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Estudio Bíblico: Propio 24 (B) – 2024
October 20, 2024
LCR: Isaías 53:4-12; Salmo 91:9-16; Hebreos 5:1-10; Marcos 10:35-45
Isaías 53:4-12
Este entrañable pasaje pertenece al cuarto de los llamados «cantos del siervo» de Isaías. Describe la tribulación y el triunfo final de un siervo sufriente que promulga la justicia y la salvación de Dios en el mundo. Los cristianos suelen interpretar al siervo como Jesucristo. Esta interpretación se remonta al Nuevo Testamento: en Hechos 8, Felipe y el eunuco etíope hablan de Isaías 53:7-8 en referencia a Jesús. Y ciertamente, es fácil ver la resonancia entre el contenido de Isaías 53 y la historia de la pasión de Jesús. Por ejemplo, el versículo 7, « Fue maltratado, pero se sometió humildemente, y ni siquiera abrió la boca », recordará a muchos lectores el silencio de Jesús durante el juicio en los Evangelios sinópticos. Y, por supuesto, la fraseología del versículo 11 parecerá muy rica a cualquiera que esté familiarizado con los diversos paradigmas de la teología cristiana de la expiación: «Pues cargará con la maldad de ellos ».
Pero los lectores cristianos deben recordar que proyectar a Jesús en este texto es un movimiento interpretativo . La lectura cristológica del siervo sufriente no es intrínseca al propio texto; hay otras lecturas posibles. Por ejemplo, algunos pensadores judíos han relacionado al siervo con Moisés (véase Sotah 14a en el Talmud de Babilonia). Mientras tanto, el propio Isaías parece querer que el siervo sea un símbolo de Israel y su pueblo (véase 49:3). La de Jesús es sólo una interpretación.
¿Significa esto que es erróneo interpretar al siervo sufriente como Jesús? No necesariamente. Esta opción interpretativa simplemente requiere que utilicemos nuestra imaginación para infundir un significado nuevo a un texto antiguo. En este sentido, el predicador podría explorar cómo el Espíritu Santo puede inspirar las Escrituras no sólo a través de las propias palabras, sino a través de nuestras interacciones creativas con esas palabras. En resumen: ¿Quería Isaías hacer referencia a Jesús? Probablemente no. Pero, ¿nos habla el Espíritu de Jesús a través de las palabras de Isaías? Sin duda, se trata de una posibilidad convincente, digna de nuestra reflexión orante.
- ¿Cómo refleja el canto del siervo la historia de Jesús? ¿De qué manera contradice la vida de Jesús? ¿Y qué significa para alguien cargar con la maldad de los demás?
Salmo 91:9-16
El Salmo 91 es un texto emocionante que promete la protección de los ángeles, la derrota de las fieras y la liberación divina de la adversidad. También es uno de los salmos tradicionales que se oran en Completas, el antiguo oficio de oración nocturna de la Iglesia. Pisotearás al león no parece el tipo de promesa que invita a dormir bien con una taza de manzanilla, pero debemos recordar que este lenguaje dramáticamente violento pretende ser reconfortante. En el fondo, este salmo es una simple promesa de que Dios cuidará de todos los que busquen refugio en él; el Dios del Salmo 91 es un Dios que nos capacita para triunfar sobre los muchos peligros salvajes que nos acechan. Hoy en día, no solemos preocuparnos por leones o víboras literales, pero pensemos en lo que estas bestias pueden simbolizar espiritualmente para nosotros.
Es interesante considerar quién habla en este salmo. Al principio, el salmo parece tener una voz humana; el salmista alecciona a sus oyentes sobre las obras salvadoras de Dios, hablando de Dios en tercera persona. Pero al final del salmo, parece que Dios mismo habla en primera persona: «Yo libero a quien me ama». ¿Qué conclusión sacamos de este cambio? Quizá haya una promesa implícita de que, cuando hablemos de Dios, tarde o temprano descubriremos que Dios nos habla de sí mismo.
- ¿Qué significa para Dios ser un refugio? ¿Y qué clase de peligros pueden representar espiritualmente los leones y los víboras para los lectores modernos?
Hebreos 5:1-10
Evidentemente, el autor de Hebreos está obsesionado con Melquisedec. Lee esta figura del Antiguo Testamento como un tipo de Cristo, como alguien cuyo sacerdocio real apunta al propio sacerdocio real de Cristo. Por cierto, el Antiguo Testamento dice muy poco sobre Melquisedec. Aparece brevemente en Génesis 14 como rey-sacerdote que bendice a Abram y a su Dios. Y se le menciona una vez en el Salmo 110, que Hebreos cita en la lectura de hoy: « Tú eres sacerdote eterno en el orden de Melquisedec ». Resulta frustrante que el salmista nunca se molestara en explicar a qué se refería con «el orden de Melquisedec», pero el autor de Hebreos ofrece su propia aclaración creativa en el texto de hoy: sitúa el sacerdocio de Melquisedec en la vida de Jesús. En la obediencia y el sacrificio compasivo de Jesús en favor de los demás, Jesús vive un sacerdocio como el de Melquisedec.
Esta explicación ciertamente nos da algo de carne para poner en los huesos de la presencia limitada de Melquisedec en el Antiguo Testamento. Pero del mismo modo, esta explicación también permite al autor de Hebreos argumentar que la obra sacerdotal de Cristo no es nueva, sino muy antigua: porque el sacerdocio de Melquisedec es anterior a la fundación de Israel y al sacerdocio levítico de Aarón. Hebreos defiende que el acontecimiento de Cristo es continuo con algo muy antiguo, parte de la lenta obra de Dios promulgada a lo largo de siglos y generaciones. No es una interrupción, sino la continuación de una larga historia de salvación.
- ¿Cómo podríamos entender nuestro propio ministerio a la luz de cómo describe Hebreos el sacerdocio de Cristo?
Marcos 10:35-45
Es difícil culpar a los hijos de Zebedeo por su celo, pero este pasaje revela que son un poco testarudos. Vienen a Jesús pidiendo ser glorificados con él, uno a su derecha y otro a su izquierda. Siguen pensando que el reinado de Jesús imita los paradigmas humanos de poder y autoridad. Esperan que Jesús sea un Señor autoritario, y quieren ser sus vicegerentes, sus segundos al mando. Pero no lo entienden. Tanto más embarazoso para ellos cuanto que, literalmente, justo antes de este fragmento, Jesús explicó a sus discípulos que sería escarnecido, torturado y luego asesinado por las autoridades imperiales. Parece que Santiago y Juan fueron incapaces de oírlo. Tal vez ignoraron a Jesús cuando predijo su muerte; tal vez lo malinterpretaron, tal vez lo negaron. Sea como fuere, en esta escena se acercan a Jesús suponiendo que su gloria implica poder. Jesús, sin embargo, muestra que la gloria se encuentra en la debilidad y la humildad: «El que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás.».
Al final, en el Evangelio de Marcos, hay efectivamente dos personas que están al lado de Jesús en la gloria. Pero no son dos discípulos que se enseñorean de todos los demás. Ni siquiera son dos santos. Son más bien dos bandidos crucificados junto a Jesús, involuntariamente cercanos en su impotencia a la gloria insensata de su cruz. La lógica del poder de Dios es tan drásticamente diferente de la nuestra.
- ¿Cómo se ven reflejados los miembros de la Iglesia de hoy en las aspiraciones sedientas de poder de Santiago y Juan? ¿Cómo podemos, en cambio, buscar la gloria de ser los últimos, la gloria del servicio, la gloria de la cruz?
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