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Estudio Bíblico: Propio 11 (A) – 2020
July 19, 2020
Génesis 28: 10-19a
En este pasaje de Génesis, Jacob dejó la casa de sus padres Isaac y Rebeca en busca de una esposa. Las circunstancias de su partida no fueron ideales; después de haber sido engañado por la bendición de su padre, Esaú está planeando matar a Jacob. Jacob abandona su hogar para evitar la ira de Esaú y comenzar una nueva vida en Harán, y en el camino, tiene un encuentro con Dios. Sueña con una escalera que va de la tierra al cielo, con ángeles ascendiendo y descendiendo en ella. Dios se le aparece a Jacob y le promete la tierra en la que está acostado y una descendencia tan numerosa como “el polvo de la tierra”. Dios bendice a Jacob y su descendencia y promete estar con él donde quiera que vaya. Al despertar del sueño, Jacob se da cuenta de que esta es tierra sagrada y coloca un pilar allí para marcarlo. Reconoce esto como un lugar donde los mensajeros de Dios se mueven entre el cielo y la tierra, donde Dios se acerca. Este encuentro sagrado no ocurre en la ciudad natal de Jacob o en su destino final; sucede cuando acaba de comenzar su viaje, en un lugar intermedio. Dios se le aparece a Jacob en el portal entre lo familiar y lo no familiar, lo conocido y lo desconocido, y allí, encuentra un nuevo lugar para adorar a Dios.
Muchos de nosotros hemos estado viviendo en un lugar intermedio en los últimos meses, con gran parte de nuestras vidas al revés por la pandemia. Nos hemos quedado en nuestras casas, desplazados de los edificios de nuestra iglesia, y como Jacob, las circunstancias de dejar atrás nuestras vidas normales no son ideales. Sin embargo, incluso cuando nos mudemos a este extraño territorio, puede que hallemos encuentros inesperados con Dios. Estamos aprendiendo a adorar a Dios de nuevas maneras y en diferentes lugares, y a pesar de todo, estamos seguros de que Dios está con nosotros.
- ¿Cuándo ha encontrado a Dios en los lugares “intermedios”?
Salmo 139: 1-11, 22-23
El salmista reza a Dios de la manera más familiar e íntima. Está seguro de que Dios no solo lo conoce, sino que lo ha buscado. Dios ve incluso sus acciones más mundanas de “sentarse” y “levantarse”, conoce todos sus pensamientos internos y conoce cada palabra que habla. A donde quiera que vaya, a las “partes más extremas del mar”, incluso en la muerte, Dios está con él. Su relación con Dios es segura, constante y muy, muy cercana. Sin embargo, aun así, el salmista reconoce que Dios está más allá de su conocimiento, que Dios ve cosas que no puede ver. Lo que parece ser oscuridad para él no lo es para Dios. “Lo mismo te son las tinieblas que la luz”, dice, reconociendo que Dios lo ve todo, incluso en la oscuridad de la noche. Y aun así, el salmista le pide a Dios que busque en su corazón, que lo pruebe y que “conozca [sus] inquietudes” para ver si “hay perversidad en [ellas]”.
Se necesita valor para invitar a Dios a buscar en nuestros corazones para ver si hay alguna perversidad en nosotros. Podríamos tener miedo de lo que Dios pueda encontrar allí. Sin embargo, tal como lo hace el salmista, podemos confiar en que al invitar a Dios a entrar, estamos entrando en una relación más profunda con un Dios amoroso que ya nos conoce, porque Dios nos creó. Dios nos conoce y quiere estar en relación con nosotros, quiere estar cerca de nosotros, tal como somos, con la mano derecha de Dios abrazándonos.
- ¿Cómo podría invitar a Dios a una relación más profunda en la vida de usted?
Romanos 8: 12-25
En su carta a los romanos, Pablo escribe a una comunidad que no había fundado y que nunca había visitado. Sin embargo, de alguna manera, parece reconocer sus luchas, ofrecerles sabiduría y proclamarles un mensaje de salvación para todos. La carta de Pablo fue motivada por las tensiones que habían surgido entre los seguidores, judíos y gentiles, de Jesús en Roma. Las cuestiones sobre las que no estaban de acuerdo, dice Pablo, son cosas de la carne, mientras que los valores que comparten en común son del Espíritu. En su carta, Pablo los insta a abandonar sus diferencias y a unirse como uno en Cristo. Él hace esto al reconocerlos a todos como hijos de Dios, todos clamando a su Padre – Abba. Pablo extiende su imagen de la paternidad a toda la creación de Dios, que “ha estado gimiendo en dolores de parto hasta ahora” y está dando a luz en ellos los “primeros frutos” de esta nueva creación en Jesucristo. Esta nueva comunidad multiétnica, este nuevo tipo de familia de judíos y gentiles juntos, confunde y altera el status quo social que mantiene la división entre facciones rivales. Pablo les dice que su comunidad es, en cambio, la semilla de la reconciliación y la esperanza de la liberación y salvación de todos los hijos de Dios.
La tensión y la división son rampantes en nuestro mundo de hoy. A veces, parece imposible que personas con diferentes opiniones o creencias puedan unirse. Como cristianos, estamos llamados a algo más grande, más allá de la política, más allá de la raza y más allá de la identidad cultural, para trabajar por la reconciliación y el amor por todos los hijos de Dios.
- ¿Dónde encuentra hoy esperanza para la reconciliación y el amor?
Mateo 13: 24-30, 36-43
En el Evangelio de Mateo, Jesús enseña a sus discípulos con la parábola de la mala hierba entre el trigo y luego, muy claramente, explica exactamente lo que quiere decir con eso. No es necesario que adivinemos de qué está hablando Jesús aquí, ni hay manera de suavizar su mensaje o evitar el duro juicio que contiene. Al final de los días, los que se encuentren entre la maleza serán arrojados al “horno encendido, y vendrán el llanto y la desesperación”. Jesús está hablando en términos cósmicos sobre los propósitos de Dios y la presencia muy real del mal en el mundo. Es el “enemigo” el que planta la mala hierba entre el trigo. Por un tiempo, el buen trigo y la mala hierba vivirán y prosperarán juntos en este mundo, hasta la venida del reinado de Dios.
Puede que no nos sintamos cómodos con parábolas de juicio como esta, pero Jesús tiene una lección importante para nosotros aquí acerca de cómo tomar decisiones en nuestras vidas. Las semillas son sembradas por Jesús o por el demonio. La diferencia entre ellas es su punto de origen, de cuya mano están plantadas. Es posible que deseemos verificar nuestras motivaciones para estar seguros de quién nos planta en el mundo y exactamente en qué estamos creciendo. Jesús nos insta a unirnos a la compañía de las “buenas semillas”, los hijos del reino, para ayudar a construir el reino de Dios y hacerlo fructífero.
- En nuestro trabajo para construir el reino de Dios, ¿cómo podrían algunas de las semillas que sembramos convertirse en trigo y otras en malas hierbas?
Meredith Ward is a candidate for ordination to the priesthood in the Diocese of New York. She is completing her third year of seminary at EDS at Union Theological Seminary. Prior to discerning a call to the priesthood, Meredith spent her career in the art world. She is president of Meredith Ward Fine Art, a gallery in New York City specializing in 20th-century American art.
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