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Estudio Bíblico: Adviento 1 (B) – 2014
November 30, 2014
Isaías 64: 1-9
Isaías, profeta del Antiguo Testamento, es el profeta del Adviento, que proclama la venida del reino de Dios, del Mesías, y la alegría y la esperanza de Sión. Sin embargo, el uso de Isaías en el Nuevo Testamento traiciona una verdad subyacente del libro, como señala Paul D. Hanson en “Isaías 40-66: Interpretación” (John Know Press, 1995), que fue escrito durante varios años, tuvo muchos escritores y editores, y es difícil de entender como un todo cohesivo. La lectura de hoy pertenece a lo que se conoce como el Tercer Isaías, la adición final y última al canon de la profecía de Isaías. Hanson explica que este paso se produce después de que la alegría de Sión sea retrasada, dejando al Tercer Isaías que reconcilie la experiencia actual del pueblo de Israel con lo prometido en tiempos anteriores
Al leer este pasaje, es importante recordar la narración de la historia judía. Dios actuó con fuerza para salvar a los israelitas de Egipto, llevándolos a la tierra prometida y dándoles la Ley. Sin embargo, al pueblo de Israel le costó responder al Dios que se les donaba, alejándose de Dios una y otra vez, una tendencia humana normal. Hanson explica que en este pasaje, el escritor reconoce (y culpa) a la infidelidad del pueblo de Dios – y de sí mismo – por el retraso de las promesas del Segundo Isaías. Aquí, el escritor de Isaías implora a Dios para que “rasgue los cielos y descienda” (v.1) para que el pueblo de Dios crea. El versículo nueve penetra en el corazón del mensaje del profeta; reconoce los fracasos y extravíos de su pueblo, el profeta ruega a Dios que “no se enoje”, que no “recuerde la iniquidad para siempre”, que recuerde, que a pesar de todo esto, la gente del profeta es el pueblo de Dios.
Hoy, al lector de este pasaje, y al inicio del Adviento, Isaías nos pide que recordemos, y que asumamos nuestra responsabilidad, por la manera en que hemos fracasado en seguir a Dios al máximo. Isaías nos recuerda a Dios y que somos el pueblo de Dios, y aunque nos hemos desviado, y fracasado en amar a Dios y al prójimo, Dios “perdona y olvida”, y que seguimos siendo herederos de las promesas del Segundo Isaías, que veremos a Dios, que el Mesías volverá, y que vamos a deleitarnos en la alegría de la venida de Sión.
- ¿De qué manera te has apartado de Dios?
- ¿Cómo se puede vivir la realidad de ser hijo de Dios?
- ¿De qué manera va a ser el Adviento para ti un tiempo de regreso y preparación para lo que Dios está pidiendo que hagamos?
Salmo 80:1-7, 16-18
Los salmos fueron parte integral de la adoración del pueblo judío. En la liturgia judía, tanto en el pasado y como el presente, el papel de la historia – y la forma en que Dios actuó en la historia en nombre del pueblo de Dios – era esencial para entender y practicar la adoración judía. El salmo 80 es lo opuesto al 79, responden ambos a una simple pregunta: ¿Cómo el pueblo de Dios vuelve a Dios después de la apostasía?
En la serie de libros Berit Olam sobre “los Salmos”(Liturgical Press, 2001), Konrad Schaefer escribe que el salmo 80 trata del retornar a una relación normal con Dios, un regreso después de la apostasía.
El Salmo 80 reconoce varias cosas acerca de la relación entre Israel y Dios. En primer lugar, reconoce la soberanía y el papel de Dios en la vida del pueblo judío, Dios es un pastor que conduce un rebaño.
En segundo lugar, que Israel se ha convertido en un rebaño descarriado y que está sufriendo bajo el peso de su rebeldía. Este salmo puede recordar al lector la confesión, “sinceramente nos arrepentimos, y lo sentimos de todo corazón por estas nuestras faltas; su recuerdo es grave para nosotros, su carga es intolerable”(Libro de Oración Común). En este salmo, el pueblo de Israel, como comunidad de culto, reconoce que ha prevaricado de una buena relación con Dios y sufrido bajo esta carga, y busca cómo regresar al redil de Dios su pastor. Hay una urgencia en el salmo, un deseo de estar otra vez, y de inmediato, bajo el cuidado y la dirección de Dios.
Los versículos 7 y 19 sirven como un estribillo y expresan el anhelo del escritor del salmo: “Restáuranos, oh Señor Dios de los ejércitos; haz brillar tu rostro, para que seamos salvos”. El escritor del salmo reconoce que Dios tiene el poder y la gracia de perdonar, de ofrecer la restauración a todos los que buscan el rostro de Dios. Ante nuestro propio pecado y nuestros desvaríos del redil del Pastor, Dios siempre está ahí, nos hace señas de regreso, ofreciendo restauración y salvación a todos los que buscan a Dios.
- ¿Cómo encontrarás el rostro de Dios?
- ¿De qué manera el salmo te habla a ti, a tu iglesia y a tu comunidad?
- ¿Cómo ves que Dios puede restaurar en tu vida y en la sociedad, lo que está descarriado, eso que no se parece al reino de Dios?
1 Corintios 1:3-9
A menudo damos por sentado que las cartas de Pablo son en realidad cartas. Cuando las escuchamos cuando se leen en la iglesia, o en devociones privadas, a menudo perdemos el hecho de que Pablo estaba escribiendo una carta, abriendo un diálogo, con un grupo específico, en una iglesia específica, en una región específica, en un tiempo y contexto específicos. La Primera Carta a los Corintios no es diferente. Pablo escribía a los corintios acerca de ciertos aspectos de su iglesia, acerca de los problemas a que se enfrentaban en su propio contexto romano, metropolitano.
