Estudio Bíblico: Pentecostés 6 (B) – 30 de junio de 2024

LCR: Sabiduría 1:13-15; Lamentaciones 3:21-22; 2 Corintios 8:7-15; Marcos 5:21-43

Sabiduría 1:13-15

A veces, es fácil acostumbrarnos a la muerte. En una sociedad que, en general, ha prescindido de las tradiciones comunitarias de duelo, tendemos a llorar en privado y, como resultado, rápidamente. Si a esto añadimos las largas enfermedades y los correspondientes tratamientos prolongados, podemos caer en la tentación de pasar página lo antes posible, para que no se piense que nos regodeamos. Y después de todo, todos debemos saber ya que nos espera la muerte, ¿no? Tal vez sea mejor que nos acomodemos a ella.

Pero la Sabiduría de Salomón nos recuerda que la muerte no es una especie de meta, sino una perversión traída al mundo que Dios diseñó para nosotros. Se nos han dado nuestras facultades y dones no para distraernos mientras marchamos hacia la tumba, sino para una vida abundante y generadora, a imagen misma de Dios. Aunque la muerte, por supuesto, ocurre, es una aberración del plan inicial de Dios.

• ¿Cómo lamentas la muerte? ¿Tienes alguna tradición familiar o cultural?
• ¿Cómo sería para ti un duelo más tradicional?

Lamentaciones 3:21-22

«Esperanza» se repite a menudo en esta lección: Jeremías sugiere que nosotros también debemos tener esperanza en Dios, porque sus misericordias nunca terminan, porque Dios provee para nosotros, y porque nos lleva a través de los momentos más difíciles que podamos afrontar.

Hay un fenómeno en Nueva York que se produce cuando cae un chaparrón inesperado a la hora de ir al trabajo. Cuando las multitudes salen del metro y la gente empieza a caminar las pocas manzanas que les separan de sus casas u oficinas, los vendedores sacan mesas de paraguas baratos y endebles y los venden con enormes sobreprecios. Al final del trayecto, se pueden ver montones de estos paraguas deformados y rotos, asomando por los cubos de basura de la calle. Aunque se trata de una ilustración un tanto dramática, me pregunto si se trata de un microcosmos de nuestras sociedades modernas: poner la esperanza en cosas baratas y fáciles de romper que al final nos sirven de poco, si es que nos sirven de algo.

• ¿Cuándo has perdido la esperanza?
• ¿Cuándo se ha afirmado tu esperanza en Dios?

2 Corintios 8:7-15

Pablo reta a los corintios a ser generosos en la comunidad de seguidores de Cristo, como signo para los demás. Sean grandes o pequeños sus dones, lo que importa es el acto de compartir la abundancia. Curiosamente, Pablo enseña que, al menos en el caso de satisfacer necesidades inmediatas, lo que cuenta no es el pensamiento. El impulso hacia la generosidad debe llevarse a la práctica, ¡y rápidamente! Aunque la planificación cuidadosa es importante la mayor parte del tiempo, tenemos que permanecer abiertos a trabajar rápidamente cuando el Espíritu Santo nos presenta una oportunidad inmediata de servir.

• ¿Qué sabes sobre la recaudación de fondos en la Iglesia Episcopal en general? ¿Dónde puede tu congregación tener un impacto en nuestra familia eclesial en casa y en todo el mundo?

Marcos 5:21-43

Jesús está en el negocio de la resurrección -tomando a la gente que ha sido impactada por la vergüenza, la enfermedad, el dolor, miles de pequeñas muertes- y haciéndolos completos de nuevo por su propio ser. De nuevo volvemos al tema de la confianza: Jairo, su hija y la mujer que sufre hemorragias no tienen más remedio que confiar en el poder de este maestro errante, y no quedan decepcionados.

Cuando el mundo nos dice que estamos rotos sin remedio, que no tenemos esperanza, que estamos desamparados, que estamos muertos, sólo tenemos que tender la mano a aquel que nos llama para que resucitemos. Puede que la curación y la plenitud no sean como las imaginamos, ¡aunque quizá lo sean! – pero confiando en la bondad, el poder y el tiempo de Jesús, veremos cómo se obran grandes señales y prodigios.

• ¿Dónde has visto resurrección en tu vecindario?
• ¿Has participado alguna vez en un servicio de sanación? Si es así, ¿cómo fue?

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