientos de la fe en ella?
  • ¿De qué manera lo llama Dios a madurar en la vida de Cristo? 

Lucas 3:1-6

El evangelista Lucas hace grandes esfuerzos para ofrecernos un contexto histórico relacionado con la predicación de Juan el Bautista sobre el arrepentimiento en el desierto. Primero, Lucas nos coloca en los tiempos de los emperadores, gobernadores, tetrarcas y sumos sacerdotes. O sea, se trata de una historia de “este mundo” según los planes de hombres poderosos y sus gobiernos. Luego, Lucas nos coloca en una línea de tiempo relacionada con la Historia de la Salvación al citar al profeta Isaías (versículos 4 al 6). Aquí los planes eternos de Dios se entrecruzan con un lugar y un tiempo en particular, y en esa intersección hay una persona en particular que hace un llamado único al arrepentimiento y al perdón. Sin embargo, este llamado a repensar la dirección de nuestras vidas en preparación para la visita del Señor es sobre todo muy universal, pues el arrepentimiento es el que pone todo a un mismo nivel. Tanto los judíos como los gentiles, tanto los fuertes como los débiles, los ricos como los pobres, las personas del siglo I como las del siglo XXI deben acudir humildemente a Dios para pedirle perdón y comenzar a vivir una vida que dé buenos frutos. Pero es una igualdad que, paradójicamente, favorece a los gentiles, a los débiles, a los pobres, a los humildes, e incluso a los que no tienen prejuicios modernos contra la idea de una revelación divina.

Por lo tanto, nosotros también debemos examinarnos a la luz del inminente regreso de Jesús, y pedir que Dios nos dé gracia con gozo para hacer valer nuestro arrepentimiento y renuncias bautismales, que nos ayude a enderezar todo camino torcido, a disminuir nuestra arrogancia para recibir su gracia, a corregir todo defecto, y suavizar nuestra rudeza, para que podamos saludar a Jesús con alegría a su regreso.

  • ¿Desearía tener más tiempo antes de que Jesús regrese, o puede decir ahora mismo, sin dudarlo: “Maranatha, ven Señor Jesús”?
  • ¿Qué caminos torcidos quiere nuestro Señor enderezar en usted? ¿Qué obstáculos ha colocado usted ante Él, de tal manera que Él deba eliminarlos para que usted pueda anticipar con mayor alegría su regreso?

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Contacto:
Rvdo. Richard Acosta R., Th.D.

Editor, Sermones que Iluminan

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