La lectura de hoy pertenece a una sección de la carta de Pablo conocida como la “acción de gracias”. Era típico y retóricamente se esperaba que las cartas del primer siglo comenzaran con un saludo y un agradecimiento, por lo general a una deidad romana. Sin embargo, Raymond F. Collins, en su análisis de la “Primera a los Corintios” (Liturgical Press, 1999), señala que Pablo subvierte esta tradición, apelando a la obra que Cristo está realizando, y ha obrado, en medio de la iglesia de Corinto. En esta carta, la acción de gracias tiene un cariz muy escatológico, lo que significa que Pablo también está a la espera, y recuerda a los corintios la promesa del regreso de Cristo. Esto presagia temas que se encuentran más adelante en la carta.
Dos veces en la acción de gracias (vv. 7, 8) Pablo recuerda a los corintios la promesa de que Jesús regresaría. Se respira en Pablo el aire de la inmediatez de Marcos, como si Pablo estuviera convencido de que Jesús podría regresar en cualquier momento. Es fácil, cuando la Biblia habla de la venida de Cristo, perderse en la incertidumbre y en el mito que rodean a este tema de la fe.
Sin embargo, Pablo ve claro acerca de lo que esta expectativa debe estimular en nosotros, como cristianos: el ejercicio y perfeccionamiento de los dones espirituales y trabajar para estar libres de culpa. Este no es un llamado a los de Corinto a que trabajen más duro; la exhortación de Pablo está emparejada con su creencia de que “Dios es fiel”. Pablo nos recuerda que es Dios quien nos llamó a través de la revelación y de la persona de Jesucristo. De esta manera, Dios no nos olvidará ni nos abandonará; Dios nos está preparando, a través de la obra del Espíritu Santo, para que estemos preparados y sin mancha antes de que el reinado de Dios se realice plenamente en la tierra. Pablo pide a los corintios y a nosotros que trabajemos hacia los fines del reino de Dios, sostenidos por la fidelidad de Dios mediante la vida y la revelación de Jesucristo y la obra del Espíritu Santo.
- ¿Cuáles son tus dones espirituales? ¿Cuáles te gustaría perfeccionar y mejorar?
- ¿Cómo trabajas hacia la realidad del reino de Dios en tu iglesia y comunidad? ¿Cómo trabaja el Espíritu Santo en esos lugares y cómo puedes participar en ese trabajo?
Marcos 13:24-37
Marcos, a pesar de su colocación en el Nuevo Testamento, es, históricamente, el primer evangelio escrito, el evangelio más cercano al ministerio de Cristo. Los temas clave, a menudo atribuidos a su carácter temprano, incluyen el “secreto mesiánico” (que la naturaleza de Jesús como el Mesías era un secreto conocido sólo por unos pocos elegidos), inmediatez retórica del mensaje del evangelio (a menudo identificado por el uso de la palabra “inmediatamente”), así como “la inmediatez escatológica” de Marcos (Jesús iba a volver, y pronto, por lo que todo debía estar listo).
Narrativamente, esta lectura se encuentra en la sección de la narración de la Semana Santa de Marcos, donde la historia se ralentiza, y Jesús habla mucho. Este pasaje concluye lo que los estudiosos llaman “el pequeño Apocalipsis” de Jesús, Jesús mira al futuro y proclama los misterios de las cosas celestiales. A menudo pensamos en el Apocalipsis o en la serie de televisión “The Walking Dead” cuando pensamos en la palabra “apocalipsis”, pero como John R. Donahue y Daniel J. Harrington nos recuerdan en su análisis de “El Evangelio de Marcos” (Liturgical Press, 2002), en la época de Jesús, y a lo largo de la Biblia, la palabra “apocalipsis”, describe un género literario que tiende a ser un pensar profético y futurista. Este pasaje no es diferente.
Una manera de leer este pasaje, la imagen del Hijo del Hombre que viene, la metáfora de advertencia de la higuera y el llamado a prepararse para el retorno del Mesías, es reconocer la naturaleza dual de los comentarios. El escritor de Marcos está utilizando a Jesús para dirigirse a dos partes: a sus discípulos (históricamente), y a todos los cristianos que lean el evangelio (narrativamente). Imagínese el escritor de Marcos usando el apocalipsis de Jesús como un medio de romper la tercera pared, Jesús habla más allá de la configuración narrativa y habla directamente al lector.
Por otra parte, ¿qué está diciendo Jesús? Después de afirmar la divinidad de Jesús como el Hijo del Hombre (v. 24-27), Jesús utiliza la higuera y la advertencia sobre el inminente apocalipsis para llamar la atención del lector. Marcos, a través de Jesús, llama a los cristianos a una vida más profunda de fe y a un compromiso, pidiéndoles que estén preparados para el regreso inmediato de Cristo, a fin de que estén preparados para participar en la obra del Reino. (Piense en temas de Marcos).
El versículo 33 es un buen resumen de esta convocatoria: “Cuidado, estén alerta; porque no saben cuándo será el tiempo”. El pasaje pide a los cristianos que vivan la vida con un ojo en el futuro y otro ojo en el cumplimiento de la obra que Dios comenzó en la revelación de Jesucristo. Este es un recordatorio importante durante el tiempo de Adviento: no sólo estamos mirando adelante a la conmemoración del nacimiento de Cristo, sino que somos la Iglesia expectante, esperando a que el trabajo de reconciliación de Dios se cumpla.
- ¿Has pensado en cómo la obra de Dios se manifiesta en tu vida?
- ¿Cómo estás participando en hacer que el mundo se parezca más al reino de los Cielos?
- ¿Reflexionas sobre si sientes que tu fe es importante o inmediata? ¿Cómo vas a tratar de expresar o encontrar eso durante el Adviento?
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